Llegó el momento en que Rosanna Telford analizó que sus hijos ya estaban grandes y bien encarrilados, y que ahora era su momento para salir a buscar lo que tanto anhelaba: vivir del canto.
Sus amigas le dicen que ella es una mujer de agallas, porque se lanzó a lo desconocido ignorando una que otra crítica y empezando de cero. Sus amigas tienen toda la razón.
Rosanna ya lleva cinco años cultivando éxitos en Estados Unidos, el país que la vio nacer, donde vivió hasta los ocho años de edad antes de venirse a Costa Rica y que hoy redescubre entre escenarios y nuevas amistades.
Eso sí, antes de irse pidió permiso a Michelle y José Daniel, sus dos hijos y amigos inseparables, quienes la apoyan y siguen sus pasos en la música, algo que no es de extrañar pues la propia Rosanna confiesa que en sus dos embarazos -desde que se enteró- les cantaba tanto como podía.
Ella, que sabe lo que es sacrificarse por perseguir un sueño, desconoce la palabra "no" de su vocabulario e insta a todas las personas a hacer lo que sea que los haga felices. "Quizá no hagan mucha plata, pero van a tener un alma y un corazón satisfechos", asegura. A sus palabras hay que ponerles atención porque quién más que una artista para hablar sobre cómo mantener contento el corazón.
Su historia
Desde pequeña, a pesar de su timidez, cantaba. Se escondía en el baño a cantar, quería ser la Dorothy de la película El mago de Oz y para ella la cantante y actriz australiana Olivia Newton-John era lo máximo. Así fue su infancia.
Su padre es un soldado norteamericano que se enamoró de la Miss Paraguay de 1961 mientras la escoltaba durante el concurso. Se fueron a vivir a Estados Unidos y allá nació Rosanna, quien heredó la nacionalidad estadounidense, la belleza de su madre y un talento artístico que venía en las venas.
La música siempre ha sido pilar de su familia. Su mamá viene de una cultura musical y toca piano desde los 12 años de edad. Su tía tocaba el arpa, su tío la guitarra y cuando habían fiestas siempre había música.
Su madre se divorció y se vino a Costa Rica a visitar a una amiga. Acá conoció al padrastro de Rosanna y, como buena latina, se trajo a toda la familia a vivir a suelo tico en la misma casa. Una casa donde sobraban los instrumentos musicales. Rosanna vive acá desde los ocho años y por eso se dice tica, "muy tica", dice con seguridad.
Cuando Rosanna se casó con el productor José "Chepe" González empezó a hacer jingles y se convirtió en locutora. El matrimonio duró once años y de ahí salieron tres hijos: Michelle, José Daniel y el grupo musical Angelus.
Ese fue un grupo exitoso que ayudó a muchas personas, incluida la propia Rossana quien poco a poco fue descubriendo su voz. Sin embargo, ella sentía la necesidad de explorar más su talento e incursionar en géneros que no necesariamente fueran música espiritual.
Pasaron cosas que tenían que pasar y tras el divorcio, Rosanna empezó a cantar jazz, un género que siempre la ha cautivado. Se volvió a casar con un argentino que tenía un restaurante y para tener sus propios ingresos económicos, ella desarrolló una microempresa de postres que se vendía en Auto Mercado. De su cuchara solo se escuchan buenos comentarios.
Sin embargo, las jornadas entre moldes, azúcar, harinas y hornos hicieron que ella dejara de cantar. "Fue una época difícil porque yo quería seguir mi pasión del canto", recuerda.
Luego, la recesión económica del país hizo que los postres se vendieran cada vez menos. Vino el segundo divorcio y, como suele suceder, toda crisis trae algo positivo: Rosanna retomó el canto.
Se presentaba en casinos, fiestas privadas, eventos. Vivía de la música, pero eso es algo que difícilmente se paga bien en Costa Rica. "A uno no le dan pelota hasta que se va del país y empieza a tener éxito afuera, eso es tristemente así", asegura. Los recibos llegaban sin falta y ella estaba a cargo de sus dos hijos.
Muchos clientes norteamericanos le insistían en que debía irse a Las Vegas. La idea quedó rondando en su cabeza, hasta que un día analizó que ya sus hijos estaban grandes y ahora era el turno de ella de ir tras sus metas.
"Pedí permiso a Michelle y a José Daniel, que para ese entonces tenían 23 y 19 años respectivamente, les dije que me iba por un año, trabajaba bien duro, hacía el dinero necesario para pagar las deudas y ya está", recuerda.
