Pareciera que la cuarta revolución industrial cayó de golpe: se rompieron los límites entre lo digital, lo físico y lo biológico. Hombres, mujeres, robots, computadoras, redes y conexión a distancia dejaron de ser cosa del futuro y se convirtieron en la realidad de muchas personas, sobre todo después de que el COVID-19 nos obligara a repensar cómo trabajar sin tener contacto físico con nuestros compañeros.
Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial, fue el primero en usar el término cuarta revolución industrial; incluso escribió un libro bajo el mismo nombre.
Esta nueva época ya ha traído consigo avances tecnológicos que hace tan solo unos años hubiesen sido inimaginables: inteligencia artificial, impresión 3D, ingeniería genética y prótesis que se mueven con la mente. Así, la revolución ha significado una integración de la tecnología con el ser humano, lo que nos plantea un gran reto a profesionales, estudiantes, docentes, científicos y empresarios: ¿cómo nos preparamos para el cambio?, ¿qué deben estudiar los nuevos jóvenes?, ¿los robots reemplazarán nuestra mano de obra?, ¿cuáles son los trabajos del futuro?
El trabajo en el futuro
Existen dos corrientes de pensamiento muy diferentes: la de los utópicos y la de los alarmados. El primer grupo considera que las nuevas tecnologías van a facilitar la vida de las personas drásticamente. Los alarmados, por su parte, sostienen que los cambios que se dan en la tecnología actualmente son tan vertiginosos que nos van a dejar a muchos por detrás. Es decir, plantean que la automatización de los trabajos hará que muchos trabajadores se vuelvan innecesarios para las empresas.
Vale la pena recalcar que, aunque hoy en día veamos los avances de los siglos pasados como positivos, algunos también fueron recibidos con una dosis de escepticismo y nervios. En los años sesenta, por ejemplo, el presidente Kennedy señaló la automatización del trabajo como uno de los más grandes retos de su presidencia.
Es cierto que en siglo XX vimos algunos algunos trabajos desaparecer o reducirse significativamente, entre ellos las labores de las operadoras del cable, los ascensoristas y de quienes manualmente reacomodaban los pinos en las partidas de bolos. Sin embargo, el número total de empleos no se redujo; simplemente se reestructuró en nuevos sectores.
Ahora bien, no cabe duda de que la velocidad de los cambios incrementa. Por ejemplo, las aerolíneas tardaron 64 años para alcanzar 50 millones de usuarios, mientras que a los teléfonos les tomó 14 años menos llegar a esa misma cifra. La electricidad lo logró en 46 años; la televisión, en 22, y, las computadoras, en 14. Por su parte, el internet requirió 7 años; Facebook, 4, y, finalmente, Pokémon Go, tan solo 19 días. Esto puede significar que, aunque se creen nuevos trabajos, muchas personas que ya forman parte de la fuerza laboral no tendrán el tiempo ni los recursos para capacitarse antes de que su trabajo se automatice.
En el informe El futuro del trabajo en América Latina, publicado en febrero del 2020, Sergio Bitar asegura que los impactos de esta nueva ola de automatización dependerán de la región y la estructura productiva de cada país. Las naciones con mayor porcentaje de empleo en las zonas agrícolas se verán más afectadas y los sectores más sacudidos por el cambio serán comercio, transporte, finanzas, manufacturas, actividades inmobiliarias y construcción.
Este informe concluye que, si bien aumentará la productividad, es probable que también incremente la desigualdad económica. Los empleos de mayor calificación se verán favorecidos y serán altamente remunerados, pero serán escasos, mientras que la mayoría de los trabajos podrían perder ingresos.
Empleos emergentes
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) habla de seis categorías de trabajo que aumentarán y seguirán siendo competitivas en el futuro:
Empleos verdes: Como su nombre lo sugiere, los empleos verdes son aquellos que se encargan de ayudar al medioambiente, ya sea en prevención o recuperación. Este sector abarca tanto la gestión de residuos y la producción de energías renovables como la confección de moda amigable con el ambiente, así como restaurantes ecológicos. La OIT estima que este sector verá un aumento de aproximadamente 60 millones de trabajadores.
