Un arqueo sorpresa hecho en la sucursal del Banco Nacional de Golfito, en Puntarenas, evidenció la presunta participación de una cajera de apellido Porras en una organización sospechosa de narcotráfico y lavado de dinero, supuestamente liderada por un pastor evangélico en aquella zona del país.
Ese arqueo, ejecutado el 30 de marzo del 2022, dejó ver que Porras, con 10 años de laborar en la sucursal golfiteña, habría tomado fondos del banco para depositarlos en una cuenta de un pastor de apellidos Cortés Franco, de 39 años.
La mujer no repuso el dinero y luego, en un control bancario, no pudo justificar el faltante.
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Porras, de 35 años, renunció ese mismo día, según consta en las intervenciones telefónicas incorporadas en la acusación del Caso Altamar, de la cual La Nación tiene copia. En enero del 2023, la mujer fue detenida junto a otros 13 sospechosos de integrar la organización delictiva.
El día del arqueo faltaron $1.406 (cerca de ¢1 millón al tipo de cambio de la época). Sin embargo, según el expediente judicial, Porras habría hecho movimientos millonarios al menos desde agosto del 2021 que se justificaban como pago de repuestos, pago de servicios, arreglo de vehículos o venta de ganado.
De acuerdo con el Ministerio Público, entre enero del 2021 y enero del 2023, Cortés Franco, de origen colombiano, lideró una organización sospechosa de dedicarse al tráfico de cocaína y marihuana que ingresaba a las costas del Pacífico tico desde Colombia.
Supuestamente aprovechaba su papel como pastor en una iglesia evangélica de la zona sur para hacer ver los ingresos como diezmos.
Durante este tiempo habría contado con la colaboración de su esposa, una costarricense de apellidos Beita Chacón; de otro colombiano apellidado Vargas Torres, alias El Médico, y de la cajera.
Sin embargo, en el grupo hay otros 10 implicados, entre ellos un guardacostas de apellidos Umaña Gómez, alias Negro o Man del Escudo, sospechoso de proporcionar información privilegiada sobre operativos policiales.
En octubre el Juzgado Penal Especializado en Delincuencia Organizada (JEDO) ordenó el auto de apertura a juicio y ahora todos esperan la fecha del debate.
Las intervenciones telefónicas
Según las intervenciones telefónicas del Caso Altamar, Porras le insistió en varias ocasiones a Cortés Franco para que le repusiera el dinero pendiente en las arcas del Banco Nacional; sin embargo, el hombre no logró conseguirlo a tiempo.
El 29 de marzo del 2022, cuando el pastor le reconoce que no tiene el dinero que falta en cajas, la mujer le dice: “Escúcheme, si a mí me echan de mi trabajo usted tiene que mantenerme toda la vida que me queda por delante”.
El hombre intenta tranquilizarla diciéndole que al día siguiente, sin falta, lo tendrá. “¿Sabe que es lo que me asusta?, nunca me habías quedado mal, amor, y me he arriesgado, usted sabe que eso es lo más arriesgado que he hecho”, le responde ella. A esto, Cortés le dijo: “lo sé, perdóname, me siento mal”.
Al día siguiente, cuando se realizó el arqueo, Porras llamó al pastor: “Me van a echar, vea el mensaje que le puse, ocupo que me consiga esos mil quinientos dólares, pero para ayer”.
Cortés intentó tranquilizarla asegurándole que otro sujeto, identificado como Sobrino, le haría el depósito.
Al final, Porras se vio obligada a renunciar. “O renuncio o me echan directo. Me dijeron: ‘O renuncio o me echan sin derecho a nada’. Si pongo la carta de renuncia me voy normal; si ellos me echan, me voy como la ladrona, aunque esté pagando”, le dijo a su pareja en una conversación a las 9:40 a. m.
Cortés le aconsejó renunciar y que mantuviera la calma: “No quiero que le demuestre debilidad a ninguno de esos hijuep (…), ni ponerse triste ni llorar delante de ellos. Cuando entregue la carta, con seguridad y propiedad, les dice: ‘Solo quiero que no vayan a manchar mi integridad como profesional’”.
