¿Para qué ponerle cabeza a un producto exitoso por su efectividad? Esa pregunta probablemente rondó las oficinas de los productores ejecutivos detrás de Aventura y Romeo Santos. Siendo honestos, ¿para qué molestarse en innovar cuando se sabe que el público va a devorar lo que sea que ofrezca un nombre bien posicionado?
Desde que comenzaron en los años noventa, la banda se convirtió en el epítome de la bachata urbana. Romeo Santos, con astucia, replicó la fórmula en su carrera solista, evocando a la sensualidad rítmica junto a letras de amor pleno y desilusión amorosa. Entre ambas etapas, su cancionero parece diseñado para un “hit parade” interminable, con títulos dignos de novela y coros contagiosos.
En su reciente presentación en Costa Rica, como parte de la gira Cerrando Ciclos, el show solo se desvió de la bachata un par de veces, regalándonos joyitas de reggaeton como Ella y yo y Noche de Sexo. Son piezas con letras que, no me cabe duda, se escribieron con prisa.
Para su fanaticada, el cantante representa un espectáculo en sí mismo. Su timbre de voz adolescente, podría llegar a ser agotador para el oyente ocasional, pero para quienes lo adoran, es irrelevante. Tampoco necesita un gran discurso; sus frases cliché funcionan a la perfección: “¿Dónde están las mujeres solteras?”, o “¿Dónde están las mujeres mentirosas?”, provocaron un alarido masivo. Fue igual con cada canción—o más bien con cada fragmento de canción—.
El espectáculo incluyó cerca de 35 títulos de los cuales sonaron pedacitos. Recibimos la estimulación parecida a la de hacer scroll en redes sociales. Intro, verso, coro y listo, pasemos a la siguiente canción: Intro, verso, coro, sigue un solo extenso de guitarra chillona y que venga el siguiente fragmento. Cada pieza apenas asomó la cabeza antes de ser reemplazada por el siguiente hit. Una verdadera sesión de zapping musical, ideal para la época de la gratificación instantánea.
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El público lo disfrutó como comida rápida. No había tiempo que perder en profundidades innecesarias; se trataba de recibir lo esencial, digerirlo rápido, y pasar al siguiente.
Visualmente, el show no pretendió ser más que lo justo: fuego y humo desde unos cañones que parecían dispararse cuando les venía en gana. Las pantallas no hicieron más que mostrar al cantante en tamaño gigante; ¿para qué más?
No faltaron espacios para que Romeo soltara alguna que otra perla machista, disfrazada de romanticismo, celebrando al hombre proveedor o exaltando la belleza femenina. Ahí estaban, los aplausos a la orden del día.
Realmente no hay misterio en el éxito de Aventura y Romeo Santos: letras simples, lugares comunes y una interacción que se puede digerir sin esfuerzo. Es un recordatorio de que no es necesario explorar cuando lo probado funciona. A veces, apelar a lo más básico de la naturaleza humana es suficiente para llenar estadios.
El concierto
El artista: Aventura y Romeo Santos
Fecha: 5 de octubre
Lugar: Estadio Nacional
Organización: AIB Booking and Productions, Stockwell Entretenimiento y H Barboza