En las verdes faldas del majestuoso Volcán Poás de Costa Rica, se encuentra el pueblo de San Roque. En ese enigmático lugar, cuna de serpientes e historias, nacen tres cervezas, elaboradas con agua pura de manantial bajo un proceso artesanal que las convierte en experiencia digna de probar.
En el 2017 la ciudad de Grecia se convirtió en la casa de la cervecería artesanal San Roque, cuyo nombre proviene del pueblo del que es oriunda la familia Ocampo Solís, propietarios de esta cervecería independiente, asociada a la Asociación Nacional de Cerveceros Artesanales de Costa Rica.
Tras casi dos años de procesos de experimentación y pruebas logran lanzar al mercado tres alternativas de cerveza: La Terciopelo, La Matabuey y La Cascabel.
Sus propietarios afirman que han logrado el equilibrio en cada receta y proceso. De forma que cada botella de la misma línea se logra saborear igual que la anterior. Esa perfección en la elaboración les da seguridad en su producto que afirman va dirigido a convertirse en una cerveza nacional de exportación.
La marca espera generar empleo para al menos 30 personas de la zona.
“Nuestras cervezas se han diseñado y desarrollado enfocadas en el gusto del consumidor y no del productor, sin perder la magia de lo artesanal y guardando la calidad de un producto realmente alto en calidad y sabor”, detalló David Ocampo, socio de San Roque.
Ocampo explica que sus recetas buscan realizar productos atractivos, amigables, y maridables con la cocina criolla.
“La elección de las serpientes regionales (de Centroamérica) proviene del encanto místico que tienen en la cultura popular costarricense. Las serpientes inspiran fascinación y sentimientos de una manera que ningún otro animal inspira, ya que son animales altamente sofisticados, admirados y temidos por el hombre, son fuertes y se dejan guiar por su instinto, pero calculan muy bien sus movimientos antes de ejecutarlos; unido a la filosofía que es un cazador muy seguro de sí mismo por lo que disfruta intimidando a sus adversarios”, explica Ocampo.