Los primeros grandes pasos de Silvia en el arte fueron en el ballet; desde pequeña comenzó a descubrir su pasión por los escenarios. A los 15 años tuvo la oportunidad de audicionar para montar un musical colegial. Silvia logró el papel protagónico para El Fantasma de la Ópera, (entre risas cuenta que lo consiguió de forma muy fácil; fue la única que asistió a las audiciones); sin embargo, esto le abrió los ojos que su pasión era la interpretación de un personaje. Así es como llega a sus primeras clases de canto.
Su familia fue quienes siempre apoyaron los talentos innatos de Silvia para el arte. “Mi mamá y mi papá me motivaron a estar en las artes porque veían que era algo que me gustaba. Mariana, mi hermana mayor también fue una gran inspiración, bailarina de ballet. Y fue mi otra hermana, Laura, la que finalmente me dio el empujón que me faltaba”.
Ella siguió desarrollándose en diferentes artes, en el país. A pesar de estar aprendiendo de grandes talentos en Costa Rica, Silvia quería ir un paso más allá. De ahí nace la motivación de buscar entrenamiento y educación fuera de nuestras fronteras.
Una maravillosa oportunidad
El esfuerzo y dedicación mostrado por Silvia la llevó a lograr una plaza de educación en la prestigiosa Royal Central School of Speech and Drama (Inglaterra); así como tener la oportunidad de formarse en el Canadian College of Performing Arts (Canadá).
“Fue descubrir un mundo nuevo. Yo pensé que había como 50 musicales, de los que conocía solo como 5 y de pronto empecé a encontrarme con una plétora de repertorio de diferentes estilos, de verdad para todos los gustos. Además, en mis 4 años entrenando en el extranjero conocí y trabajé con gente maravillosa. Fui parte de un grupo que cantó en los premios Olivier en Londres frente a miles de personas (miles viendo en casa). Trabajé con (Lord) Andrew Lloyd Webber (compositor de El Fantasma de la Ópera, Jesucristo Súper Estrella, Cats); y muchísimos más profesionales de la industria. ¡Aprendí de los mejores!”
Silvia afirma que la vida le ofreció grandes oportunidades para su formación como artista. Oportunidades que no todos los talentos de nuestro país tienen. “A nivel personal fue un autodescubrimiento increíble. Rompí un montón de barreras y obstáculos mentales y me di cuenta de que soy capaz de mucho más de lo que pensaba. Tanto en Canadá como en Inglaterra tuve la oportunidad de crear, educar, ser dirigida y dirigir en todas las disciplinas que conforman el teatro musical”.
Un nuevo mundo para Costa Rica: el teatro musical
Cuando regresó a Costa Rica, con el sueño de trabajar en arte y aprovechar su formación, Silvia se dio cuenta que el mercado no estaba dispuesto a consumir teatro musical nacional.
Fue muy difícil, debo admitir. Cuando llegué, fue enfrentarme a un ¿y ahora qué? Tenía todo este entrenamiento en un área en la que realmente no había mucho en el país. Así que decidí crear el espacio. Me encontré rodeada de profesionales demasiado talentosos y talentosas, con sueños y situaciones similares. Yo creo que de haber sabido lo difícil que iba a ser, no lo habría hecho, pero; por dicha no sabía”
De estas ganas de crear oportunidades y explotar el talento de muchas personas en el país, nace su primer proyecto (junto a Adrián Castro Baeza y Daniel Alarcón Villamizar -su esposo-): Luciérnaga Producciones. “El nombre viene de esa idea de crear mi propia luz, crear mis propios espacios para brillar. Y a partir de esa necesidad nace la productora. Primero surge la idea de hacer el musical West Side Story, pero para hacerlo necesitaba una empresa o una figura que pudiera ser un coproductor con el estado y ahí entra Luciérnaga”. Pese a que Silvia pensaba estar sola en este sentimiento de desear teatro musical, se dio cuenta que no era la realidad. Las audiciones para este primer montaje fueron un éxito (200 mujeres y 150 hombres).
Después del triunfo del musical la artista identificó una necesidad en el país: un espacio de formación destinado al teatro musical. “Y vino la pregunta, si queremos hacer musicales, ¿no deberíamos poder capacitar a los artistas? Y así nació La Colmena, arte en comunidad; un espacio seguro en donde formamos artistas y personas integrales, una familia en donde todas y todos podemos dejarnos ser, soñar juntos y encaminarnos a realizar esos sueños”.
A hoy, Silvia asegura que el equipo de trabajo y el estudiantado son más bien una familia; que se ha ganado en cada uno de nuestros proyectos. El poder ofrecer espacios seguros en donde se trabaja con excelencia, respeto y atención al detalle. “La verdad es que somos pioneros en mega producciones de teatro musical de calidad mundial con talento nacional. Y somos pioneros en la formación de artistas multidisciplinarios. Es muy gratificante ver que talento que hemos formado está trabajando en la industria, creando espectáculos, formando a otros artistas, cumpliendo sus sueños aquí y en el extranjero”.
De amante del ballet a Premio Nacional de Teatro
Silvia está segura que es un privilegio poder dedicarse a lo que ama y aún más poder hacerlo en el país que ama. “Por mucho tiempo pensé que había nacido en el país equivocado, que podría lograr mucho más en el extranjero. Pero ahora me doy cuenta que es todo lo contrario, porque he tenido la oportunidad de crear algo y de dejar una herencia para generaciones futuras”.
