Girar a la izquierda pese a que hay línea amarilla continua o que un conductor quiera rebasar a otro irrespetando la doble línea amarilla, son dos imprudencias comunes que arrebatan decenas de vidas en el país.
De acuerdo con datos del Consejo de Seguridad Vial (Cosevi), la invasión de carril es la principal causa de muerte en carretera en Costa Rica. Solo en 2020, un año atípico por la pandemia, al menos 52 personas han fallecido por este motivo.
El año anterior murieron un total de 92 víctimas a consecuencia de que un conductor realizara esta maniobra y también fue la principal causa de accidentes mortales en la estadística de esa dependencia del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT).
Pero, ¿por qué este tipo de accidentes de tránsito son los que dejan más decesos en el país?
Las autoridades explican que intervienen tres factores: el tipo de infraestructura vial en Costa Rica, la cobertura policial en las calles y la educación en carretera de los conductores.
Para Roy Rojas, director de proyectos del Cosevi, se debe principalmente a un tema de infraestructura y a la falta de barreras de seguridad que separen los flujos de tráfico en las vías.
Además, añade, se debe considerar que la mayoría de vías son angostas y que los conductores tienden a manejar a muy altas velocidades, por lo que aumenta la probabilidad de muertes al no haber separadores físicos entre carriles.
“Al no haber una separación, ocurre el ‘efecto pelotón’, que es esa ansiedad que le da a un conductor para rayar cuando va en una carretera que, por sus características geométricas, le permite correr aunque no deba”, indicó Rojas.
Asimismo, el jerarca señala que el adelantamiento indebido es solo un factor de riesgo y no la causa como tal del accidente.
Explica que la estadística de Cosevi se construye de acuerdo a los partes de tránsito y que estos no son tan exactos, porque los oficiales no estuvieron ahí en el momento del accidente, sino que llegan y ven la línea amarilla y presumen que el accidente ocurrió por un adelantamiento.
No obstante, asegura que también hay que considerar la injerencia de otros factores, como problemas de iluminación, falta de habilidad para manejar, conductores fatigados o ebrios y hasta la presencia de lluvia.
Para él, no se puede responsabilizar solo a los choferes, pues la geometría de las vías no es la más adecuada en muchos casos.
“No podemos solo echarle la culpa al conductor, también hay que echar para el saco porque hay una responsabilidad de que la infraestructura tenga los dispositivos de seguridad que mitiguen la probabilidad de que haya un adelantamiento indebido.
“La infraestructura nuestra no es segura porque las características de las carreteras que tienen tres o cuatro carriles, por ejemplo, si no hay una división en el centro –en algunos lugares no hay ni siquiera espacio para ponerla– entonces ahí vamos a tener mucho riesgo”, manifestó.
Rojas argumenta que el ser humano se equivoca y comete errores, sea ciclista, conductor o peatón, por lo que la vía tiene que estar diseñada y equipada para compensar el error humano.
Insistió en que la infraestructura vial tiene que tener dispositivos que ofrezcan protección ante ese tipo de comportamientos porque la gente lo va a seguir haciendo y porque los rangos de velocidad en algunas carreteras no se respetan.
“Nosotros hicimos un estudio de tres momentos diferentes del día en los pasos peatonales de la carretera Cañas-Liberia. Ahí dice que se puede pasar a 40 km/h, pero el resultado nos dio que los conductores pasan a un promedio de 130 km/h, y eso sucede porque las características de la vía lo permiten”, aseguró.
Los factores
FUENTE: COSEVI || INFOGRAFÍA/ LA NACIÓN.
Un problema cultural
Aunque el director de la Policía de Tránsito, German Marín, concuerda en que el problema se debe a un tema multifactorial, afirma que impera aún más la falta de educación vial y de presencia policial en las calles.
Destaca que en algunas ocasiones los conductores toman decisiones imprudentes y apresuradas por pensar que no están expuestos a sanciones o por tener malos hábitos de manejo.
