Julio Solano Araya, de 58 años, se convirtió este lunes en la tercera víctima mortal de la explosión ocurrida en una fábrica clandestina de pólvora el pasado 28 de diciembre, en una casa en la urbanización Villas del Sol, en Pitahaya de Aguacaliente, Cartago. El hombre era muy amigo del dueño de la casa y había llegado al sitio apenas 10 minutos antes de que ocurriera la tragedia.
El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) confirmó que la víctima, luego de la emergencia, había sido trasladada al Hospital Calderón Guardia en condición muy delicada y allí falleció. Solano era casado, tenía tres hijos y un nieto y vivía en La Pitahaya. Agentes judiciales de la oficina en Cartago se encargaron esta misma tarde de trasladar el cuerpo a la Medicatura Forense, para la autopsia respectiva.
El mismo día del estallido había perdido la vida José Alberto Segura Hernández, de 55 años, propietario del inmueble y luego, el 3 de enero murió Antony Jesús Matamoros Molina, de 22 años, quien residía en Caballo Blanco.
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Una persona allegada a Julio Solano, quien prefirió reservarse su identidad, declaró este lunes que el hombre era muy cercano a José Alberto Segura y el día de la explosión había decidido pasar a saludar. Relató que se dedicaba a hacer fletes y que con el dinero que conseguía ayudaba en la manutención de su mamá, una adulta mayor. “Él era muy querido por todos, era muy humilde. A nadie le negaba un favor de un flete a la hora que fuera y fuera fiado a él no le importaba”, reiteró.
La causa exacta de la explosión todavía no se ha determinado; sin embargo, en un informe del Cuerpo de Bomberos emitido el viernes 31 de diciembre se confirmó que en la vivienda afectada se halló gran cantidad de material para la fabricación clandestina de pólvora y más de 200 cuartos de dinamita ya listos para su uso, así como las denominadas bombas de turno o morteros.
De acuerdo a los investigadores, en la escena se hallaron restos de colillas de cigarros y máquinas para corte y soldadura en condiciones irregulares. La explosión generó una onda expansiva de 75 metros a la redonda, lo cual provocó daños en cinco viviendas aledañas.
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Luego del accidente, Viviana Segura Flores, hija de José Alberto Segura, relató que cuando sucedió el estallido, su papá, un tío, un primo y un amigo estaban al fondo de la vivienda, mientras que ella, su hija de diez meses y su madre, estaban en la cocina. Los que estaban en el sitio del estallido fueron los que sufrieron las consecuencias más graves, en tanto, las dos mujeres sufrieron golpes y escoriaciones.
Segura admitió que a su padre le gustaba mucho la pólvora pero omitió referirse a la cantidad de pólvora que había guardada en la vivienda. “Era muy poco lo que había adentro (de pólvora). Era algo para nosotros, para el 31 (diciembre). Mi papá le regalaba a familiares, pero no era una cantidad grande. No sé cómo ocurrió, si fue algo de corriente o algo de los mismos fuegos artificiales, porque eran fuegos artificiales. Siempre nos organizamos con familiares y les regalamos. A todos nos gustaba eso y mi papá se dedicaba a darle a cada uno”, añadió en aquel momento.
Colaboró en esta información Keyna Calderón.