David Bonilla Martínez conducía el autobús que el sábado 17 de setiembre cayó a un precipicio de unos 100 metros, producto de un derrumbe que lo arrastró junto a una motocicleta. En el sitio murieron nueve personas y otras 37 fueron rescatadas. El chofer, con más de 25 años de experiencia en transporte pesado de tráiler y bus, reconoce que lo vivido no se compara a nada que haya experimentado antes y que Cambronero lleva ‘mucho tiempo’ con problemas.
Sentado en la sala de su casa, en Curridabat, recuerda ese día con gran tristeza por las personas que murieron y los pasajeros que pedían ayuda; son imágenes que le quedarán grabadas y que lo marcaron. Según reconoce, le duele, porque hubiera querido poder hacer más por ellos, pero no tenía la misma capacidad de los rescatistas.
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Aunque ese viaje no le correspondía, pues su destino original era Nosara, un atraso del autobús de su compañero cambió los planes, al llegar a la terminal 7-10 en San José. Después de llenar la unidad de combustible, le pidieron que asumiera el trayecto a Bolsón Santa Cruz. En ese momento él lo vio como algo normal y cotidiano ya que no era la primera vez que le pasaba.
“La ruta se hizo normal, Hospital México siempre se recogen pasajeros, en Villa Bonita, Alajuela también, el cruce de Grecia, Naranjo, Palmares y la última se hizo en San Ramón. Ese día estaba lloviendo pasivamente pero conforme avanzaba en la carrera empezó a caer más fuerte la lluvia y ya cuando estábamos en San Ramón sí estaba lloviendo fuerte”, explicó.
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Según el chofer, la empresa autobusera no maneja una orden de tomar una ruta alterna por el mal tiempo, porque la mayoría de pasajeros utilizan la ruta 1 para viajar y ya tienen las paradas establecidas; por lo que son pocos los usuarios que optan por la ruta 27 y mínimas las veces en que los conductores transitan por ahí, antes del cierre solo una carrera al día iba por esa calle.
“No hay una orden de la empresa de tomar una ruta alterna cuando llueve porque las autoridades son las que definen, no la empresa, en ese caso estaba abierto, ellos limpiaron y son los que toman la decisión de cerrar o no cerrar y si está abierto la empresa dice ‘con cuidado muchachos, vamos por Cambronero, está abierto ruta 1 no hay problema’”, dijo el conductor.
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Bonilla reconoce que en el sector conocido como Las Cataratas o Los Chorros, a unos 10 kilómetros del centro de San Ramón, Alajuela, en el kilómetro 76 de la ruta Interamericana Norte, es común tanta caída de agua en la montaña durante todo el año, en especial durante el invierno.
“Cambronero viene presentando problemas desde hace mucho tiempo, si usted se pone a ver en esas partes todo el tiempo se hunde, es algo tremendo. En río Jesús quedaba solo un carril, casi que por la cuneta pasaba uno y ya de por sí desde hace tiempo ahí hay problemas, pero eso algo común y normal para uno que pasa todos los días por ahí”, relató.
Tragedia
El conductor de la unidad de transporte público afirmó que en el trayecto todo transcurría con normalidad y que iban bajando a una velocidad de 40 kilómetros por hora. No recuerda haber visto la moto que venía adelante, pero lo que sí tiene claro es un ‘estruendo horrible que no tiene palabras para describir’.
El mayor impacto fue en la parte trasera del bus, luego de eso poco a poco el vehículo comenzó a irse hacia abajo. “En ese momento yo quedé viendo al cielo, rogando a Dios que no viniera detrás de nosotros el material porque ahí sí no la contamos. El bus se fue para atrás, se viró a la derecha y quedó inclinado, vertical y de lado”, mencionó.
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Pese a que intentó agarrarse del volante, la fuerza del golpe lo sacó y cayó en la parte de atrás del autobús junto con los otros viajeros, al reaccionar se dio cuenta que había perdido un zapato y el teléfono por lo que a como pudo se levantó, se agarró de la canasta donde se guardan las maletas y comenzó a subir para poder sacar a quienes intentaban buscar salida.
“Yo le ayudé a una pareja a salir por la escotilla trasera, también hubo una señora con el brazo quebrado que cuando yo logró llegar a la parte delantera del bus ella viene detrás mío tratando de salir y me dice ayúdeme por favor, yo le dije que se agarrara de mi pantalón; ahí empezamos a subir hasta que llegamos como a unos 25 o 30 metros arriba del bus que fue cuando yo me maree y le dije a ella ‘siga, usted puede’ y gracias a Dios logró salir sola”.
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“Estuve como tres o cuatro horas bajo el agua porque la condición mía era amarilla y había gente en condición roja, gente que ocupaba de los cruzrojistas. El paramédico que bajó me dijo que tranquilo, que iban a sacar a los que estaban más afectados y yo le dije ‘sí, no se preocupe, yo puedo esperarme aquí el tiempo que sea, bajen a auxiliar la gente’”, añadió.
Para el chofer, de 49 años, una piedra de gran tamaño fue la que detuvo el bus y evitó una fatalidad más grande, pues logró sostenerlos para no caer a una quebrada que estaba aproximadamente a dos metros y medio del automotor.
‘Volvimos a nacer con él ese día’
Don David tiene fracturas en sus costillas, en el hombro y tiene la piel expuesta en la espalda, los doctores le dicen que el proceso en las costillas es lento y complejo, por lo que podría durar varios meses en recuperación, actualmente tiene una incapacidad de ocho días. Dice que todos los días se despierta cada hora o dos horas recordando lo sucedido, apenas el jueves por la noche logró conciliar el sueño después de casi una semana.
Para su familia, esta experiencia fue un milagro y aunque lamentan la muerte de las otras nueve víctimas, reconocen que ‘en medio del caos Dios le puso el celular a don David para comunicarse con ellos’ y orar por él y el resto de los involucrados.
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“Nosotros volvimos a nacer con él ese día, porque en medio de todo el caos, Dios en el camino puso el celular y una vez que ya estuvo fuera del bus pudo enviarnos un mensaje a todo el chat de la familia y ahí lo que nos decía era ‘rueguen a Dios, se nos vino la montaña encima’, entonces imagínese ese mensaje uno lo escucha y se le para el pelo”, comentó su sobrina, Raquel Barboza.
“No hubo más comunicación, ese mensaje entró 4:28 p. m. y hasta las ocho de la noche recibimos una llamada muy breve donde nos decían que en este momento lo liberaron y que iba para el Hospital Monseñor Sanabria. Fueron 4 horas de angustia terrible porque no había certeza, sabíamos que había salido del bus y vivo del impacto, pero no sabíamos qué mas había pasado, fue una de las tardes más largas de la vida de nuestra familia”, agregó.
A pesar de la tragedia, don David va a volver a su trabajo y a ‘echar para adelante’ porque su familia depende de este oficio y es lo único que conoce y sabe hacer, más de la mitad de su vida ha estado en medio de autobuses.
“Ahora quiero valorar más la familia, porque muchas veces uno se enfoca solo en trabajo y trabajo, aprender a decir no, como hoy me siento cansado. Cuidar más a mi familia porque cuando uno se ve envuelto en un accidente de esta magnitud la vida pasa en frente en un instante y es ahí donde uno analiza y le da gracias a Dios”, precisó.
La unidad cargaba entre 38 y 46 pasajeros y aunque se vendió toda la capacidad (61 personas, 51 sentadas y 10 de pie) no estaba llena en el momento de la tragedia, porque el resto de la población abordaba en Puntarenas, tampoco había ningún pasajero de pie.
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