Rosanna y sus hijos son un trío dinámico inseparable. La distancia más bien parece unirlos, como si todos tuvieran un imán dentro suyo que se atrae desde cualquier punto geográfico. Michelle es cantante, tiene un contrato con Spotify y ella misma se describe como una mujer errante. José Daniel está por ahora en Costa Rica pero su madre sospecha que en cualquier momento se va a vivir fuera.
Los kilómetros no la angustian. Se llaman constantemente para hablar desde sus problemas más existenciales hasta para consultarles qué ropa se pone para alguna presentación especial. De vez en cuando se reúnen para cantar juntos y el talento se vuelve exponencial.
Vida en Las Vegas
"Caí en Las Vegas sin conocer a nadie, cuando el avión iba aterrizando me puse a llorar del susto, había mucha gente que me decía que yo estaba loca, sin embargo, yo tenía esa inquietud de que había algo más para mí".
Al llegar descubrió una gran cantidad de cantantes impresionantes que la retaron a redescubrirse y buscar una fórmula para distinguirse entre tanto talento. Poco a poco desarrolló un personaje elegante, que se presenta al viejo estilo de Las Vegas, con vestidos largos, guantes y peinados voluminosos, interpretando canciones en varios idiomas.
Los primeros 15 días se instaló en un hotel e iba de lugar en lugar, pidiendo permiso para presentarse gratis con tal de que la escucharan. En una de esas presentaciones conoció a una pareja de norteamericanos quienes se enteraron que ella estaba buscando un lugar donde vivir.
"La segunda vez que me vieron me preguntaron si me gustaban los perritos porque ellos tenían que viajar por unas semanas y necesitaban alguien que les cuidara la casa y los perros, yo acepté mientras por dentro rezaba porque no fueran doberman", recuerda.
Rosanna asegura tener mucha confianza en Dios y poseer una mente positiva. Esa fe y buena actitud la han premiado. Cuando llegó a la casa de la pareja resultó ser un lugar precioso con una vista hacia todas Las Vegas y con colecciones de obras arte. La relación con esas personas fue tan buena, que una vez que volvieron del viaje, le pidieron que se quedara y le cobran algo simbólico de alquiler.
Esas personas se han convertido en parte de su familia y unos abuelitos extra para sus hijos, quienes de vez en cuando llegan de sorpresa a visitar a su madre. "Son mis ángeles, me apoyan, no han faltado a un solo show desde que estoy viviendo ahí y siempre los ven desde primera fila", asegura.
Su público suele ser los habitantes de Las Vegas, no los turistas que van por fiesta y música electrónica, sino el otro lado de "La capital de las segundas oportunidades" como también se le conoce a esta ciudad. Suelen ser personas mayores que buscan entretenimiento para relajarse y recordar buenos tiempos.
Los días difíciles
Hay dos acontecimientos recientes que han hecho más fuerte a esta artista. El primero fue el diagnóstico de cáncer que tuvo su hijo José Daniel. Eso la hizo venir de inmediato a Costa Rica a acompañarlo durante el tratamiento.
"Fue muy duro pero él es un joven muy valiente, positivo y alegre, nunca dejó que nada lo opacara. Ahora está más alegre que nunca, se convirtió en otro ser humano y las canciones que está componiendo después de su vivencia son hermosísimas", dice esta madre, quien además saca algo bueno de esta prueba: "el tratamiento de Dany unió mucho más a la familia".
Por suerte, su hijo ha tenido una gran mejora y su propia madre nos advierte que pronto sabremos mucho de él como cantante.
Otra prueba fue el suicidio de su hermana menor, Déborah Formal. Esto hizo que Rosanna reflexionara mucho sobre las enfermedades mentales y la llevó a componer su primera canción, pues antes en su trabajo solo había interpretado covers adaptados a su estilo.
"Déborah está mucho mejor ahora, pero debemos hacer conciencia de que en Costa Rica existen muchos casos de depresión y la gente no le toma importancia que merecen, menos si es una mujer porque no entienden que estar deprimida es una enfermedad y que le puede pasar a cualquier persona", dice Rosanna.
La canción titulada "Abrazado por un ángel" se incluye en el disco navideño de Rosanna Telford que saldrá este 2017 y del cual 25% de las ganancias se donarán a la Fundación Rescatando Vidas.
Estos eventos no opacan la sonrisa de la cantante, quien aprende y se fortalece de cada lección de la vida. "Yo no me dejo, no dejo que los golpes de la vida me ganen la batalla, no soy ese tipo de persona, solo trato de ver lo positivo".
Ese mismo positivismo y empuje han sido clave para que Rosanna Telford esté hoy donde está y que su voz cada vez se propague entre más fans.
Créditos: Texto por Mónica Morales / Fotos Melissa Fernández / Dirección de arte Augusto Ramírez / Peinado y maquillaje Miguel Cascante / Styling Katherine Durán