Pedro Rojas Fernández, de 19 años, originario de Poás de Aserrí, San José, murió la noche del lunes en Seattle, Washington, Estados Unidos, tras un accidente de tránsito. La noticia de su fallecimiento fue confirmada este miércoles por Walter Mora, un amigo cercano de la familia.
Según relató Mora, el joven viajaba hacia una fiesta junto a tres amigos costarricenses cuando el vehículo en el que se trasladaban perdió el control debido al hielo negro, una capa invisible de hielo que se forma sobre las carreteras. El automóvil se salió de la vía y chocó contra un pino.
Mientras los demás ocupantes del carro sufrieron lesiones menores, Pedro fue el único que no sobrevivió.

El estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR), se encontraba en Estados Unidos desde mediados de diciembre, en un intercambio universitario que debía durar ocho meses.
“Llamó a su mamá y le dijo que iba a ir a una fiestita a la que lo habían invitado, y ella le pidió que tuviera mucho cuidado”, contó Mora. Sin embargo, el accidente ocurrió esa misma noche. La noticia llegó a Gaudy Fernández, madre de Pedro, a la mañana siguiente, cuando cerca de las 9 a. m. un representante de la agencia de intercambio la llamó para informarle lo sucedido.
“Ella está desconsolada. No lo creía al principio, pero después de las averiguaciones se confirmó. Era un chiquito muy bueno, querido por todos”, expresó Mora.
Walter, quien vive a solo 600 metros de la casa de Pedro, lo vio crecer y desarrollar una personalidad llena de bondad y amor. “Era familia”, comentó al recordar los paseos que compartieron juntos, pues Mora es dueño de una agencia de viajes y Pedro, junto a su madre, solían acompañarlo en las excursiones familiares.
El joven también era un miembro activo de la pastoral juvenil de Lámparas, en Alajuelita, donde practicaba su fe. En redes sociales, el grupo compartió una emotiva despedida acompañada de una fotografía de Pedro frente a la Eucaristía.
“Pedro era un joven entregado, que disfrutaba infinitamente cada vez que se hacía exposición del santísimo y de aprender cada vez más de la vida de Cristo, lo recordaremos siempre como alguien sumamente bondadoso y dispuesto a ayudar en todo aquello que se necesitara. Hoy deja en nuestros corazones un vacío enorme, pero si de algo estamos seguros es que ahora disfrutará eternamente de la presencia de Dios”, escribió el grupo.
“Era un muchacho sin vicios, estudioso, un pan de Dios”, agregó Mora. “Dios tiene todo planeado, pero es difícil aceptar que tantas personas malas sigan ahí y que personas realmente buenas se vayan tan pronto”, concluyó.

‘Dios necesitaba un ángel en el cielo’
Hilda Navarro, esposa de Walter y amiga cercana de la familia, describió la profunda tristeza de Gaudy, quien deberá enfrentar el momento más difícil en las próximas horas: viajar a Estados Unidos para identificar el cuerpo de su hijo y repatriarlo a Costa Rica.
“Pedro era carismático y siempre ayudaba a los demás. Si en los viajes había personas mayores, él las cuidaba. Era el tesoro de su mamá, siempre estaba con ella. Siento que Dios necesitaba un ángel en el cielo y por eso se lo llevó”, dijo Navarro conmovida.
Con lágrimas, Navarro destacó los valores que definían a Pedro, esos que, según ella, son cada vez más difíciles de encontrar en los jóvenes de hoy. “Era humilde, sencillo, estudioso y amante de Jesús. Ha sido un impacto muy grande perderlo. Siempre tenía una sonrisa y su alegría y fe eran su sello personal”, mencionó.
Pedro era el menor de tres hermanos. Vivía junto a su madre, su padrastro, quien lo consideraba como a un hijo, y una hermana mayor.
“Mi amiga está desesperada. Yo la quiero tanto como quería a Pedro, y como madre, no puedo evitar ponerme en sus zapatos”, añadió Navarro.
El matrimonio expresó que la luz de Pedro, un joven lleno de sueños y bondad, se apagó demasiado pronto y dejó un vacío profundo en el corazón de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo. No obstante, su recuerdo permanecerá vivo en cada sonrisa, gesto de bondad y oración que se eleve al cielo en su honor.