Durante esa conversación, Porras expresó su temor de que su madre conociera lo que ocurría. Cortés le respondió: “Escúcheme, quiero que tenga paz. Segundo, a su mamá simplemente le va a decir: ‘Me cansé de estar ahí, me estaba volviendo loca, cansada, agotada, necesito un respiro como mínimo de dos meses’, y ya después usted mete (su currículum) al Banco Popular. Es buenísimo y está en Ciudad Neily”.
La Fiscalía detalla que Porras trabajó en el Banco Nacional de Costa Rica entre el 21 de noviembre del 2012 y el 30 de marzo del 2022.
Durante ese tiempo tenía como función “realizar el cierre contable de la oficina”. Se sospecha que su puesto le permitió hacer movimientos importantes entre cuentas bancarias de su interés.
Supuesto lavado de dinero con los diezmos
Al parecer, Porras habría asesorado al pastor para que utilizara su posición como líder religioso y, supuestamente, lavara dinero.
Esto se desprende de otra conversación entre Cortés y una de sus parejas sentimentales, de apellido Villegas. En la charla, el pastor manifestó su intención de aprovechar la falta de regulación sobre ingresos provenientes de actividades religiosas en Costa Rica.
“Yo necesito hacerme un perfil por medio del Ministerio Luz para las Naciones, de ingreso de cinco mil dólares mensuales”, comentó Cortés. Explicó que los ingresos por diezmos y ofrendas no están sujetos a supervisión. “Eso no tiene una regulación”, dijo.
Para ejecutar su plan, Cortés indicó que requería la ayuda de un contador experto. “Necesito un contador que sea dos mil veintidós, por decirlo así, un man que esté actualizado con todas las de la ley”, señaló.
Villegas le sugirió contactar a un hombre de apellido Barrantes, quien podría proporcionar un contador adecuado.
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La conversación reveló cómo Cortés planeaba usar su credencial de pastor para justificar ingresos elevados sin temor a cuestionamientos.
“Yo tengo mi credencial de pastor evangelista y recibo muchas ofrendas, diezmos, y eso no es regulado en el país. O sea, yo puedo decir: ‘Gano diez mil dólares al mes’, ¿quién va a decirme que no?”, afirmó.
Droga trasladada por Sierpe
Según la acusación del Caso Altamar, el grupo supuestamente empleaba un sofisticado sistema de transporte para mover los alijos de droga desde Colombia hasta el territorio costarricense.
En primera instancia, utilizaban una embarcación negra de aproximadamente 32 pies de largo, sin nombre, tripulada por tres hombres de apellidos Vega Castillo, Nelson Segundo y Wilson White.
Se sospecha que en esa nave movían cocaína y marihuana desde Colombia hasta las costas de Costa Rica, donde los cargamentos supuestamente eran recibidos por la organización de Cortés.
Una vez que los estupefacientes llegaban a suelo tico, el grupo habría recurrido a métodos aéreos para completar el proceso de distribución.
El Ministerio Público señala la existencia de una pista de aterrizaje clandestina, “ubicada en Osa, en los alrededores de la laguna Sierpe, en las coordenadas 8 46 34 N, 83 19 02 W”.
Esa pista tendría como propósito el traslado aéreo de los alijos hacia un destino previamente acordado por los miembros del grupo. Sin embargo, ese punto aún no ha sido identificado por las autoridades, lo que mantiene abierta la investigación sobre los destinos finales de la droga.
Decomisos de droga
Durante la pesquisa, al grupo le decomisaron 5,5 toneladas de marihuana y gran cantidad de cocaína; algunos sospechosos fueron detenidos.
Uno de los decomisos lo realizó la Policía Nacional de Guardacostas el 21 de enero del 2022 en Llorona de Corcovado, donde se decomisaron 1.600 kilos de marihuana y 40 kilos de cocaína; además, se detuvo a un costarricense y a un colombiano.
Luego, el 1.° de marzo del 2022, el Servicio Aeronaval de Panamá decomisó 1.699 kilos de marihuana en aguas internacionales. En aquella ocasión se detuvo a dos nicaragüenses y a un costarricense.
De la misma manera, el 4 de agosto del 2022, el Servicio Aeronaval de Panamá decomisó otros 609 kilos de cocaína y se logró la detención de tres colombianos, dos costarricenses y un panameño.
Por último, el 19 de diciembre del mismo, en las cercanías de punta Burica, en alta mar, se logró el decomiso de 1.625 kilos de marihuana y cinco kilos de cocaína y fueron detenidos tres colombianos.