El puesto de control de Guardacostas en Drake, en el distrito de Bahía Drake, en el cantón de Osa, en el extremo sur del país, es estratégico para frenar el paso de lanchas cargadas de cocaína procedentes del Pacífico colombiano. Sin embargo, desde hace varias semanas, el cuerpo de oficiales especializados que operaba desde ese punto fue reubicado en Quepos o Golfito, cada uno a dos horas de distancia en lancha.
Tres autoridades policiales, vinculadas a esta temática, advierten de que este “cierre” debilita la lucha contra el narcotráfico, pues ese es uno de los principales puntos de ingreso de la cocaína.
De acuerdo con uno de los consultados, en el 2020 un equipo de investigadores de la Administración para el Control de Drogas (DEA) y de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) vinieron a Costa Rica y documentaron que, en un solo año, 500 toneladas de cocaína y otras 600 de marihuana entraron al país por el sector de Drake-Sierpe. La mayoría de la coca se reexporta, mientras que la marihuana inunda las calles del país.
Las investigaciones demuestran que lanchas o semisumergibles avanzan hasta la desembocadura del río Sierpe y ahí, escondidos entre áreas silvestres protegidas y fincas privadas, los traficantes llegan con facilidad hasta la carretera Interamericana Sur.
Luego atraviesan el territorio costarricense, hasta el Caribe y, desde esa región, las redes de narcotráfico coordinan la exportación de la droga hacia mercados internacionales, especialmente Europa y Estados Unidos.
El puesto de Drake, en la península de Osa, estrenó un edificio hace 20 meses para ser la base del Grupo de Operaciones Policiales de Guardacostas (Gopes), un equipo de más de 30 agentes entrenados por las fuerzas especiales de EE. UU., conocidos como Boinas Verdes y el cuerpo de Mar, Aire y Tierra de la Armada de los Estados Unidos (Seals, en inglés), así como Guardacostas de Cartagena, Colombia, y Guardacostas de Panamá. Todos están instruidos para abordaje y persecución en el mar. Su entrenamiento está valorado en $250.000 por persona y otros $250.000 adicionales en armas, herramientas y uniformes.
Tienen canales de comunicación diferenciados, ajenos al del resto de Guardacostas, para tener contacto directo con el avión radar de los Estados Unidos y la fragata norteamericana del programa de cooperación conjunta antidrogas. También con otras embarcaciones panameñas. Si existía una alerta sobre la presencia de una embarcación sospechosa de narcotráfico, zarpaban desde Drake en dos potentes barcos donados por el gobierno estadounidense que les permitían adentrarse hasta 350 kilómetros desde la costa.
Ahora, si se recibe una alerta de una lancha narco que se acerca a Drake o Sierpe, cualquier nave tardará entre 90 minutos y dos horas en llegar si salen de Quepos o de Golfito, a más de 60 millas náuticas de distancia, advierten las autoridades consultadas. Esto no solo implica una pérdida de tiempo para atender una emergencia, también es un gasto adicional de combustible, pues el desplazamiento desde Quepos, por ejemplo, demanda ¢1,4 millones en combustible, ida y vuelta.
Los jefes policiales sostienen que esta movilización, ordenada por el Ministerio de Seguridad Pública (MSP), no está documentada y que los agentes prefieren no hablar por temor a represalias. Ahora, en esa sede, solo quedan policías administrativos, sin especialización, ni lanchas rápidas y sin los equipos especiales de comunicación, que también fueron retirados.
Estas observaciones también las hizo Albino Vargas, secretario general de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), y que tiene una seccional en el MSP. En una publicación en su cuenta de la red social X, Vargas manifestó: “¿Por qué sacaron Guardacostas del puesto de vigilancia en bahía Drake, puesto muy estratégico para detectar ingreso de coca vía marítima al país? ¿Es que acaso esto no es facilitarle al narco su sucio trabajo? EL PAÍS PIERDE, PERO ALGUNOS ESTÁN GANANDO MUCHO. Esto huele muy feo”.
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Durante esta semana, La Nación publicó una serie de reportajes sobre el traslado de la Academia Nacional de Guardacostas de Quepos a la Escuela Nacional de Policía en Pococí, lo cual debilita la formación de oficiales pues los entrenamientos los hacen en tierra y una piscina y a 103 km de la costa más cercana.
El viceministro de Unidades Especiales de Seguridad Pública, Manuel Jiménez Steller, confirmó que las instalaciones de la antigua academia en Quepos ahora están siendo utilizadas por el Gopes. Su declaración la hizo a periodistas bajo su mando en el Ministerio, quienes la divulgaron como “una entrevista exclusiva”.
“Sacamos la parte educativa a un mejor lugar y las instalaciones las estamos utilizando para un equipo táctico”, explicó Jiménez.