En su criterio, poner barreras que separen los flujos de tráfico no solucionaría el problema pues se debe tomar en cuenta el componente cultural.
“Hay carreteras muy angostas donde no existe ni siquiera la posibilidad de crear ese tipo de divisiones. Las divisiones que se ponen en carriles son generalmente en las rutas de alta densidad vehicular donde la velocidad permitida también es importante.
“Entre menos contacto haya entre dos vehículos, hay menos probabilidades de que se dé el accidente, pero eso también nos refleja una debilidad en temas de la manera de conducir del costarricense, no de todos, de un grupo pequeño”, argumentó Marín.
El director de la Policía de Tránsito señala que un factor que podría ayudar más a reducir este tipo de accidentes sería tener mayor presencia policial en las calles.
Esto porque, según afirma, los conductores toman menos acciones al margen de la ley cuando saben que hay control vial y ojos vigilantes.
“Si tenemos un mayor grupo de oficiales de tránsito podríamos tener cubiertas todas las carreteras en las principales zonas de afluencia vehicular y hay un grupo importante de conductores que valoran de forma importante respetar la norma.
“Por eso yo apuesto al componente de fortalecer más la cantidad de policías de tránsito, de los que hay necesidad en los últimos 10 años y no es tan fácil crear esas plazas, entonces hay que tomar otras acciones como fortalecer la seguridad vial”, expresó el jerarca policial.
Hasta diciembre de 2019, Costa Rica tenía apenas 728 oficiales para todo el país. En ese momento iniciaba el proceso de contratación de otros 176.
País débil en prevención
El ministro de Obras Públicas y Transportes, Rodolfo Méndez Mata, reconoce que el país está muy débil en los tres factores que inciden en este tipo de accidentes: infraestructura, educación vial y control de tránsito.
“Nosotros en la generalidad de la red vial, las condiciones de la red no son nada favorables para prevenir los accidentes de tránsito”, dijo.
Por esto, manifestó, es necesaria una inversión mucho más fuerte en todos los aspectos que tengan que ver con la prevención de los accidentes.
“Los países que han logrado hacer una marcada diferencia en cuanto a los porcentajes de fallecimientos en las vías son, en su generalidad, países más desarrollados, con más potencial, que construyen mejores redes viales, que utilizan mecanismos y medios para asistir el tránsito, que invierten en mayor educación al conductor”, señaló Méndez Mata.
Frente a esa realidad, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) opta por insistir en el llamado a la prudencia.
Con ese fin puso en marcha, en octubre, una campaña de comunicación para prevenir los accidentes de tránsito, en un momento crucial tras la reapertura de comercios y reducción de la restricción vehicular sanitaria por la pandemia y de cara a la Navidad y Año Nuevo.
Este año, además, es particularmente importante por el peso en la ocupación de camas de cuidado intensivo que tienen los pacientes de la covid-19. Esos espacios son los que normalmente llegan a necesitar las víctimas de accidentes de tránsito.
Como parte de la campaña, la institución mostró el caso del policía y atleta Juan Carlos Bonilla quien en junio pasado sobrevivió a un accidente que por poco le arrebata la vida.
“Yo manejaba una motocicleta de la Fuerza Pública en San Isidro de El General, me disponía a hacer una diligencia propia de mi trabajo. Un conductor invadió el carril contrario y colisioné contra su vehículo y esto me provocó el accidente que me mantuvo cuatro días inconsciente en el Hospital Escalante Pradilla.
“La imprudencia de un conductor me ha costado mucho porque sufrí golpes de consideración en la cabeza que requirieron intervención quirúrgica y daños severos en la cadera y en uno de los hombros. También he necesitado atenciones psicológicas en la Clínica del Dolor”, relató Bonilla, de 40 años.
Este vecino de Pérez Zeledón cuenta que gracias a que viajaba a velocidad normal, y llevaba puesto el casco y otros accesorios de seguridad se salvó, por lo que pide a los costarricenses repasar todos los días las buenas prácticas de manejo.