Ángela Bonilla recuerda que la primera vez que escuchó sobre un Centro de acopio fue hace 14 años. Ocurrió en una misa dominical y lo mencionó el cura de San Rafael de Heredia. Era, en ese momento, un incipiente proyecto ideado por un maestro pensionado -Fernando Matamoros- para crear un espacio comunal donde recibir material reciclable.
Hoy, Bonilla es la piedra angular de ese establecimiento y una de las encargadas de mantener el legado de Matamoros. No obstante, el panorama es ahora diferente pues el centro se ha ampliado: cuenta con 12 empleados que logran obtener entre 25 y 30 toneladas de material productivo al mes. Ángela, coordinadora del lugar, ha sido testigo del crecimiento, tal vez porque se ha reflejado en ella misma: fue allí donde aprendió a usar una computadora, a facturar, a negociar con los clientes y a velar por el control de calidad.
Ángela Bonilla tiene a su cargo el centro de acopio de San Rafael de Heredia, una comunidad que se destaca por su compromiso con el manejo de residuos.
"Don Fernando Matamoros me llamó y me preguntó si me gustaría participar. Desde entonces, empezamos a hacer reuniones. Al principio veníamos de 7 a 11 de la mañana pero el volumen fue aumentando. Así fuimos llegando más personas", cuenta con la gabacha puesta y sin dejar de sacar tarros de plástico de cientos de bolsas.
Cada uno va para un cesto específico, según color o material. Posteriormente, pasan a secado -si es necesario- y una compactadora, donde lo que fue concebido como un envase encuentra un mejor destino que un basurero a cielo abierto, un relleno sanitario o -peor aún- la orilla de un río o una alcantarilla.
"Clasificar por cada tipo es una cosa que nos ayuda demasiado: que el cartón y el papel vengan aparte y los envases tetrabrick, enjuagados", añade Bonilla y, aunque reconoce que una buena parte así lo hace, la separación meticulosa no es una práctica generalizada, ni siquiera para los vecinos de ese cantón herediano, donde se cuenta con un plan integral de manejo de residuos sólidos desde el 2003 -siete años antes de que se aprobara una ley sobre el tema, en el 2010-.
Las posibilidades de la basura
San Rafael de Heredia se constituyó como un municipio modelo en reciclaje y manejo de residuos, junto a otros como Alvarado, Jiménez, Pérez Zeledón, Santo Domingo, Desamparados y Nicoya. Así lo explica Maritza Fallas, asesora de la Presidencia Ejecutiva del Instituto de Fomento y Asesoría Municipal (IFAM). Todos han creado programas para recolectar y reciclar parte de sus desechos.
"También se han preocupado por mantener constante comunicación con la ciudadanía, incluso en medios sociales, buscan sensibilizar a la población para que en los mismos hogares se haga la separación de los residuos", explica Fallas.
Gran parte de ellas ya tenían camino adelantado para el 2014, cuando la Ley 8839 (Ley de Gestión Integral de Residuos) indicaba que las 81 municipalidades del país debían incluir un plan de acción en el manejo de residuos.
En San Rafael de Heredia, el proyecto nació en el seno de la comunidad, gracias a Matamoros y el Club de Leones, y pasó a ser administrado por la municipalidad en el 2014. "Tenemos un camión recolector con el que abarcamos el 70% del cantón, tanto en domicilios como en empresas privadas", explica Martín Azofeifa, Encargado de Administración General del municipio.
A los tres empleados que cada día recorren los barrios del cantón herediano, se suman 12 que trabajan en el Centro de acopio, distribuyendo desechos en más de 40 categorías distintas. El espacio del centro, sorprendentemente ordenado y limpio, cuenta con un sistema donde se ha automatizado el arte de transformar basura en inversión social. No hay espacio para los malos olores ni para el desperdicio, elementos como las tapas de botellas (no reciclables) se separan para que sean donadas a escuelas con fines didácticos.
"La gente se olvida que un centro de acopio no siempre es rentable, en muchos centros privados no le invierten a productos que no les generan rentabilidad. Nosotros si lo hacemos. Esa brecha entre costo y beneficio no es un gasto, le llamamos un costo socioambiental. Esto no es para generar dinero sino para las futuras generaciones: además de crear la cultura del reciclaje de la separación y la reutilización", manifiesta el alcalde de San Rafael de Heredia, Verny Valerio.
