Detrás de Contenedores Franceschi hay dos arquitectos: Rebeca Chang de DAO y Francisco Vásquez de RE Arquitectura. Son jóvenes de mente inquieta, sin miedo a los retos y dispuestos a experimentar.
También hay una familia de clase media que quiso materializar el sueño del padre y ofrecer, a su vez, una alternativa habitacional diferente que privilegiara el aprovechamiento del espacio.
Asimismo, hay coherencia. Ningún material se escogió sin antes haber sido investigado desde su proceso de producción, pasando por su idoneidad para el proyecto y terminando en cuál sería su disposición final. Se diseñó pensando en el equilibrio de las tres aristas de la sostenibilidad: lo ambiental, lo social y lo económico.
“Si uno se pone a pensar, lo que ganó fue puro diseño. El trabajo intelectual hizo posible concretar un proyecto que fuera de bajo impacto ambiental, pero también bajo en costos comparado con otros”, comentó Vásquez.
“Quizá no pusimos un sobre de mármol carísimo, pero sí invertimos en una buena fosa que permitiera que las aguas residuales pasaran por un proceso para que, cuando llegaran al drenaje, salieran más limpias”, ejemplificó Chang.
A lo largo de un año, los arquitectos se “quebraron la cabeza” buscando soluciones que fueran óptimas. Averiguaron el pasado y proyectaron el futuro de cada material. Formularon experimentos para probarlos y comprobar su idoneidad, lo que les permitió tomar decisiones basadas en resultados.
Se involucraron en la construcción, incluso “volaron pala”. Ajustaron el diseño a partir de lo observado y se nutrieron de las ideas tanto de los usuarios como de los proveedores. Aprendieron en el proceso y permitieron a otros también adquirir conocimiento, el cual les permitirá incursionar en nuevos nichos de mercado.
Emplearon mano de obra artesanal para que les confeccionaran, por ejemplo, los muebles de cocina y otros accesorios de baño, evitando así contratar a una gran firma. “La idea era dar trabajo y apoyar a los pequeños empresarios”, destacó Chang.
Este no es el primero y está lejos de ser el último desarrollo habitacional que emplee contenedores; viviendas de este tipo existen dentro y fuera de Costa Rica. Lo que es cierto es que es el proyecto arquitectónico que resultó premiado en el certamen más prestigioso del año.
Coherencia y buen diseño: para Vásquez, esas fueron las dos cosas que vio el jurado de la Bienal Internacional de Arquitectura 2018 cuando decidió reconocerlos con el Premio Nacional y el Gran Premio tras evaluar 258 proyectos de arquitectos tanto nacionales como extranjeros.
“Me encanta vivir aquí, no tengo ninguna queja. Me parece cómodo y siento que tengo lo suficiente: no me siento limitada por el espacio, pero tampoco este es tan amplio como para acumular objetos. Es el espacio justo para mi esposo y para mí”, comentó Caro Bello, usuaria de uno de los apartamentos ubicados en Santa Ana.
Los asistentes al I Congreso Latinoamericano sobre Sostenibilidad, Ecología y Evolución (SEE), que se realizará del 26 al 29 de setiembre del 2018 en Parque Viva (La Guácima, Costa Rica), tendrán la oportunidad de visitar este proyecto en el marco de las giras técnicas.
SEE busca posicionarse como un espacio de encuentro para latinoamericanos, donde se puedan compartir lecciones aprendidas y se promuevan sinergias para impulsar la sostenibilidad desde el sector privado, académico y gubernamental.
LatinClima está apoyando el congreso desde la curaduría de la agenda académica, la cual incluirá contenido en seis ejes temáticos: Agricultura, Cambio Climático, Conservación, Transición Energética, Turismo, Urbanismo & Transporte.
Tres apartamentos, tres contenedores
Según Bello, aunque esté en perfecto estado, un contenedor puede usarse en el transporte marítimo de mercancías por solo 10 años. Cumplido ese periodo, la carcasa descansará en un depósito donde no se le dará mayor uso.
Queriendo materializar una idea de su padre, Pablo Franceschi y sus hermanos decidieron construir tres apartamentos aprovechando ese material considerado desecho, aunque completamente reutilizable.
Tomando en cuenta las dimensiones del lugar, así como variables ambientales, Chang y Vásquez optaron por un diseño de apartamento de dos pisos. Eso requirió cortar en dos cada uno de los contenedores, los cuales fueron traídos desde Moín (Limón). Cada mitad corresponde a una de las plantas de la casa.