Economía del cuidado: Esta categoría abarca trabajos en el área de la salud, como medicina o enfermería; la educación de la primera infancia, y cuidados a personas con discapacidad y a adultos mayores. Es probable que esta última categoría en particular aumente significativamente, ya que se ha alargado la esperanza de vida. Además, la OIT señala que si para el 2030 se duplica la inversión en educación, salud y trabajo social, se podrían crear 269 millones de puestos de trabajo.
La gig economy: Esta categoría también es conocida como “trabajo esporádico”. Gracias a los avances tecnológicos, se ha hecho cada vez más fácil trabajar a distancia, lo que abre la posibilidad de tener varios empleos de corto plazo o contratos en línea con múltiples empleadores. Uno de los principales beneficios de este sistema es que aquellas personas que antes se veían excluidas –por ejemplo, por algún tipo de discapacidad o por su condición de cuidadoras– pueden reincorporarse a la fuerza laboral a un ritmo que les resulte cómodo y desde sus propias casas. Eso sí, la OIT advierte que por el momento este modelo tiende a ser menos remunerado en comparación con una relación laboral tradicional.
Economía rural: La economía rural muestra gran potencial para generar empleos decentes y productivos, y, además, contribuye al desarrollo sostenible y el crecimiento económico.
Cadenas mundiales de suministros: Actualmente, los productos se mueven a través de cadenas mundiales y transnacionales para maximizar la productividad y minimizar la pérdida. Es cierto que muchos de estos trabajos, en especial en la industria ligera, se verán reemplazados por robots. Sin embargo, la OIT asegura que, de momento, esta opción no será rentable para industrias que se encuentren en países en vías de desarrollo. Comparativamente, en esta región, el costo de la maquinaria seguirá siendo mayor que el de la mano de obra, por lo que todavía habrá oportunidad laboral en este sector de la economía.
Era de los robots: Sí, puede que los robots lleguen a reemplazar muchos trabajos en el futuro. Por eso quienes sepan hacerlos y programarlos serán los de mayor competitividad en esta nueva época. Cuanto más aumente la tecnología a nuestro alrededor, más oportunidades laborales habrá para las personas en los empleos STEM (siglas en inglés de ciencias, tecnología, ingeniería y matemática). Estos serán los trabajos mejor remunerados.
Competencias necesarias
La evolución y los cambios en la esfera laboral han hecho que un determinado conjunto de habilidades se vuelvan esenciales. Por ejemplo, el aumento de robos en el mundo significa que cada vez vamos a necesitar a más personas con un mayor nivel de especialización en habilidades duras como la programación.
Sin embargo, hoy en día también vemos un crecimiento en la demanda de la habilidades blandas o las técnicas flexibles. ¿Por qué? Porque –por el momento– cualidades como la creatividad, la curiosidad y la empatía son meramente humanas y no pueden ser reemplazadas por un robot.
Evolución de las habilidades blandas
Las habilidades blandas son aquellas asociadas con la personalidad y naturaleza del individuo; por ejemplo, la empatía, el liderazgo o la colaboración. Es decir, las habilidades que ningún robot ha podido desarrollar.
El Foro Económico Mundial publicó una tabla comparativa donde se contrastan las habilidades blandas con más demanda del 2015 y las del 2020.
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Dos habilidades cayeron completamente del top diez: el control de calidad y la escucha activa. Sin embargo, cabe destacar que la inteligencia emocional, que antes no se encontraba en la lista, ahora tiene un espacio.
Además, la creatividad escaló siete posiciones y está entre las tres habilidades de más alta demanda. Esto se puede atribuir al hecho de que ahora se necesitan personas altamente creativas para saber cómo beneficiarse de los cambios en el entorno laboral y sacar el máximo provecho, a fin de potenciar a las empresas o instituciones para las cuales trabajan.
