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Zeneida de la Trinidad Farista Castro cumplió 61 años el pasado sábado. El infortunio quiso que ese mismo día abordara el autobús que fue arrastrado por un deslizamiento a un precipicio de 75 metros de profundidad en el cerro Cambronero, en la ruta 1.
La mujer falleció en el trágico percance que cobró la vida de otras ocho personas y que dejó 55 heridos. Su deceso fue confirmado, la tarde de este domingo, por las autoridades a cargo del rescate de los cuerpos de las víctimas.
Doña Zeneida viajaba junto con otros cuatro familiares en la unidad de Transportes Alfaro que fue golpeada por un enorme derrumbe por su parte trasera. Todos los demás lograron salir con vida del percance, pero durante varias horas no hubo noticias de la vecina de Hatillo.
Por ello, sus familiares angustiados se dedicaron a buscarla en hospitales y clínicas. Finalmente, Andrey Calderón Farista acudió al Complejo de Ciencias Forenses, ubicado en San Joaquín de Flores, para averiguar si su mamá estaba entre los fallecidos.
“Iban (en el bus) mi mamá, tres hermanas y una sobrina. En total cinco, la que no aparece es mi mamá, por eso vinimos a ver si aparece aquí, porque hemos llamado a hospitales y hospitales y no está”, comentó Calderón a eso de las 11:30 a. m.
Comentó que ellas iban a visitar a otro hijo de la mujer que vive en Bolsón de Santa Cruz de Guanacaste.
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Durante la tarde del domingo, las autoridades confirmaron que Farista Castro estaba entre las nueve víctimas mortales. Calderón, de 39 años, relató que a una de sus hermanas la tuvieron que operar por las lesiones sufridas en el abdomen, mientras que su sobrina sufrió una fractura de tórax.
“No la debieron abrir, no la debieron abrir”, manifestó Calderón en referencia a la carretera, pues la ruta 1 estuvo cerrada durante la noche del jueves y mañana del viernes, debido a uno deslizamiento ocurrido en otro tramo de la carretera.
Según el familiar de las pasajeras, supo que el bus se demoró en salir, pues afirmó, esperaron a que llegara más gente.
El sector de Cambronero es una zona de reconocidos riesgos de hundimientos y derrumbes, con advertencias que vienen de años sin que a la fecha se hayan iniciado obras para reducir su vulnerabilidad.