“Todos los cortes se planificaron, porque esa pieza que se cortaba debía utilizarse como pared o puerta en otro lado”, manifestó Bello, quien se involucró en el proceso de diseño y construcción debido a que es hermana de Vásquez, esposa de Franceschi y sería inquilina de uno de los apartamentos.
Todo el material extraído del contenedor se empleó. Una de las barras que usualmente sostiene las puertas ahora es la baranda de la escalera y la puerta de la entrada está confeccionada con retazos de metal.
“Para no olvidarnos de dónde viene todo, incluso dejamos algunas partes originales del contenedor; es decir, no las pintamos y aún se pueden ver las letras”, dijo Bello.
Debido al tipo de suelo y para evitar el deterioro del metal, el apartamento se construyó sobre pilotes, lo cual también benefició en cuanto a la regulación de la temperatura, ya que el viento corre por debajo y ayuda a enfriar.
Asimismo, el metal se recubrió con una pintura especial que aísla el calor y se tomaron medidas para favorecer la ventilación. “La gente siempre nos pregunta: ¿y no es muy caliente? Pero, la verdad, es que el diseño contempló ventilación e iluminación natural, así que no ha sido necesario poner aire acondicionado a pesar de estar en Santa Ana”, comentó Bello.
Las ventanas son amplias y están dispuestas tomando en cuenta la luz del sol. De hecho, los balcones están diseñados para disfrutar de los atardeceres. Las luces LED solo se emplean durante la noche.
El techo tiene paneles solares para agua caliente y, en un futuro próximo, se colocará otro panel que les proveerá electricidad. También, en el corto plazo, la pareja quiere colocar un sistema de cosecha de agua para contar con líquido para enverdecer el jardín y así restarle presión a la fuente de agua potable destinada a consumo humano.
Para los pisos, Chang y Vásquez valoraron varios materiales, pero los desalentó la huella ecológica de muchos de ellos. Aunque era un poco más costosa en comparación a otras alternativas, los arquitectos optaron por la madera de teca proveniente de plantaciones forestales que, además, fija carbono.
“La inversión inicial era un poco más costosa, pero a largo plazo era mejor. Le estamos evitando al cliente tener que reemplazar pisos en unos años y así cuidamos la sostenibilidad económica del proyecto”, explicó Vásquez.
Como alternativa a la cerámica, los arquitectos prefirieron usar piedras naturales en el baño.
Los muebles fueron diseñados a la medida y pensados para que fueran móviles. De esta forma, el aprovechamiento del espacio se maximiza. “Los concebimos así porque sabíamos que el espacio era reducido, entonces propusimos una solución de mesa que, al ubicarse en la cocina, se convirtiera en desayunador pero si se mueve a la sala o la terraza, pues ya se tiene un comedor”, dijo Vásquez.
“De hecho, en días soleados, sacamos la mesa a la terraza para comer al aire libre”, agregó Bello.
“Los dos muebles son móviles: el de la cocina y el desayunador. Si se tiene una fiesta, se pueden sacar los dos para así abrir espacio. El que el espacio sea reducido no quiere decir que no sea flexible”, indicó Chang.
“Eso es importante. Aunque la casa es pequeña, tratamos de que se sienta amplia. Está concebida desde fuera hacia dentro: si se está en la sala, el espacio se complementa con la terraza y el patio. Aunque se esté dentro de la casa, el exterior forma parte del espacio y, por tanto, uno no se siente encerrado”, continuó Vásquez.
Es más, el diseño está concebido para que los apartamentos puedan crecer sin que la forma se vea radicalmente alterada. “Del lado de la cochera, la estructura está prevista para poder ampliarse hacia ese lado”, destacó Chang.
La construcción en sí tomó unos seis meses. El tiempo de investigación, diseño y permisos fue lo que más demoró, pero para bien.
Pensar el diseño
Según Chang, la propuesta de construir apartamentos con contenedores vino del cliente. Eso les llevó a sumergirse en un proceso de investigación que les permitiera determinar si la propuesta era sostenible en lo ambiental, pero también en lo económico (desde la inversión inicial hasta el mantenimiento).
“Nos enfrentábamos a convertir un material concebido para transportar carga en un hogar, sin tener que incurrir en un gasto grande para hacerlo amigable con el ambiente y sobre todo, habitable”, dijo Chang y añadió: “si vamos a apostar por un diseño sostenible, no puede ser una fachada por el simple hecho de estar reutilizando un material, tiene que ser consecuente en todo, sin que esto se traduzca necesariamente en un incremento del precio”.
