Tres Rosales, Sarapiquí. Un campesino asesinó --por celos-- a su compañera sentimental y posteriormente se quitó la vida tras ingerir un herbicida.
El suceso ocurrió el lunes en la noche en Tres Rosales, un caserío del cantón de Sarapiquí, Heredia. Sin embargo, fue ayer en la madrugada cuando se conoció.
Vilma Nicundano Gutiérrez, de 23 años, fue asesinada, según el OIJ, por su compañero sentimental, Rafael Morales Mayorga, de 25. Ambos eran padres de dos niños, de seis y cuatro años.
El hallazgo consternó a vecinos, trabajadores bananeros y peones agrícolas quienes dijeron conocer de problemas conyugales entre la pareja, pero no imaginaron el desenlace.
La mujer yacía sin vida sobre una vieja espuma tirada en el piso, donde dormía. Aferrada a ella estaban sus hijos, Zeilyn y Luis Andrés, quienes fueron despertados a las 4:15 a. m. por su tío Domingo Nicundano.
“Yo abrí la puerta del rancho preocupado porque mi hermana siempre se levanta a las 3:30 a.m. para irse a trabajar. En la oscuridad, le toqué una mano y estaba fría como el hielo…”, relató.
Los menores no se enteraron de la tragedia familiar. Poco después del hallazgo, los llevaron a la casa de su abuela, Candelaria Gutiérrez, donde continuaron durmiendo.
Cuando Domingo Nicundano encendió el único bombillo del rancho, la tragedia familiar quedó al descubierto.
Taza con veneno. Junto a los cadáveres de Nicundano y Morales, quienes convivieron en unión libre durante siete años, había una taza con un herbicida altamente tóxico que se usa en las plantaciones bananeras.
Las autoridades creen que Morales mató a su mujer; posiblemente la asfixió, mas no descartan que la obligara tomar parte del agroquímico. La causa del fallecimiento se conocerá cuando se tenga el resultado de la autopsia.
No hubo ruidos. Vecinos aseguraron no haber escuchado golpes ni gritos en el rancho de la pareja.
“Lo que me extrañó mucho es que Vilma siempre escuchaba música ranchera antes de dormirse, pero anoche apagó todo demasiado temprano y no puso ni el televisor”, expresó Pabla Chavarría, vecina.
Nicundano laboraba en una empacadora de banano y, según recordaron familiares, quería poner fin a su relación con Rafael Morales pues se quejaba de maltratos.
“La semana pasada las cosas entre ellos se pusieron más feas porque una mujer le dijo a Rafael que mi hija saldría con otro hombre. Ella me juró que no era cierto”, recordó ayer Candelaria Gutiérrez.
Morales, incluso, se marchó de la casa el viernes anterior tras amenazar con pegarle “una tunda”, aseveró la señora.