Este diario consultó al Ministerio de Seguridad Pública sobre la reubicación del cuerpo de élite de Guardacostas; sin embargo, al cierre de esta nota, informaron que la solicitud se encontraba en trámite.
Drake, un punto vital
Dado el atractivo que tiene la zona sur del país para el tráfico de drogas, la Municipalidad de Osa colaboró para instalar un primer equipo de Guardacostas en las instalaciones de un colegio de la zona que había sufrido los embates de las inundaciones.
Luego, con apoyo de una federación de pesca, Guardacostas estrenó en enero del 2023 un moderno edificio valorado en ¢200 millones. Desde que el cuerpo de élite de Guardacostas se instaló en esa estructura y hasta abril del mismo año, cuando fue inaugurada, el Ministerio de Seguridad Pública documentó 8,1 toneladas de drogas decomisadas en aguas del Pacífico.
“Además, en poco menos de tres años, este grupo ha realizado 38 interceptaciones marítimas con un resultado de 48 toneladas de sustancias ilícitas incautadas”, agrega el comunicado divulgado por ese despacho en aquella época.
En aquel momento, se confirmó que el Gobierno de los Estados Unidos había donado cuatro lanchas interceptoras del tipo Tampa, valoradas en $782.000 cada una. Miden 12 metros de largo y tienen potencia para navegar a altas velocidades. Dos de ellas estaban asignadas a Drake. Ahora habrían sido movilizadas a la marina de Quepos y el muelle de Golfito, dicen las fuentes consultadas.
La donación total, de $1,4 millones, incluyó tres camionetas Ford, con capacidad para remolcar lanchas de hasta 6 toneladas, equipo táctico y herramientas.
A poca distancia de Drake, en Sierpe, también funciona un centro de operaciones contra el narcotráfico, donado por el gobierno estadounidense, donde convergen Policía de Fronteras y miembros del Sistema Nacional de Áreas de Conservación. Sin embargo, no cuenta con agentes especializados de Guardacostas y solo hay lanchas para patrullaje fluvial.
Modo de operar
Uno de los jefes consultados por La Nación señala que la colaboración en inteligencia policial ha detectado que varias estructuras criminales, originalmente asentadas en Limón, comenzaron a migrar hacia la costa del Pacífico debido a las ventajas logísticas que ofrece esta región. A diferencia del Atlántico, donde la navegación es más compleja y arriesgada, el Pacífico proporciona rutas más fáciles y seguras para el transporte de drogas.
Además, identificaron que muchas personas provenientes de Limón ahora residen cerca de Buenaventura, Colombia, un punto estratégico en la cadena de tráfico de drogas al ser el puerto principal de ese país en el Pacífico. Desde allí, almacenan grandes cantidades de cocaína y marihuana, y coordinan con sus contactos en Costa Rica.
Las lanchas costarricenses parten vacías hacia Colombia, donde cargan el estupefaciente y regresan al país para continuar con la distribución, tanto a nivel local como internacional.
Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), explicó la relevancia del Pacífico Sur para los grupos criminales dedicados al narcotráfico. En una entrevista con La Nación, aseguró que las lanchas provenientes de Colombia suelen llegar a puntos clave como Osa, Puerto Jiménez, Corredores y Punta Burica, debido a su autonomía en combustible.
“Por eso el Pacífico se ha vuelto estratégico para los grupos criminales, y no de ahora, sino desde hace mucho tiempo”, señaló Zúñiga.
Precisamente, la embajadora de Estados Unidos en Costa Rica, Cynthia Ann Telles, declaró a este diario a principios de marzo que “Costa Rica es el país número uno en el traspaso de drogas desde Colombia hacia otros países, incluyendo Asia, Europa y Estados Unidos”.
En este contexto, el Ministerio de Seguridad Pública sacó a la Policía de Control de Drogas (PCD), desde setiembre de 2023, de los puertos, aeropuertos y fronteras para destinarlos, según dijo, a combatir la ola de homicidios. Además, en este momento, solo hay una avioneta para rastrear plantaciones de marihuana u operativos contra el narcotráfico.
El diario estadounidense The New York Times reveló el 15 de setiembre pasado que Costa Rica disputa con México el primer lugar en trasbordo de cocaína hacia EE. UU., e incluso en 2021 lo desplazó.
Ese dato aparece en la Hoja Informativa de Relaciones Bilaterales de Estados Unidos con Costa Rica, emitida por la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado. Dicho informe y otros reportes confirman que Costa Rica emergió como uno de los principales puntos de tránsito de cocaína desde Suramérica hacia Estados Unidos y Europa desde el 2020, lo que ha derivado en un aumento de la delincuencia y la corrupción asociada al narcotráfico.