2020 | 2015 |
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1. Resolución de problemas complejos | 1. Resolución de problemas complejos |
2. Pensamiento crítico | 2. Coordinación con los demás |
3. Creatividad | 3. Gestión de personas |
4. Gestión de personas | 4. Pensamiento crítico |
5. Coordinación con los demás | 5. Negociación |
6. Inteligencia emocional | 6. Control de calidad |
7. Juicio y toma de decisiones | 7. Orientación de servicio |
8. Orientación de servicio | 8. Juicio y toma de decisiones |
9. Negociación | 9. Escucha activa |
10. Flexibilidad cognitiva | 10. Creatividad |
Retos para los países
Hay una serie de medidas que se podrían aplicar para aprovechar al máximo la automatización y, a la vez, mitigar sus efectos negativos. El Foro Económico Mundial sugiere las siguientes:
Repensar los sistemas de educación: Uno de los problemas más grandes que ha arrastrado la educación desde el siglo pasado es la dicotomía entre las humanidades y las ciencias. Como consecuencia de la Revolución Industrial, la línea entre lo social y lo tecnológico se ha vuelto difusa, por lo que no tiene sentido mantener una división estricta en la academia. El foro sugiere que los gobiernos trabajen al lado de las empresas para crear un currículum que verdaderamente se adapte a las necesidades del trabajador del siglo XXI.
Incentivar el aprendizaje de por vida: En muchos países la tasa de natalidad está bajando y la población está envejeciendo. Esto quiere decir que, aunque reestructurar la educación en la juventud es primordial, no es suficiente.
Hacer uso de datos: Tanto los gobiernos como las empresas van a tener que hacer un mejor uso de los datos para poder planear la composición de la fuerza laboral y el manejo del talento. De esta manera también se podrá prever cambios en las industrias y ocupaciones, y tomar acción de antemano.
Colaboración entre los sectores público y privado: Nos tendremos que concentrar más en la colaboración que en la competencia para poder sobrellevar los cambios laborales que se acercan. Los aportes entre lo público y privado ayudan a que los proyectos sean más expeditos y efectivos. De esta manera se pueden mejorar calles, medios de transporte, parques, campañas de reciclaje, etc.
Efectos del COVID-19 en el trabajo
La pandemia que vivimos en la actualidad cambió radicalmente muchas de las cosas a las que estábamos acostumbrados: modificó la manera de saludarnos, la forma de hacer nuestras compras, el lugar desde donde trabajamos y estudiamos, así como nuestro interés por las medidas de higiene.
Según la especialista Katherine Reilly, politóloga y economista, la crisis sanitaria ha acelerado y exacerbado los cambios en los empleos.
Para Reilly, empresas como las que ofrecen el servicio de entregar paquetería a las casas, e incluso hacer las compras de supermercado, han visto potenciado su negocio y, por ende, han aumentado en personal. Mientras tanto, muchos otros están perdiendo su trabajo, por ejemplo, las personas que trabajan en aerolíneas y aeropuertos.
Reilly considera que muchos están esperando el momento en que todo vuelva a la normalidad, pero quizá ya nada nunca volverá a ser igual. Después de todo, nos dimos cuenta de que es muy cómodo que nos traigan las compras hasta la puerta de la casa.
“Creo que es muy importante que los países en vías de desarrollo piensen bien sobre el tipo de política pública que pueden implementar para beneficiarse de estos cambios. Deben enfocarse en establecer reglas que garanticen trabajo decente sin que esto signifique bloquear el acceso al trabajo de ningún sector de la población”, manifiesta la politóloga.
Alfabetización digital
Con el COVID-19, el futuro parece haber llegado antes de lo esperado. Para afrontar esta situación es muy importante que los trabajadores tengan conocimiento de algoritmos, datos y plataformas digitales en general.
Todas las personas deberíamos tener un buen entendimiento de las nuevas ofertas laborales para saber comparar y evaluar las oportunidades y las condiciones de trabajo.
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La alfabetización digital o de datos requiere de entrenamiento sobre cómo funcionan las tecnologías y cómo se usan los datos personales y comunitarios. También significa conocer cuál es el valor de los datos. Por ejemplo, en Costa Rica existe una ley de protección de los datos personales, pero es poco conocida entre la población.
A pesar de todos los cambios y la robotización de las labores, tenemos que reconocer el valor de los trabajadores. Según Katherine Reilly, como respuesta a la pandemia, “hemos visto la importancia de las personas que traen nuestras compras, los que limpian, el valor enorme del personal médico, entre muchos otros seres humanos que tienen un papel fundamental en la sociedad”.
