Íntimo, tierno y hasta paradójico. Así fue el concierto de Rozalén la noche del 1.° de octubre en el teatro Auditorio Nacional. Las paredes de aquel recinto, otrora centro penitenciario donde reinó el horror, no daban crédito de una velada con la emoción a flor de piel, 45 años después del cierre de la Penitenciaría Central de San José.
La artista española también tenía presente, aunque quizá sin mucha profundidad, el contexto histórico del lugar en que se presentó. “Me parece que esto era una cárcel, me han comentado”, dijo en un auditorio que más que sentenciar una condena fue el espacio perfecto para ambientar la intimidad del show.
Hasta la conformación de la banda que la acompañó fue ideada para mantener la privacidad del momento. Según contó Rozalén, originalmente se presenta con una decena de músicos; sin embargo, anoche solo era su rasgueada y emocionante voz junto a dos guitarristas y un tecladista. “Todo es tan íntimo, que estoy tímida”, confesó.
Desde que la cantautora salió a escena junto a los tres músicos y la intérprete de lengua de señas, el espectáculo fue como un abrazo al alma de su público. Justamente, la cantautora llegó a suelo tico con motivo de presentar su más reciente disco El abrazo.
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Fue por esto que aprovechó la ocasión y decidió hacer lo que no hace en España: revelar algunos de los “secretos” detrás de las canciones de su última producción discográfica. Un disco que es un viaje de sentimientos, en el cual, como ella afirmó, no puede pasarse por alto el duelo.
Sin embargo, la revelación de esos detalles desconocidos detrás de sus temas no empezó con llanto sino con risas.
El desamor es materia prima de los cantautores, afirmó, y con estos insumos ella suele ponerse “salvando las distancias, un poco Paquita la del Barrio”. No obstante, Te cuidaré de lejos, primera pieza de la que narró en qué está inspirada, es una carta a una ruptura de “buen rollo”, en la que desea lo mejor y manifiesta su amor transformado a una expareja.
Curiosamente, esta y otras canciones, por la naturaleza de ser nuevas, no fueron coreadas por los espectadores. Pero esto no significó desconexión con la gente; al contrario, el aforo del teatro Auditorio Nacional observó con atención y admiración los temas que probablemente en unos meses se sepan de arriba a abajo.
Más adelante en el concierto, que empezó pasadas las 8 p. m., la locación volvió a tomar protagonismo; aunque ya no por su faceta penitenciaria. Rozalén mencionó que estaba en el Museo de los Niños y tomó este dato para introducir La cara amable del mundo; canción que le dedica a su sobrino.
Posteriormente, la artista rompió con la lista de su nuevo álbum y lanzó uno de sus éxitos: Comiéndote a besos. Aún así, la intimidad imperaba entre el público, que solo se atrevió a seguir la letra tímidamente, sin gritarla a viva voz.
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Lo que no se escondió fue el profundo agradecimiento de la artista hacia Costa Rica, país en el que sin figurar en la música mainstream, tiene un importante nicho de seguidores. De hecho, cuenta hasta con club de fans costarricense, que le preparó un recibimiento especial que la llenó de sorpresa y gratitud.
Desde ese gesto al aterrizar, Costa Rica le brindó un primer abrazo que la hizo liberarse de algunos tiempos de angustia. Dos años sin lanzar disco y la zozobra del proceso compositivo le causaron temor de quedar en el olvido.
Temores y angustias que se convierten en bloqueos ante la hoja en blanco, sumados a procesos personales difíciles, pero que no la sacan del gusto y el corazón de sus seguidores. Todo esto se evidencia en Entonces, canción que está nominada a los Latin Grammy, y que tardó años en escribir.
En este tema, Rozalén invitó a repasar la infancia que, en su caso transcurrió en Albacete; hecho que aprovechó para expresar su cariño por Gabelo Conejo, portero costarricense que jugó en esta localidad española.
Ceniza fue uno de los momentos de mayor carga emocional de la noche, pues está dedicado a su abuela que falleció en 2020. Más allá de encerrarse en el luto, la canción y la artista invitaron a recordar con cariño a esos pilares de la familia.
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Si no era suficiente con la emotividad de esta canción y su nostalgia, la cantautora prosiguió transitando por el duelo. Todo lo que amaste fue el pasaje más desgarrador del concierto, ya que es una dura y esperanzadora oda a su padre, fallecido hace dos años.
Los sentimientos tan fuertes que ya de por sí deben aflorar en la artista cada vez que interpreta esta pieza se removieron al encontrarse en este país. De acuerdo con la artista, Costa Rica fue el primer destino que visitó luego de la muerte de su papá, cuando fue invitada para el concierto de Jorge Drexler.
Todos estos componentes hicieron que brotaran las lágrimas en Rozalén, que quedó más que conmovida al finalizar su interpretación. Hábilmente descomprimió el momento con humor, al expresar que la noche era un “2x1, terapia y concierto”.
Aplausos llovieron para la honestidad emocional que brindó la cantautora, quien a partir de ahí cortó con las penas y entró con todo a la sección más alegre del concierto. Con En una noche cualquiera y al ritmo de las palmas, la artista dejó en claro como cualquier día puede regalar de forma inesperada hasta la sorpresa de enamorarse.
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Entre ritmos con inspiración flamenca y tropicales, como Tres días en Cartagena, canción que interpreta junto a Carlos Vives, la noche cerró con alegría. A eso de las 9:30 p. m., la artista se despidió temporalmente, recibió el aplauso y salió de escena. Como es costumbre, volvió ante la ovación y regaló unos minutos más de intimidad.
En este último lapso, llevó más allá la conexión con el público y bajó a cantar con los asistentes. La puerta violeta fue la canción seleccionada para compartir de cerca con la gente. Con una fuerte lírica sobre la violencia contra las mujeres y una historia de sobrevivencia, Rozalén cedió el micrófono a una mujer en el público, que con emoción cantó un fragmento del tema.
La artista española cerró con Todo sigue igual. Y sí, algunas cosas como el carácter del recinto se transforman con los años, pero la gente sigue emocionándose con Rozalén concierto a concierto, canción a canción, da igual el tiempo o las angustias que haya de por medio.