"Soy una persona que sigue sus sueños, eso es lo que me define". Con esas palabras, Vanessa González empieza la conversación porque se ha propuesto ser más que una mujer que interpreta canciones "de plancha", ella también quiere ser un buen ejemplo, una inspiración.
Desde pequeña su vida y sus pensamientos han estado ligados a la música. Sus padres vieron que tenía habilidades para este arte, así a sus 5 años la matricularon en un programa de la Universidad de Costa Rica donde recibió lecciones de violín, canto y guitarra clásica.
Creció entre tonos, ritmos, corchetes. Su familia está llena de músicos empíricos, sus papás se conocieron en el coro de la universidad y su hermana también heredó el dote musical y es parte de la agrupación BeeGirls.
Eso explica cómo Vanessa ha dado pasos fuertes en reconocidas agrupaciones nacionales como Ángelus y Réquete. Además, hace poco participó en el programa Tu cara me suena de Canal 7, donde su voz destacaba en medio de las imitaciones a artistas.
Ella es arquitecta de formación y cantante de nacimiento."Decidí estudiar arquitectura porque hay una frase muy famosa que dice que la arquitectura es música congelada", dice, de la profesión que le encanta pero por ahora no ejerce pues su instinto la ha guiado por el camino musical.
Las pruebas de la vida
Conversar con Vanessa es conversar con una mujer de emociones. Empezar a abrirse paso en la escena nacional y estar en el ojo público le ha traído cosas buenas (el cariño de la gente, seguidores de todas las edades, más contrataciones), pero también le ha tocado enfrentarse con la crítica que busca destruir.
Ella ha vivido en carne propia el bullying de las redes sociales, sobre todo durante su participación en el programa Tu cara me suena. "La crítica es normal y si a la otra persona no le gusta como uno canta, perfecto, el problema es que muchas veces no son críticas constructivas sino son destructivas y con mucho ácido", asegura.
"Es parte de estar más expuesta, el problema es que no solo me atacan a mí, atrás mío hay una mamá, una hermana, amigos, y les duele. Es duro pero igual seguimos de pie y tratando de salir adelante".
Esta prueba la ha tenido que enfrentar intentando hacer caso omiso a las palabras necias y mentalizándose de que su trabajo es dar lo mejor de sí misma. "Ahora se les está enseñando a los niños y adolescentes la importancia de respetar a los demás, pero los adultos somos los peores haciendo bullying y eso se evidencia en las redes sociales", comenta mientras sus ojos se empañan.
A pesar de las dificultades de la industria del entretenimiento, Vanessa sabe que tiene una gran responsabilidad en sus manos. "Me siento muy honrada porque hay mucha gente que me apoya y sigue mi trabajo, por eso quiero que conozcan más de mí, de dónde viene Vanessa, lo que ha costado, los sacrificios que ha hecho mi familia, el sufrimiento que llevo dentro, lo que he sufrido por amor y cómo me ha tocado superar el dolor y levantarme, todas mis canciones han sido vivencias", cuenta.
Todas esas emociones las canaliza a través de la música, por eso, para ella cantar es poner el alma en cada tema, y hacer que algo se mueva en el corazón del público. "Uno puede cantar y que suene bonito; pero poder interpretar y que se mueva algo en el corazón del público, eso es lo que me apasiona", asegura.