Al menos 517 personas perdieron la vida en Costa Rica en el 2023 a causa de accidentes de tránsito en las carreteras, revelan datos del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) sobre los fallecidos en el sitio del percance.
Roy Rojas, director de Proyectos de Seguridad Vial del Consejo de Seguridad Vial (Cosevi), explicó que, según la tendencia de años anteriores, la cantidad real de defunciones podría duplicarse al tomar en cuenta a las víctimas de accidentes que fallecen después en hospitales.
En otras palabras, durante el año pasado, la cantidad total de muertes registradas por accidentes de tránsito podría haber alcanzado las 1.034 víctimas.
Rojas aseguró que esta situación debería ser un motivo suficiente para que las autoridades y el Gobierno tomen medidas urgentes, incluso considerando las muertes en carretera como una “emergencia sanitaria”.
Para ilustrar la gravedad de la situación, el funcionario citó los 907 homicidios dolosos ocurridos el año anterior y destacó que en el ámbito del tránsito, podrían haberse registrado incluso más muertes.
Como lo informó anteriormente La Nación, durante los últimos 30 años, el país no había superado oficialmente la cifra de 500 muertes en carretera. En años anteriores, las fatalidades se mantuvieron en cifras similares: fueron 491 en el 2022; 373 en el 2021; 311 en el 2020; 451 en el 2019 y 471 en el 2018.
Según Rojas, uno de los factores que contribuyó al aumento de muertes en las calles en el 2023 fue el retorno a la normalidad del flujo vehicular después de la pandemia de la covid-19. La exposición al riesgo subió.
Además, Rojas mencionó las causas tradicionales de accidentes, como el exceso de velocidad, la conducción bajo la influencia de alcohol o drogas, y las deficiencias en las infraestructuras y las velocidades permitidas en ellas.
“Nuestras carreteras, sobre todo las interprovinciales, usualmente son muy angostas, tienen velocidades de operación de 80 kilómetros por hora, pero la ley permite un rango de tolerancia de 20 kilómetros, o sea, 100 kilómetros o más”, explicó.
Aunque la ley lo permita, según Rojas, las carreteras no están diseñadas para esas velocidades. “Tenemos una geografía en la que contamos con vías de 80 o más kilómetros por hora, pero pasan por ciudades donde hay mucha interacción con peatones o personas que andan en bicicleta”, explicó.
La parte del Estado
Por otro lado, factores que son responsabilidad del Estado, como la falta de presencia policial, también influyen.
“Si no tenemos policías en la carretera vigilando que se cumplan los límites de velocidad, que no haya conductores bajo la influencia del alcohol, que no anden conductores sin casco... Posiblemente las muertes aumentarán exponencialmente”, aseguró.
Según Rojas, por la falta de oficiales en la Policía de Tránsito en las vías, las campañas de concientización –como el icónico corazón amarillo pintado en lugares donde ocurrieron accidentes con víctimas mortales– tampoco resultan efectivas. “Deben ir acompañadas de un buen control policial”, dijo el experto.
“La medida más efectiva para salvar vidas en carreteras la tenemos diezmada. Si no tenemos controles policiales rigurosos, sostenidos, transparentes y equipados, no va a parar la sangría en la carretera”, expresó.
Mitad de muertos en moto no tenían licencia
El 2023 concluyó con 253 personas que perdieron la vida in situ mientras viajaban en motocicleta, lo que representa el 49% de las víctimas totales en las calles.
Según Rojas, de los fallecidos en motocicleta, la mitad no tenía licencia de conducir y la mayoría no tenía al día el medio de transporte.
Y hay una máquina relativamente nueva en circulación que ya contribuyó a aumentar la cifra de fallecimientos: la bicimoto. “Este medio de transporte es vulnerable y no tiene sistemas de protección”, detalla Rojas.
El funcionario informó de que ya se trabaja en una regulación para este tipo de vehículos; sin embargo, ve necesario escuchar las opiniones de las empresas encargadas de comercializarlos antes de finalizar la normativa.
“Los importadores de las bicimotos saben que la ley permite vehículos que andan a menos de 30 kilómetros por hora. Entonces, les ponen un pedal, pero se mueven como motos. No son de tracción humana, como debe ser una bicicleta”, explicó.
En en noviembre del año pasado, una adolescente de 13 años y su hermano de 19 fallecieron en Cieneguita de Limón, después de colisionar contra un carro mientras viajaban en bicimoto.
El funcionario destacó que el perfil de los fallecidos en accidentes de motocicleta y bicimoto son hombres de entre 19 y 29 años, de baja escolaridad y el 80% trabajaba en labores básicas. Además, la mayoría no tiene hijos o pareja.
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‘Una ley con dientes’
Para Rojas, es imperativo reformar la legislación de tránsito actual ya que, según él, desde la entrada en vigor de la ley de tránsito, en el 2012, los accidentes aumentaron.
Resaltó que la antigua reglamentación “contaba con un control policial muy riguroso, logrando disminuir la tasa de mortalidad durante tres años”. Además, imponía multas económicas más significativas y no toleraba el exceso de velocidad, a diferencia de la actual.
El experto dijo que, con el propósito de reducir los accidentes, se llevaron a cabo auditorías integrales de movilidad y seguridad vial en algunas rutas que aún están en fase de planificación. Estos estudios evalúan el nivel de riesgo tanto para los conductores como para los usuarios vulnerables, es decir, ciclistas, motociclistas y peatones.
En cuanto a las vías ya construidas, la institución realizó varias inspecciones;, como en la ruta 17, que conecta Barranca con Chacarita; la ruta 23, en el tramo por Caldera y algunos tramos de la ruta 32, que comunica San José con Limón.
Según Rojas, se llevarán a cabo inspecciones próximamente en Guanacaste, en las rutas 21 y la 150. “Estas evaluaciones generan recomendaciones para los entes competentes de la estructura a fin de que se apliquen”, explicó.
Preparación a choferes
Por otra parte, consideró crucial brindar una sólida preparación a los conductores, ya que muchos accidentes ocurren por desviaciones de la vía o por la falta de cumplimiento de las normas básicas de conducción, como obedecer las señales de tránsito.
Del mismo modo, destacó la importancia de establecer un curso teórico exclusivo para motociclistas en lugar de un curso teórico único para todos los conductores.
En relación con la seguridad vial, existe el término “autocuidado”, también utilizado en el ámbito de la salud. En el campo de las carreteras, el autocuidado toma en cuenta las acciones principales que un conductor debe realizar para evitar perder la vida en un accidente.
Según Rojas, estas acciones incluyen el uso del cinturón de seguridad, el correcto uso del casco en el caso de los motociclistas, mantener la revisión técnica al día, respetar los límites de velocidad y abstenerse de consumir sustancias ilícitas o alcohólicas si se va a manejar.