David Patey es rubio, alto, sonriente y muy seguro de lo que hace y dice.
Saluda con cordialidad a todos, tal como lo hizo desde que era un chiquillo, pues, según confiesa, en su casa nunca nadie le dijo que no hablara con extraños.
"Yo hablaba con todo el mundo. Siempre quería saber de la gente", dice. Esa misma naturalidad para socializar, la tiene para ver y hacer negocios, aunque esta última se apoya también en una buena ración de persistencia y otra de astucia.
Busca ganancias en los negocios, claro. Pero, también un sentido social en lo que hace.
Eso, lo aprendió cuando, en su adolescencia, un cuñado lo integró intensamente a hacer trabajo social.
En 2003 se vino de Estados Unidos a Costa Rica. Aquí, como lo ha hecho desde sus veintes, lidera una serie de empresas, incluida Zota Card, la más nueva, que resume su historia y experiencia.
Zota Card. Esta iniciativa promueve una red de negociantes del sector construcción en donde cada participante puede intercambiar sus bienes o servicios para adquirir otros que necesita.
El modelo ofrece crédito a los empresarios y les da la oportunidad de pagar con sus productos o servicios, tan pronto los vendan. Paralelamente, Zota Card fomenta esa red de contactos del gremio, de manera que cada usuario pueda darse a conocer, encuentre nuevos clientes y haga más negocios.
"Zota Card trabaja para traerle clientes", dice Patey y agrega que es una herramienta útil para empresarios cuya capacidad de producción supera a sus ventas.
Los interesados deben ingresar sus datos en la página www.zotacard.com. Luego acuden a una entrevista y, posteriormente, pueden integrarse al sistema, con el uso de una tarjeta crediticia. Una vez en el sistema, entran en contacto con otros usuarios y les es más probable vender y pagar el financiamiento.
"Zota Card es una herramienta de manejo de flujo de caja de cualquier empresa (...) Es una empresa que ayuda a comercializar lo que su negocio vende (...) Zota Card presta dinero para que las empresas puedan comprar lo que necesiten y lo cancelen con su propio producto terminado o servicio al venderlo a clientes, que nosotros les traemos", asegura Patey.
Un ejemplo que alimenta este concepto es cuando Patey vendía jacuzzis en su pueblo. Estaba en un local comercial y vendía dos jacuzzis por semana. Luego, intentaron exponer más el producto y se instalaron en los parqueos de Walmart; así lograron vender de 7 a 9 por semana. Pero, cuando lograron que una empresa financiara los productos, vendieron 30 por semana. La exposición les ayudó, junto con el financiamiento y esto es lo mismo que propone Zota Card.
Sector construcción. El ámbito de la construcción es muy familiar para Patey.
Algunos de sus diez hermanos trabajaban en eso y él se involucró en el negocio desde que era un joven flaco y pequeño.
Según cuenta, a los 16 años dejó el colegio y fungía como maestro de obras de la empresa de sus hermanos que hacía patios, jardines y decks, todos muy bien acabados.
Más adelante, vendió e instaló jacuzzis, tuvo una empresa que alquilaba a las constructoras contenedores para botar basura, tuvo otra que vendía tapias y estuvo en otras iniciativas relacionadas con este campo. Incluso hoy, su esposa es propietaria de una constructora.
De ahí, su facilidad para crear un servicio como Zota Card, en donde se conjuga su experiencia en el campo, su conocimiento en financiamiento y sus habilidades para crear redes de trabajo.
"Algo que he hecho en Costa Rica, por muchos años, es ayudar a empresarios a solucionar el problema de flujo de caja. Porque, por medio de un préstamo, ellos logran poner a trabajar la máquina de su empresa otra vez', explica Patey.
Trabajo y ganancias. Aunque nació en Israel, a los dos años se fue con su familia a Estados Unidos y se autodenomina 'gringo'.
Como integrante de una familia grande, asegura que siempre tuvo mucha libertad, pues en medio del alboroto de tener 11 hijos en casa, el mayor esfuerzo de sus padres era 'mantener controlado el desorden'. En casa tenía que estar siempre en dos momentos clave: a las 5 p. m. para la cena y a las 9 p.m. cuando salía el sol; esos eran los momentos en que se verificaba que los integrantes de la familia estuvieran completos.
El resto del tiempo, el joven Patey socializaba y canalizaba su arrolladora energía.
"Yo era un niño requetehiperactivo. Mi maestra de sexto grado le dijo a mis papás que yo terminaría en la cárcel o como una autoridad máxima de la iglesia. Era inquieto", resume.
Adicionalmente, cuando tenía 10 años su padre perdió la vista, por lo que hubo más libertad y un poco más de interés por conseguir sus propios ingresos.
"Nunca recuerdo haber recibido ropa nueva ni zapatos nuevos. No me molestaba tampoco.
Entonces, cuando yo gané mi primer dinero para comprar mi propia ropa,me fascinó. Tenía unos 14 años, tal vez. Nunca nos sentimos pobres. Siempre teníamos comida en la mesa. Nunca pasamos hambre, pero vi que hubo ratos en que papi, de verdad, no tenía un cinco. Aunque siempre tuvimos un techo. Uno tenía que aprender a ser creativo", recuerda.
Su primer trabajo fue lavando platos en un restaurante chino, tres horas al día.
Luego aprendió a cambiar algo por un precio mayor y ahí comenzó a crear riqueza.
"Recuerdo que cambié un jacuzzi por un jet sky; vendí el jet sky dos días después y gané $1.600. Eso fue a los 16 años. Con eso invité a una amiga a tirarnos de un paracaídas", recuerda.
A los 16 años ganaba $2.000 al mes, que en ese entonces era muchísima plata. Construía patios en la mañana y en la tarde entregaba jacuzzis. Trabajaba 18 horas al día y nadie lo controlaba.
El valor social. Cuando tenía 17 años, David Patey se fue a vivir a la casa de una hermana. Su cuñado lo recibió y lo involucró en el servicio social, lo llevó de regreso a la iglesia y le enseñó el valor de servir.
"Todos mis hermanos son sociables y empresarios, pero entre todos soy el más entregado a terceros', afirma.
"Yo no trabajo de gratis. Mi motivación no es dinero, pero el dinero es necesario para todos. El servicio es clave", dice Patey,como quien piensa en voz alta.
Luego de hacer el servicio social con los mormones, terminó el colegio. Incluso fue a la universidad, pero solo un año y regresó al mundo de los negocios.
"En 1999, cuando me casé, tenía mi primer empresa era de recolección de basura, yo alquilaba contenedores a sitios de construcción, porque en Estados Unidos no se puede quemar o enterrar la basura. Yo manejaba el camión, alquilaba el contenedor. La hice crecer y la vendí en 2004, seis meses después de venir a Costa Rica. Tuve, en este mismo tiempo,una empresa de construcción de tapias de plástico", recuerda el empresario de 40 años de edad.
En 2003 llegó a Costa Rica. No hablaba español, pero como es hablantín por naturaleza, aprendió rápido.
De esta forma, una iniciativa como Zota card es una acumulación de 20 o 30 años de experiencia que reúne lo aprendido en tantos negocios, con personas, con necesidades y con empatía.