Esa preocupación conllevó a una investigación de materiales disponibles en el mercado, proveedores e incluso manejo de los residuos. Los arquitectos optaron por trabajar con un proveedor que, aparte de ofrecerles una pintura a base de agua para aislar el calor, cuenta con un programa para recolectar los residuos de pintura y procesarlos responsablemente.
Otro ejemplo: como los cortes del contenedor debieron ser estrictamente planificados, eso implicó buscar un proveedor que trabajara con estructuras metálicas, aunque no necesariamente se dedicara a labores de construcción.
Para todos los involucrados, la experiencia terminó siendo una oportunidad de aprendizaje. “Trabajar con contenedores terminó siendo algo nuevo para todos, pero también abrió una ventana de oportunidad, porque ya se tiene ese conocimiento”, dijo Vásquez.
Los arquitectos también trabajaron mano a mano con la cuadrilla de constructores. “Los soldadores, el señor de los muebles, el que puso el techo… todos nos veían con una cara como diciendo ‘¿qué es esta loquera?’ La gente no está acostumbrada a este tipo de desarrollos”, relató Chang.
RE Arquitectura y DAO no solo diseñaron los apartamentos sino que también los construyeron. “Estar involucrado en la construcción permite tomar decisiones e incluso diseñar en el momento”, argumentó Vásquez.
Asimismo, el arquitecto agregó: “el proyecto es muy sencillo porque es como armar un rompecabezas, armamos el primero y con los otros dos ya fue más fácil. Entonces no fue tanto lo complejo, pero sí el reto que impuso la novedad y el nivel de detalle”.
Para Chang, realmente el reto fue mental: arriesgarse por un diseño distinto. Puso un ejemplo para ilustrar su punto: las escaleras.
“Si usted se pone a ver, la mayoría de las veces las personas no ponen los dos pies en el mismo escalón. Nosotros diseñamos unas escaleras que reflejan el movimiento natural que las personas hacen para subir o bajar gradas. Aportaba algo diferente al diseño y nos resolvía un tema de espacio. Pero la primera impresión de las personas cuando ven la escalera es decir: ‘eso no funciona’.
”La gente no sabe cómo subir esta escalera porque les propusimos algo diferente a lo usual y la persona debe detenerse a pensar cómo solucionar ese reto mental que se le presenta. Una vez que se dan la oportunidad, se percatan que el diseño sigue el movimiento normal del cuerpo cuando sube o baja una grada”, explicó Chang.
Cambio de paradigma
En el imaginario costarricense, una casa debe tener sala, comedor y cocina para una familia de aproximadamente cinco personas y, por supuesto, patio. Esto a pesar de que las condiciones de vida y el espacio urbano han cambiado a lo largo de los años.
“El caso del comedor es muy interesante. La gente ya casi no lo usa; por lo general, se come en el desayunador de la cocina. Los únicos momentos en que se usa el comedor es para cantar cumpleaños y para servir la cena de Navidad. Pero la gente es lo primero que nos pregunta: ¿y el comedor? Entonces, sacar esa idea es difícil”, comentó Chang.
Vásquez coincide en que el público de este tipo de apartamentos es muy específico, pero sí existe y generalmente está integrado por personas que gustan de la optimización del espacio por diferentes razones: porque viven solos, viajan mucho, tienen una filosofía de vida que busca alejarse del consumismo y el desperdicio, andan detrás de opciones habitacionales de bajo mantenimiento porque prefieren dedicar su tiempo a recrearse y no a limpiar una enorme casa.
“Mi esposo y yo vivimos en uno, los otros dos están alquilados y la verdad es que ha sido difícil rentarlos. Sobre todo, los inquilinos suelen ser gente joven”, dijo Bello y agregó: “también los pusimos en Airbnb y nos iba súper bien con los europeos, a ellos les encantaban”.
El diseño propuesto por RE Arquitectura y DAO consiste en un dormitorio, un baño y medio, una sala en el segundo piso con balcón, sala con terraza que da al patio, cocina y comedor en uno solo, así como una cochera o garaje.
“Los pensamos para personas solteras o que viven en pareja, pero sin hijos. Sobre todo, para personas que trabajan en las zonas francas de los alrededores”, acotó Bello.
“A fin de cuentas, no solo queríamos que la casa fuera sostenible sino que también se sintiera confortable”, afirmó Vásquez.
* Containers Franceschi es uno de los destinos contemplados en las giras técnicas del I Congreso Latinoamericano sobre Sostenibilidad, Ecología y Evolución (SEE) a realizarse del 26 al 29 de setiembre del 2018 en Costa Rica. Más información en: www.costaricasee.com