Cerro Encinales, Oreamuno. La insistencia de un baquiano acabó ayer con el misterio de la desaparición de la aeronave N5985C, cuyos restos aparecieron en un empinado monte del Parque Nacional Volcán Irazú.
Los cadáveres de los dos ocupantes, el piloto Conrad Wess Randell (67 años) y su esposa, Nancy -del mismo apellido- estaban atrapados entre el fuselaje.
Ellos murieron el domingo al chocar de frente contra la montaña del cantón de Oreamuno, Cartago. El hallazgo permitió a las autoridades aeronáuticas hacer sus primeras conjeturas.
La nave entró "de nariz" a la montaña y por eso no quebró árboles ni ramas. Quedó casi intacta, pero tapada por vegetación.
Eso dificultó las labores de búsqueda desde el aire. Las autoridades también descubrieron que el rumbo seguido estaba fuera de los dos pasos aconsejables por la cadena montañosa central, que la habrían llevado con seguridad hasta el aeropuerto de Pavas.
Aún hay dos dudas. La antena del ELT -dispositivo que emite una señal de emergencia- quedó intacta, así como la sección donde estaba el aparato. Empero, nunca funcionó.
Randell también contaba con un moderno equipo de aeronavegación, lo cual no impidió que se desorientara al entrar a un denso campo de nubes.
Reporte certero. La aeronave -una Beechcraft Bonanza - cayó cerca del último punto reportado por el piloto: 26 millas (41 kilómetros) al este de la torre de control del aeropuerto Juan Santamaría, ubicado en Alajuela.
Las condiciones del clima dificultaron la búsqueda. Las patrullas ya habían estado cerca de la aeronave.
Incluso, durante la mañana uno de los equipos divisó, desde lo alto de la torre de canal 13, en el volcán Irazú, la cola del monomotor. La distancia solo les permitió ver una pequeña mancha que, por los colores de la avioneta -chocolate con dorado-, se confundió con el follaje característico del páramo.
"Aprovechamos la mañana para hacer, con dos avionetas, el recorrido que pudo haber seguido el piloto. Una voló de Limón a Pavas por el paso de Cartago; la otra al este del volcán Irazú", explicó Vernor Piedra, del equipo de búsqueda y salvamento de Aviación Civil.
Oculta. Las aeronaves, apoyadas por dos helicópteros, pasaron varias veces sobre el monomotor siniestrado, pero no fue visto.
A eso de las 3 p. m. el baquiano Rodrigo Sandí encontró la aeronave. Desde la mañana este vecino del volcán Irazú se dedicaba a recorrer las montañas del parque.
El equipo de rescate del Cuerpo de Bomberos ingresó al cerro Encinales por el sector de San Juan de Chicuá, Oreamuno.
Sus miembros fueron los primeros en comprobar el difícil acceso a la finca Los Arenales, incluida en el parque volcán Irazú .
La hora (pasadas las 5 p. m.) impidió la extracción de los cuerpos.
La tarea quedó pendiente para hoy a primera hora de la mañana. Randell y su esposa quedaron en los asientos delanteros. Él estaba recostado sobre el timón; ella tirada hacia atrás. No hubo fuego.
Al parecer, el impacto en los dos casos fue fulminante.
Quedó solo. Conrad Randell formaba parte de un grupo de aviadores conocidos como los Fly Farmers. Los viajeros despegaron de Texas e hicieron varias paradas antes de llegar a Panamá.
El grupo acostumbra volar en tríos, pero el domingo se separaron a su llegada al territorio nacional por la costa del Pacífico, que recorrieron para sortear las secuelas del frente frío en el Caribe.
Randell quedó solo y siguió la ruta por el paso montañoso central, una vía más corta, pero peligrosa por la elevación de los cerros.
Su hijo -del mismo nombre- se mantuvo todo este tiempo en el centro de mando, en Tierra Blanca de Cartago.
Ahí recibió ayuda psicológica pues estaba muy afectado.