Viajaban nueve personas (cuatro adultos y cinco niños) en una lancha pequeña, de cinco metros de longitud. Ninguno llevaba chaleco salvavidas. Navegaron con un familiar sin licencia como piloto y en medio de una alerta de oleaje.
Todos esos descuidos precedieron el naufragio, en el que murieron, el domingo, la mamá y dos de sus hijos menores, así como un primo, también menor.
La tragedia ocurrió alrededor de las 4:30 p. m., en aguas del golfo Dulce, a un kilómetro del puerto de Golfito. No obstante, la alerta de lo sucedido se dio hasta una hora después, cuando el navegante José David Molina los halló y avisó al Servicio Nacional de Guardacostas.
Los fallecidos fueron Ericka Arroyo Acuña, de 26 años, y sus hijos Yendry Picado Arroyo, de 6, y Cristhofer López Arroyo, de 4. También murió su primo Ian Rojas Juárez, de año y medio.
Entre los sobrevivientes está la otra hija de Ericka, identificada como Gipsy Picado Arroyo, de 8 años.
Además, fueron rescatados con vida Lisbeth Juárez Araya, de 26 años (madre de Ian), su hija Carmen Rojas Juárez, de 10 años, su hermano y capitán Michael Araya Arroyo, de 29, y la pareja de Ericka, Douglas Santamaría Mora, de 30 años.
Esta familia había salido en la mañana, desde un puerto ubicado en Kilómetro 5 de Golfito, para dar un paseo.
Al parecer, cuando regresaban de playa Azul (ubicada a 1,5 kilómetros de la costa de Golfito), la lluvia y el fuerte viento desequilibraron la embarcación, la cual volcó, en medio de la desesperación de los ocupantes.
La madre y los menores fallecidos residían en Corredores. Ella se dedicaba a la extracción de coyol, pero en estos días no estaba laborando.
Por la libre. Martín Arias, director de Guardacostas, explicó ayer que la nave en la que salió esta familia era “artesanal, rudimentaria” y no cumplía con medidas de seguridad para transportar a nueve personas.
El funcionario expresó que lo más grave fue que no se usaran chalecos salvavidas.
Arias aclaró que por ser un viaje de tan corta distancia, no se requiere permiso de zarpe ni que el capitán tenga licencia.
El Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) exige la orden de zarpe para viajes de más de tres millas náuticas (5,5 kilómetros) desde la costa.
No obstante, sí se necesita un certificado de navegabilidad y este barco no lo tenía, pues no estaba inscrito ante las autoridades.
Malas condiciones. El dueño del bote, Max Cordero, relató ayer que él se lo prestó a su hijastro Michael Araya y que ambos sabían que el fin de semana habría fuerte oleaje.
Añadió que tras la tragedia, su familiar le narró que la lluvia y el viento eran fuertes y el agua inundó rápido la lancha.
Además, le contó que trató de salvar a su sobrino Ian, pero una ola se lo arrebató.
La semana pasada, el Centro de Investigación en Ciencias del Mar (Cimar) de la Universidad de Costa Rica advirtió de que, durante el sábado y el domingo, se presentarían olas de hasta 3,1 metros en el Pacífico sur.
Esa oficina indicó que dichas olas son peligrosas para la salida de embarcaciones pequeñas de playas, ríos y esteros.