El rescate de Isabel González, la turista de Sevilla, España, que cayó de uno de los cañones de la quebrada La Palma, en las faldas del volcán Turrialba, en Cartago, marca un hito al ser el primero llevado a cabo en nuestro país con una grúa instalada en uno de los helicópteros Bell 212 del convenio de cooperación entre Estados Unidos y Costa Rica.
La operación de alto riesgo estuvo a cargo del piloto y copiloto estadounidenses, junto con un Crew Chief (jefe de equipo) costarricense llamado Jorge Salazar, quien cuenta con seis años de entrenamiento para este tipo de rescates y logró con éxito su primer operativo este lunes.
Salazar, de 36 años y vecino de Palmares, Alajuela, empleado del Servicio de Vigilancia Aérea, explicó que la operación, conocida como grúa rescate, se lleva a cabo mientras el helicóptero permanece suspendido en el aire.
La aeronave ha sido equipada con un sistema hidráulico en el piso, denominado wincher, que despliega un brazo y un cable de 70 metros con una canasta en el extremo. Esta canasta es manejada por el operador de la grúa, quien se ubica en el piso del helicóptero y se comunica con los pilotos mediante micrófono y audífonos, al mismo tiempo que utiliza señas para comunicarse con los socorristas en el precipicio.
Previo a dirigirse al lugar del accidente, el helicóptero hizo una parada en el puesto de mando para recoger al socorrista Wagner Leiva y coordinar el rescate mediante un código de señas. Siguiendo las indicaciones del GPS al llegar al lugar, Leiva descendió en la canasta para recoger a la paciente de 39 años, quien en su país es bombera y rescatista.
Aunque anteriormente se han realizado rescates en helicóptero en el país, como el caso de la extracción del cuerpo de Marialis Blanco, fallecida en el cerro Chirripó en mayo de 2021, estos helicópteros no contaban con el sistema de wincher, que permite subir a la paciente que se traslada en la canasta hasta la cabina de la aeronave.
En otras ocasiones, cuando los equipos no tienen este dispositivo, la carga o el paciente debe completar el viaje colgando del helicóptero.
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La compleja operación llevada a cabo por el operador de grúas involucra mediciones del viento, obstáculos, distancia del cable y comunicación con los pilotos y socorristas.
La operación de rescate se completó con éxito en menos de 10 minutos con la aeronave suspendida en el aire este lunes. En caso de quedar atrapado en algún punto, el operador de grúas debe cortar el cable, con el consiguiente riesgo para la persona rescatada y el socorrista que lo acompaña.
Salazar expresó su satisfacción al ver a la mujer rescatada mirándolo desde la cabina y haciendo un gesto de agradecimiento.
Además de este tipo de rescates, Salazar está capacitado para operaciones en altamar, rescates con visores nocturnos, traslado de drogas y otras operaciones, para las cuales realiza prácticas con pilotos nacionales y extranjeros.
Alto riesgo
El viento, la lluvia, la niebla y otras condiciones meteorológicas pueden afectar estas operaciones. Durante el rescate, el helicóptero se mantuvo en vuelo estacionario a una altura de 6,600 pies (unos 2,000 metros), mientras la grúa llevaba la canasta hasta la base de la segunda de cuatro cataratas en el cañón, donde se encontraba la paciente. En cada caída de las cascadas se formaba una poza de agua.
El vuelo partió a las 6 a. m. hacia el paso de la Palma, aterrizó en el puesto de mando para explicar el proceso y dar indicaciones al socorrista que dirigía el rescate desde tierra. La concentración y comunicación son vitales en estos casos, y una vez que la paciente fue puesta en la canasta, se tardó un minuto en llevarla a la cabina.
Un helicóptero versátil
El helicóptero usado este lunes es un Bell 212. Es la versión desmilitarizada del UH-1ST, diseñado por la compañía estadounidense Bell Helicopters. Los primeros modelos datan de mediados de la década de 1950 para el ejército de aquella nación.
Los actuales tienen capacidad para el piloto y 14 pasajeros, opera con un solo rotor en la parte superior y otro más pequeño en la cola. Tienen capacidad para levantar casi 1,4 toneladas de carga, se desplazan a 238 kilómetros por hora y tienen un alcance de 460 kilómetros.
En Costa Rica operan cuatro, prestados por el gobierno norteamericano.