Una de las más ambiciosas páginas del municipio en materia ambiental es un plan piloto para convertir los residuos orgánicos en abono. Iniciado en el 2015, se eligieron 200 hogares que aceptaron recibir capacitación para separar cáscaras, sobrantes de comidas, bolsas de té, café, servilletas blancas, etc. Un camión recoge esos desechos y los entrega en un espacio experimental, ubicado en el Paradero Turístico Monte de la Cruz, al norte de la comunidad.
Rodeado de árboles de pino y flores, la "basura" más maloliente en un camión recolector o un vertedero se convierte en alimento para la tierra en ocho "camas" de abono que Gustavo Ramírez trabaja en medio del frío de la montaña.
Los miércoles, día que recibe el material, lo mezcla con aserrín, borucha y un componente llamado EM (Microorganismos Eficaces, por sus siglas en inglés). Durante ocho semanas, Ramírez controla la temperatura y revuelve esas pequeñas montañas de tierra o camas. Hasta alcanzar un abono de alto nivel de pureza. "De 500 kilos de desechos orgánicos, se terminan produciendo unos 200 kilos de abono orgánico. Los 200 kilos de sobrantes que se generan vuelven a ir a los nuevos 500 kilos que recibimos", comenta Ramírez. Acá, nada se desperdicia.
"Le dimos al punto y ahora estamos produciendo abono que vamos a utilizar para el mantenimiento de las zonas comunales, los parques, las canchas de fútbol. Creemos que en un futuro cercano podríamos vender abono orgánico y uno de los compromisos de la alcaldía es darle estabilidad al proyecto y extenderlo a la totalidad del cantón en los próximos cuatro años. El objetivo es que en San Rafael podamos reducir en un 60 o 70% la producción de basura", dice Valerio. En la actualidad, los 200 hogares implicados en el proyecto han reducido la basura en, aproximadamente, un 40%.
Estrategia nacional
No obstante, el caso de San Rafael de Heredia es particular. Costa Rica solamente recicla el 1,27% de los desechos que produce, según lo estimó la Contraloría General de la República. "El Ministerio de Salud que es el ente rector en el tema de residuos no cuenta con recursos para el seguimiento de la ejecución de esta normativa", aclara Maritza Fallas con respecto a la Ley 8839.
Este año se ha puesto en marcha una Estrategia Nacional de Reciclaje, que complementará lo estipulado por la ley, la Política de Residuos y del Plan Nacional de Gestión Integral de Residuos. Esta fue conformada por más de 400 actores sociales involucrados en el tema. La propuesta involucra unir a la ciudadanía, las empresas privadas y los gobiernos locales para manejar mejor una parte de las 4000 toneladas diarias de desechos que se generan en el país.
"Una de sus metas es asumir el gran reto de pasar de un 1.27% de residuos que se reciclan a un 15%", sostiene fallas. El problema es más complejo con materiales como empaques tetrabrik, los desechos electrónicos, los residuos peligrosos -como componentes de computadoras o las baterías- pues, muchas veces deben ser asumidos por municipios aunque la ley, aclara la especialista del IFAM, le asigna la responsabilidad de estos al importador o productor.
La propuesta incluye un sistema de clasificación de residuos por color en ocho categorías. También, propone un sistema de recolección que puede ser acogido por las municipalidades: lunes y jueves, para residuos orgánicos; miércoles, los reciclables; y los viernes, la basura. Los "especiales" (como residuos químicos) se recogerían una vez al mes, según lo determine cada comunidad.
También se busca que cada municipalidad tenga un centro de acopio o otro para compostaje. Las etapas futuras del proyecto incluyen creación de una "bolsa virtual" para vender los residuos y una herramienta para valorar los residuos. Así, los Centro de Acopio dejarán de depender de las empresas y lo que estas estén dispuestas a pagar por los recursos separados para su reciclaje. La meta es que el país recicle 600 toneladas diarias para el 2021, que una propuesta que Ángela Bonilla escuchó del cura de su barrio sea un acto natural que generaciones futuras aprenden desde sus primeros años.