Teletrabajo: una lección de la pandemia
Para muchas personas el teletrabajo ya era una alternativa en sus labores; para otras, es una dinámica completamente nueva y exige ajustes en los espacios físicos de la casa, en la manera de organizarnos con nuestros equipos y, por supuesto, cambios en nuestra mente para ser productivos desde un espacio donde hay múltiples distracciones (el televisor, el radio, los hijos, las obligaciones de la casa, etc.).
Crear o acondicionar un espacio físico adecuado para trabajar es fundamental. Como mínimo se debe contar con un escritorio y una silla confortable; la silla ideal se debe poder ajustar para usar el teclado con las muñecas y los antebrazos derechos y nivelados con el piso.
Asimismo, es imprescindible que cada trabajador cuente con una computadora, ya sea portátil o de mesa, y una conexión estable a Internet.
Si en su oficina eran rutina las reuniones semanales, puede mantener al equipo conectado a través de videoconferencias gracias a aplicaciones gratuitas como Meetup, Zoom, Microsoft Team, Webex, WhatsApp, HangOuts, entre otras.
Optimice el trabajo desde casa
- Es importante que el trabajador tenga un espacio físico en la casa. Los expertos sugieren que sea un lugar con buena ventilación e iluminación.
- La concentración es fundamental, tanto como establecer un horario de trabajo y ajustarse a él como si se estuviera en la oficina.
- Es ideal mantener contacto con los compañeros de trabajo mediante las herramientas tecnológicas que facilite la empresa o compañía.
- Se recomienda llevar un control diario de las tareas y de las que resultan más prioritarias para avanzar en proyectos.
- Como medida de precaución, es aconsejable realizar copias de seguridad del material de trabajo, así como utilizar sitios seguros, antivirus en los equipos y no compartir las contraseñas.
- En la casa, es sencillo distraerse. Organice el tiempo de tal manera que tenga espacios para atender asuntos personales como llamadas telefónicas o responder correos.
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Historia de cambios
Para tener un mejor entendimiento de qué provocó esta cuarta y nueva revolución industrial, y qué implicaciones tendrá en el futuro, hay que darles una mirada a que la precedieron.
La primera revolución industrial tomó lugar en Inglaterra desde mediados del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX. Como todas la otras que la siguieron, tenía como meta principal optimizar el trabajo. Es decir, pretendía aumentar la productividad al menor costo posible.
Esta época fue tan trascendental que tuvo un impacto en casi todos los ámbitos de la vida cotidiana. Por ejemplo, previo a la primera revolución industrial, un 80% de la población mundial se dedicaba a la agricultura. Era un trabajo arduo que requería la participación de toda la familia desde el amanecer hasta el anochecer. Sin embargo, en el momento que se logró usar maquinaria para aliviar la carga de trabajo, la participación de los niños y las niñas ya no era necesaria. De esta manera se empezó a desarrollar la educación formal en la infancia. La motivación para esta iniciativa también recaía en que las nuevas industrias iban a necesitar un personal más capacitado y obediente, por lo que era beneficioso educar a los niños desde temprana edad.
Posteriormente, la segunda revolución industrial tomó lugar desde la segunda mitad del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Se basó en el descubrimiento del uso de la electricidad y la manufactura masiva. Esta época trajo consigo el automóvil, el bombillo y muchos inventos relacionados a las telecomunicaciones como el cable transatlántico telegráfico y, luego, el teléfono.
Finalmente, la tercera revolución industrial, también conocida como la revolución digital, ocurrió en la segunda mitad del siglo XX. En tan solo unos pocos años se inventaron las impresoras, el fax, las computadoras y el Internet.
Fuentes: Katherine Reilly, doctora en Ciencias Políticas y licenciada en Economía; Leonardo Solórzano, director de Investigación y Desarrollo de Grupo CESA; informe El futuro del trabajo en América Latina (25 de febrero 2020), del autor Sergio Bitar; reporte El futuro del Trabajo (2018), del Foro Económico Mundial; y La cuarta revolución industrial, de Klaus Schwab.