Gilberto Santa Rosa es el flamante Caballero de la Salsa; ese título lo lleva muy bien puesto y no se lo arrebata nadie. Así lo demostró este viernes 21 de noviembre en Parque Viva, en un concierto en el que sus fans gozaron casi dos horas de exquisita salsa.
El espectáculo, que estaba pactado para las 7 p. m., se atrasó por periodo de 1 hora a razón de unos bloqueos viales que afectaron las zonas aledañas al recinto; pero no hubo penas, los fans del boricua convirtieron la impaciencia en conversadera y mucho baile. El buen repertorio de un DJ acompañó al público en la espera, moviéndose entre ritmos que iban de la cumbia a la salsa, pasando por la bachata e incluyendo hasta Y.M.C.A., de Village People.
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A las 8:10 p. m. se apagaron las luces y el diseño de una mano apareció en pantalla. “Registrando huellas” se leía en la animación inaugural, dejando en claro que se trataba del auténtico Gilberto Santa Rosa. Efectivamente, el mismísimo Caballero de la Salsa saltó a tarima vestido de traje marrón, enloqueciendo a su público.
La agarro bajando fue la canción elegida para el inicio del espectáculo. Santa Rosa dejó la expectativa de su público ‘subiera’ hasta rozar los límites, para luego agarrarlos con la guardia ‘baja’ y regalarles una noche de rica salsa.
Desde esa primera canción, se hicieron presentes dos factores que serían la tónica de la noche: el bailongo general en el Anfiteatro Coca-Cola y la brillantez de la orquesta; ejemplificado a la perfección en el espectacular solo que interpretó la trompetista.
Además, el cantante boricua se soltó con sus clásicos pasos de baile, que sin ser apabullantes proyectan una perfecta combinación entre sabor y elegancia, y que no cualquiera amalgama con tal maestría.
Derroche fue una de las canciones que, de arranque, cautivó a los espectadores, quienes comulgaron con el verso de la movida y romántica pieza, la cual dice: “Yo quiero que se repita esa noche”.
Santa Rosa es un imprescindible de la música y atesora por montones los éxitos, pero no es una gloria pasada ni vive del nombre. Prueba de esto, fue que la noche también tuvo espacio para nuevas experiencias.
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Con un halo de misterio, el salsero se apartó del centro del escenario y en la gran pantalla se leyó: “Gilberto Santa Rosa presenta un nuevo boogaloo”. Se trató de Vamos a ver, pieza que incluyó en su más reciente disco Debut y Segunda Tanda, Vol. 2, y que está a la altura del resto de su repertorio.
“Encantado de volver a Costa Rica. Muchas gracias; gracias por su cariño, su paciencia. Gracias por prestarnos su noche de viernes. Hace rato que no veníamos por aquí”, dijo al aforo, que respondió con gritos de júbilo.
La velada, como la discografía del puertorriqueño, tuvo canciones para todos los gustos. Aunque en tono de broma, Santa Rosa le pidió disculpas a los enamorados porque la mayoría de sus canciones son de desamor.
“A nosotros los latinos nos encanta sufrir por amor. Hay gente que está perfectamente feliz y su canción favorita es la más triste. Hace tiempo trabajamos en una boda y los casados me pidieron que le cantara su canción. Era Conteo regresivo... El hombre tenía las maletas en la puerta y no se había dado cuenta”, comentó.
Posterior a este diálogo, introdujo un popurrí de boleros, género que marco los inicios del artista.
Ahora o nunca fue otra de las canciones nuevas que Santa Rosa presentó en Parque Viva. De paso aprovechó para dejar tarea y mandó a los presentes a que, terminado el concierto, le dieran play a su nueva producción en las plataformas digitales.
La noche transcurrió en compases de romanticismo y percusión latina, manejados inigualablemente por una voz que, como la buena salsa, no deja de estar fresca. Yo no te pido, Almas gemelas y For Sale deleitaron a los espectadores que con el tiempo deshicieron el molote para buscar su espacio y soltar piernas y caderas.
No es novedad, pero en este concierto quedó claro que Conteo regresivo es la canción favorita de mucha más gente que aquella pareja que rememoró el cantante. En el tema, los números se van descontando, pero el calor de la gente solo fue en ascenso y la puntuación de aquella interpretación se quedó en un 10.
Ya casi, al cerrar el espectáculo, varios de los éxitos de Santa Rosa, entre los que destacó Lo grande que es perdonar, se mezclaron en una sola y poderosa intervención musical que fue bailada y aplaudida a más no poder.
El adiós llegó con una canción que no podía brillar por su ausencia. El Caballero de la Salsa guardó uno de sus manjares para el final y con Que alguien me diga se despidió del escenario dejando a los espectadores gritando “otra, otra” al aire.
No hay duda, al Caballero de la Salsa se le espera el tiempo que sea. Así lo mostró la emoción del público, que lo único que lamentó fue que la noche fuera más corta de lo esperado.