Una serie de golpes en el abdomen de una niña, de dos años, la llevó a morir en el Hospital Monseñor Sanabria de Puntarenas, a causa de una ruptura del intestino y la laceración del bazo. Las agresiones provinieron de su madre, quien recibió 14 años de prisión, en diciembre del 2012.
Por extraño que parezca ese caso, entre 2003 y 2012, se registraron 68 asesinatos de niños, de entre cero y cinco años, perpetrados por sus padres, en la modalidad de violencia doméstica.
Así consta en un recuento histórico suministrado a La Nación por la Sección de Estadística del Poder Judicial. De las cifras se desprende que fueron más las madres las que mataron a sus hijos en ese periodo – 43 casos– y en menor medida los padres, 25.
El 52,9% de las víctimas fueron niñas (32) y el 47,1% varones (36).
Mario Solano, encargado de las Estadísticas Policiales del Poder Judicial, manifestó que, en ese lapso, cuatro años fueron los picos más altos de infanticidios provocados por esos parientes: en el 2011 y 2010 hubo 14 víctimas en cada uno, en el 2005 fueron 12 y 10 en el 2003.
Por otro lado, en ese decenio también fueron ultimados 13 menores, de entre cinco y 17 años, por sus progenitores; sin embargo, para estas edades, el padre figuró como el principal agresor, al matar 11 y la madre dos.
Este domingo, La Nación publicó un reportaje que revela que 15 niños, de entre 0 y 12 años, fueron asesinados en promedio cada año, entre el 2009 y 2013, de acuerdo con la Morgue Judicial.
En contexto. ¿Qué porcentaje representan esos niños asesinados por sus padres del total de muertes de menores ocurridas en ese tiempo en Costa Rica?
Según los resultados de las autopsias realizadas por la Morgue, del 2009 al 2012 hubo 59 niños asesinados de entre 0 y 5 años.
En ese mismo lapso, el Poder Judicial determinó que 34 niños de la misma edad murieron a manos de sus progenitores. Es decir, el 58% de los infanticidios fueron provocados por madres y padres de familia.
Orlando Urroz, director interino del Hospital Nacional de Niños (HNN), comentó que los datos son muy desafortunados y generan tristeza.
“El primer lugar de protección de un bebé es su nido, su familia. Es ahí donde la ocurrencia de violencia se hace más evidente. Esto, sin un escenario de búsqueda de culpables, requiere una búsqueda de soluciones preventivas.
”Para que un padre o madre llegue a estas circunstancias, hay factores y antecedentes desde el punto de vista social, cultural y de valores que debemos revisar en nuestra sociedad”, manifestó.
Para el psiquiatra forense del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Nino Castro, el homicidio de los hijos no es monocausal y cada caso se explica por razones muy diferentes.
“No hay un solo contexto en el cual ocurren. Puede ser como parte de la dinámica de la violencia doméstica, también, cuando hay influencia directa del consumo de drogas, que es un factor determinante o es producto de la combinación de ambos.
”Además, vivimos en una cultura muy violenta, donde en todos los estratos sociales y rangos de edad se ha visto un incremento no solo de violencia, sino de agresiones entre los mismos familiares”, expresó.
Los especialistas no descartan que algunos casos hayan ocurrido por síndromes psicológicos en los padres de familia, entre ellos, la depresión posparto.
Orlando Urroz sostuvo que el país debe entrar en una reflexión sobre este fenómeno de muertes de menores de edad en entornos intrafamiliares, para que se tomen acciones que promuevan escenarios de no violencia y se fortalezca la comunicación hacia los padres.