Tengo muchísimas pasiones, el teatro musical es solo la primera, y he podido protagonizar títulos como West Side Story, Chicago y Cabaret. También me fascina Shakespeare, una de las experiencias más lindas que he tenido ha sido Sueño de una noche de verano, en el Teatro Nacional. El año antepasado viví una oportunidad súper rica, en la que quiero seguir creciendo, filmando la película de Daniel Moreno: Mi papá es un santa, que se estrena a finales de este año -2021-. He salido en varios episodios de televisión nacional y comerciales. Además, mi entrenamiento teatral y experiencia en formación, producción y publicidad me ha permitido crear programas personalizados y específicos para potenciar individuos y empresas en áreas como public speaking, liderazgo creativo, trabajo en equipo y más”
Gracias a esos años de esfuerzo, llega lo que ella describe “la culminación de una lucha hacia realizar un sueño”. “Los Premios Nacionales no son como los Oscars, los Tonys o los Golden Globes. A decir verdad, yo no sabía que existían hasta que empecé a producir y estoy segura que muchas lectoras tampoco los conocen. La única ceremonia a la que he ido fue un lunes en la noche y casi no había prensa y no es porque no sea valioso o un honor ganarlos, sino porque como país, no les damos la importancia que se merecen”.
Silvia está segura que los aportes culturales que han hecho costarricenses al mundo son invaluables. Para esta joven mamá, el arte y la cultura son educación, son salud; cambian vidas y los premios (como el Premio Nacional de Teatro Ricardo Fernández) son un impulso que “ofrece seguridad y confianza para seguir soñando y cambiando el mundo”.
Dos nuevos grandes retos: Eva y Nace una Estrella
Eva nació el 20 de marzo, a las 10:40 am. Pesó 2730 gramos, midió 46 cm y estaba sonando la canción “New Light” de John Mayer.
Silvia afirma que no estaba preparada para convertirse en mamá, incluso asegura que pensaba quizá no era compatible con su estilo de vida de artista. Sin embargo, ahora se siente muy afortunada, pues Eva significa nuevos retos. “Una tiene miedo como mamá, existe mucha presión social. Una siente que debe cumplir un estándar. Sin embargo, estos primeros meses me han servido para enseñarme que mi hija crecerá en el mundo que yo sea responsable de enseñarle. Y verme trabajando, estar rodeada de arte, es lo que quiero (queremos) para ella”.
Pero con Eva en brazos, la artista emprendió un nuevo reto, por primera vez en televisión nacional. Teletica Formatos seleccionó a Silvia como una de las profesoras de la más reciente temporada de Nace una Estrella. “Estoy sumamente agradecida; recién nació mi bebé, venimos de un año bastante atípico y esto me trae de nuevo al mercado laboral. De verdad que esta oportunidad era justo lo que necesitaba para retomar con fuerza”.
Ella afirma que su enfoque es trabajar desde lo positivo; resaltando el valor del estudiante; hacer que se sientan felices consigo mismos; para que logren expresar seguridad; pero sobre todo disfrutar lo que hacen. “Soy una profesora que disfruta mucho trabajando en equipo. Pero, además, soy una maestra que quiere seguir aprendiendo, mis alumnos me enseñan tanto como yo les enseño a ellos”.
Durante su labor en este programa tuvo que afrontar el fallecimiento de uno de los participantes debido a la covid-19. “La partida de Alejo (Alejandro Núñez Vargas) significó para muchos de nosotros un recordatorio de la importancia de luchar por nuestros sueños, de siempre tener claras nuestras metas y de no detenernos. Su ausencia despertó en el resto de los concursantes una nueva pasión por entregar y esforzarse aún más y por valorar todo lo que poseen. Fue poco tiempo de conocerle, pero nos permitió descubrir el ser humano maravilloso que era”, recuerda Silvia.
Una vida con muchos retos más
“En general ser una persona artista es un reto en cualquier parte del mundo, pero sobre todo en Costa Rica. Aquí no existe la cultura del representante, salario mínimo, ni el negocio del show. Tampoco hay grandes producciones todo el tiempo, en parte porque somos un país pequeño con poco público. El arte está muy centralizado en la GAM”.
Silvia está convencida que la clave para superar esto es trabajar en conjunto para crear nuevos espacios. “Como mujeres, la problemática también es a nivel mundial, hay menos mujeres autoras, compositoras, creadoras. No sé si hay menos, o si hay menos exposición, lo que sí siento es que cuesta encontrar textos escritos por mujeres para mujeres. La mayoría de los personajes femeninos han sido creados por hombres y tenemos que cambiar esa narrativa. A veces pesa más “el look” que el talento, entrega y profesionalismo. Afortunadamente hay grandes mujeres en la industria que se han dado esa tarea, muchas de ellas, y lo digo con orgullo, amigas y colegas mías”.
Sueño con seguir haciendo las cosas bien. Que cualquier aventura que emprenda sea de calidad humana, deje una huella y construya la base para que la siguiente sea aún mejor. Quiero seguir aprendiendo e investigando nuevas áreas para continuar creciendo como artista y persona integral”
Para esta artista la clave siempre estará en “rodearse de las personas correctas”, buscar apoyo de esas personas, que complementan y nos ayudan a mejorar nuestras debilidades. “Mi familia, mi esposo y mis grandes amigas y amigos; son los que me han ayudado a crecer y poder desarrollarme”.
“Estoy convencida que trabajando en conjunto, aprendiendo las unas de las otras, llegaremos más lejos y dejaremos una huella aún más grande”.