La tierra de samuráis, ceremonias del té y templos milenarios es también la que alberga una asombrosa tecnología de punta, una contagiosa cultura pop y una reconocida gastronomía moderna. Se trata de Japón, la llamada tierra del sol naciente, nombre acuñado por sus vecinos de China, quienes la veían como el lugar desde donde salía el sol.
Visitar Japón es –efectivamente– enfrentarse a un sinnúmero de contrastes. Tokio, su capital, ubicada en las cercanías de la costa, tiene poco menos de 14 millones de habitantes y es el mejor ejemplo de la sutil danza entre la preservación de las tradiciones y el estar a la vanguardia. ¿Cómo vivir esas contradicciones? Algunos consejos le ayudarán a navegar esta fascinante ciudad.
Transporte del futuro
Estación de Shinjuku
Visitar una estación de tren quizá podría parecer una extraña recomendación. En el caso de Tokio, es casi seguro que pasará por la de Shinjuku. La sugerencia es, entonces, disfrutar de ese espacio más allá de su funcionalidad y admirarlo como el centro de conexión ferroviario moderno más concurrido de todo el mundo.
Shinjuku, además de una estación, incluye un centro comercial, un mercado, un mall subterráneo, así como cientos de tiendas y locales para comer. Allí llegan trenes de múltiples líneas –tanto locales como regionales– y, por tanto, no es de extrañar que diariamente transiten aproximadamente 3,5 millones de personas. Además, de esa estación sale el Shinkansen, el icónico tren de alta velocidad, ideal para visitar ciudades vecinas.
Definitivamente vale la pena dedicar un rato a explorar la estación de Shinjuku, vivir la hora pico y perderse en este famoso espacio.
Akihabara: el barrio del animé
Japón automáticamente se asocia con Pikachu, Gokú, Ranma y otros muchos personajes de las famosas tiras cómicas japonesas (manga) o las series animadas (animé). Por eso resulta natural que, al aterrizar en Tokio, sean muchos de estos personajes los que le den la bienvenida. Si le interesa profundizar en la cultura animé, hay un barrio icónico conocido como Akihabara. Ese es el espacio obligatorio para otakus, el nombre en japonés para los fanáticos de esta cultura. Allí encontrará múltiples tiendas de coleccionables, máquinas de juego y muchísimos “manga cafés” o restaurantes temáticos asociados con personajes o series animadas específicas.
Edificio MORI TeamLab Borderless: un museo digital
Ubicado en la zona de Odaiba, este museo se sale de lo convencional. Se trata, más bien, de una experiencia sensorial que combina la última tecnología de proyección de imágenes con un diseño de interactividad ideal para impresionar a personas de todas las edades.
El espacio es de aproximadamente 10 mil metros cuadrados y alberga 470 proyectores que logran crear espacios fantásticos e inesperados.
La propuesta es de un colectivo de arte, TeamLab Borderless, que exitosamente ha llevado sus instalaciones artísticas a diferentes espacios en todo el globo. Sin embargo en Tokio, sitio de su nacimiento, esta agrupación se ha dado a la tarea de generar todo un mundo experiencial dividido en diferentes salas dentro del edificio MORI. Así es como, al mezclar luz, color, sonido e interacción, se produce una vivencia incomparable. Ver una catarata de luz y flores, participar de un cortejo de animales fantásticos o sentir cómo volamos con pájaros de colores es posible en este fantástico museo digital.
Tradición
Santuario Meiji: una escapada de la metrópoli
Salir de una ocupadísima estación de metro y entrar al bosque donde se encuentra el Santuario Meiji es cruzar un portal al pasado. Un total de 70 hectáreas rodean el santuario sintoísta principal, dedicado a los espíritus deificados del emperador Meiji y la emperatriz Shoken. Allí el sonido repetitivo de las chicharras y el viento en los árboles distraen de la locura de Tokio y trasladan a un espacio de meditación y tranquilidad. Además de tomar un minuto para recibir las mejores vibras de este espacio lleno de misticismo, cualquier visitante puede hacer una contribución monetaria y obtener, a cambio, un mensaje de la buena fortuna en la forma de un poema de la emperatriz Shoken. Luego de visitar el santuario principal, aventúrese en sus hermosos jardines y piérdase entre verdaderos bonsai.
Templo Sensoji en Asakusa: el más antiguo
Este templo budista es, sin duda, un sitio obligatorio para cualquier visitante en Japón. Se trata del más antiguo de Tokio, construido en el año 645 D. C., y uno de los más impresionantes de la ciudad. La bienvenida la da la enorme puerta de Kaminarimon o puerta del trueno, llamada así por las deidades del viento y el rayo que la protegen. Allí la enorme linterna tradicional es el primer paso antes de la calle Nakamise Dori, pasaje que guía hasta el templo principal y que es un destino turístico en sí mismo, pues se encuentra lleno de pequeñas tiendas de souvenirs y comidas tradicionales. Podría parecer un espacio moderno ideado para atraer visitantes, pero en realidad esta calle y muchos de sus pequeños locales tienen más de 100 años de vender recuerdos y alimentos.
El templo principal es una obra de arte que vale la pena visitar. No olvide observar la hermosa pagoda de cinco pisos construida en el siglo X. La recomendación es ir durante la noche para apreciar la iluminación de Sensoji.
Museo Nacional de Tokio: un repaso por el arte japonés
Para conocer un poquito de la historia japonesa es requisito visitar el museo más antiguo de Japón. Ubicado en el parque Ueno –centro cultural en sí mismo, al albergar una serie de museos y templos– el Museo Nacional muestra una colección detalladamente curada que hace un recorrido por algunas de sus obras de arte más icónicas.
Allí podrá conocer una impresionante exposición de arte budista, medieval japonés y otros denominados tesoros nacionales del Japón: piezas únicas de arte de incomparable importancia y belleza.
La tierra del sol naciente, con sus contradicciones, es, en definitiva, un destino que fascinará a personas de todas las edades y las encantará con su mezcla de tradición y futuro.