Cada centímetro de este lugar es una foto perfecta. Con sus techos altos y maderas solidarias, Casa Dominga es una edificación centenaria y perfectamente blanca que el siglo pasado perteneció a José Procopio Zamora.
El turno de llenarla de vida en el presente le llegó a Andrea y Ricardo, una pareja que decidió colmarla de mágicos sabores y abrirla al público como un maravilloso café. Uno que invita a quedarse por horas.
Su estilo victoriano es un giracabezas automático. Es imposible pasar por la calle que protagoniza, en Santo Tomás de Santo Domingo de Heredia, y no sentir un deseo incombatible de adentrarse en sus centenarias paredes y dar un paseo por sus llamativos pisos multicolor.
Apostarlo todo
Casa Dominga es la apuesta por un sueño que vive desde hace un año en un pueblo amable. Andrea y Ricardo lo han dado todo por mantener la casa viva, literalmente.
El restaurante y cafetería es el producto final de una carrera contra el tiempo por hacer algo y empezar de cero.
Cansada de trabajar en agencias de publicidad, Andrea decidió que la hora de tener un negocio propio le tocaba la puerta insistente. Ricardo tuvo un negocio gastronómico por 9 años que sabían que había llegado a su fin. Tras pasar por una serie de trabajos agobiantes, la pareja decidió abrir un restaurante enfocado en pastelería europea.
"Cuando andábamos buscando local no lográbamos encontrar algo que realmente nos gustara. Los locales no tenían magia y estábamos muy desilusionados", contó Andrea. Reunieron todo el capital que les quedaba y supieron que era hora de apostarlo todo. Cada día que pasaba era un día más de no producir nada.
Un día manejaban por Santo Domingo de Heredia y la casa, que siempre les había llamado la atención, volvió a aparecer mientras discutían en el carro lo difícil que era conseguir un lugar adecuado para su negocio. De reojo, notaron un rótulo de alquiler y de inmediato frenaron el carro y entre gritos de alegría llamaron al dueño para que les mostrara lo que hoy es su casa.
Tras la conversación, entendieron que, pese al amor a primera vista, el presupuesto no podía estirar tanto. La casa había dado albergue a las monjas de la orden de Santa María de Guadalupe por muchos años. Luego fue un kinder y una escuela de idiomas. Era hora de exhibir su magia a todo el público.
Ricardo y Andrea pensaron que quizá no era una locura y decidieron moverse de su casa de alquiler y acomodarse en uno de los cuartos de Casa Dominga. "Dijimos que debíamos aprender algo de los chinos", bromearon.
"Vimos los pisos, la calidad de la luz, las corrientes de aire... Es maravillosa. Esta casa tiene magia", narra Andrea mientras nos acompaña en un viaje gastronómico de capuccino, macaroons, pasteles y eclairs.
Cuando abrieron, habían invertido todos sus ahorros y dependían de las ganancias para pagar el alquiler del mes siguiente. Era el todo por el todo.
Pese a las extenuantes horas de trabajo que significa mantener un negocio en pie, la pareja de empresarios se las ha ingeniado para darse a conocer gracias a la calidad de su comida y a la calidez de su servicio. No han invertido un solo cinco en publicidad, los clientes llegan por recomendación. El boca a boca es su mejor aliado.
Lugar a pedir de boca
Santo Domingo de Heredia nunca fue hogar de una cafetería así. Las autodidactas manos de Ricardo preparan deliciosos postres franceses. Una tarde se pasa mejor con las estrella de la urna de pastelería: la torta Bordeaux, los quiches, los canolis, las tartaletas y los espectaculares eclairs.
"Queremos que comer en casa Dominga no sea una experiencia cualquiera. La idea es que ven cada detalle, que admiren los postres en la urna y sorprenderse siempre con algo diferente. por eso no tenemos un menú definido: todos los días ofrecemos algo distinto, como pasa en una casa", explicó Andrea.
"Uno tiene que salirse del canasto y dejar de querer estar donde están los demás. Apostarlo todo por lo que uno cree", aseguró Ricardo.
Una calidez hogareña abraza a cada comensal que entra: la decoración atrapa el ojo de inmediato pues son miles de detalles los que hay para admirar: libros, discos, antigüedades, macetas y cuadros. Lo mejor de todo: cada detalle decorativo es propiedad de Andrea y Ricardo, lo que convierte Casa Dominga en un verdadero hogar.
**
Dirección: Santo Domingo de Heredia. De la Basílica 400 sur y 175 este, casa blanca estilo victoriano a mano izquierda.
Horario: De miércoles a domingo de 12 m. d. a 7 p. m. Los domingos cierra a las 5:30 p. m.
Contacto: Perfil de Facebook.