Bryan Cascante fue uno de los baquianos que, en los cerros de Escazú, escuchó los primeros gritos de ayuda de Paola Amador, la única sobreviviente del accidente aéreo ocurrido el lunes 25 de noviembre en Escazú. Con él estaban Mario Rivas, Christian Jiménez y otra persona de nombre Kendall.
Cascante relató que decidieron buscar la avioneta debido a su amplio conocimiento de esas montañas. Mientras se acercaban, oyeron los gritos de la sobreviviente, quien decía: “¡Ayuda, estamos aquí!”. Sin embargo, los ecos en la montaña dificultaban determinar con precisión su ubicación.
Fue entonces cuando emitieron la primera alerta de que alguien había sobrevivido y coordinaron con los socorristas, quienes llegaron al lugar cerca de las 7:00 p.m. Cascante contó que todo estaba mojado, ya que había llovido intensamente en la tarde. Aunque Paola Amador estaba atrapada dentro de la parte menos dañada de la cabina, aseguró que, de no haber llegado a tiempo, la hipotermia habría sido fatal. Comentó que incluso para ellos, acostumbrados al clima frío de Tarbaca, las bajas temperaturas eran extremas.
A las 7 p. m., tres de los baquianos decidieron regresar, dejando solo a Christian Jiménez en el lugar, para asistir a los socorristas en la liberación de la sobreviviente.
“Darme vuelta, saber que ella pedía ayuda y no poder alcanzarla fue muy desgarrador para mí. Si no la hubieran encontrado, no habría sobrevivido a la noche. No me acerqué porque para mí fue muy impactante”, confesó Cascante.
Agregó que, durante la noche, la región protegida de los cerros de Escazú es rondada por pumas y coyotes, lo que representaba otro peligro para las víctimas. Además, la densa niebla en la montaña dificulta la orientación, lo que aumenta el riesgo de perderse.
Cascante expresó su pesar por haber tenido que regresar junto con tres compañeros después de escuchar los gritos de auxilio, aunque lo reconforta saber que uno de ellos permaneció en el lugar acompañando a Paola Amador durante la fría noche hasta la llegada del soporte médico.
Por su parte, el bombero Christian Sánchez Artavia explicó que desde el lugar donde quedó la avioneta hasta el punto donde se extrajeron los cuerpos hay aproximadamente siete kilómetros. Las brigadas tardaron alrededor de cinco horas en trasladar a las víctimas debido a lo complicado del terreno.
Sobre la sobreviviente, Sánchez mencionó que fue sometida a condiciones muy difíciles. Su prioridad fue contrarrestar la hipotermia, estimularla y trasladarla lo antes posible para que recibiera atención médica.