La sonrisa de Carolina Mora González se apagó el 30 de diciembre, cuando fue asesinada presuntamente por el padre de su hijo, en Belén de Heredia.
La familia de Carolina sospecha que el hombre, de apellidos Padilla Palma, de 32 años y nacionalidad nicaragüense, planeó el crimen al menos dos meses antes. En ese tiempo, contactó a esta mamá de 38 años con la excusa de comprarle a su hijo de cuatro años una consola de videojuegos.
Sin embargo, el supuesto regalo era solo un pretexto para acercarse a la mujer y matarla, sostuvo Rolando Mora, hermano de la víctima, en una conversación con La Nación.
De acuerdo con Rolando, un trabajador independiente de 34 años, en los cuatro años de vida del niño, Padilla lo vio solo en tres ocasiones. Incluso estuvo ausente durante todo el embarazo de Carolina y nunca demostró interés por asumir su responsabilidad económica como padre, a pesar de registrarlo con su apellido.
“Era un padre ausente y nunca tuvo una relación con Carolina. Solo se vieron un par de veces y fue cuando mi hermana quedó embarazada, pero nunca hubo una convivencia como tal”, comentó.
El día del crimen
El 30 de diciembre, a las 8:30 a. m., Carolina salió de la casa que compartía con sus padres, dos hermanos y su hijo, cerca del Centro de Eventos Pedregal, en Belén. El motivo: encontrarse con Padilla, quien insistía en la compra de la consola.
“Tenía todo planeado. Anteriormente citó a mi hermana dos veces para hacer la compra, pero canceló porque ella iba a llevar al bebé. Lo que quería era agarrarla sola. Desgraciadamente, en la tercera ocasión mi hermana aceptó ir sin el niño”, relató Rolando.
Preocupado, el hermano intentó mantenerse en contacto con Carolina mediante el teléfono. Su inquietud aumentó cuando, tras dos horas, no supo nada de ella. A las 11:11 a. m., logró comunicarse, pero algo no estaba bien.
“La escuché acelerada. Tengo 34 años de conocerla y nunca me había hablado así. Parecía que alguien le decía que hablara rápido y colgara. Me dijo que ya venía y colgó. Sentí algo raro”, recordó.
Con un mal presentimiento, decidió esperar su regreso. A las 2 p. m., sin embargo, Carolina seguía sin aparecer y su teléfono ya estaba apagado. “La empecé a llamar intensamente, pero no respondía. Ella nunca había hecho eso. Sabía que algo había pasado y puse la denuncia al OIJ”, narró.
Una búsqueda desesperada
Carolina trabajaba en la cocina de Cinépolis, en Terrazas de Lindora, Santa Ana, desde hacía nueve años. Al no llegar a su turno a las 6 p. m., sus familiares confirmaron que algo grave había ocurrido.
La justicia por sus propias manos tentó a Rolando, quien sabía que Padilla vivía a tan solo dos kilómetros de su casa. “Estaba dispuesto a buscarlo y obligarlo a decirme dónde estaba mi hermana. Pero las autoridades me pidieron que esperara”, confesó.
Mora explicó que Carolina tenía un problema cognitivo que la hacía confiar con facilidad. Esa inocencia la llevó a creer que Padilla se había acercado con buenas intenciones. Incluso aceptó llevar dos celulares y ¢300.000 en efectivo, a petición del hombre.
La familia no supo de estas condiciones hasta después de los hechos. Rolando, incapaz de quedarse de brazos cruzados, reunió vecinos y amigos para buscarla. Hizo publicaciones en todas las redes sociales y recabó videos de cámaras de seguridad, con la ayuda de la alcaldesa local.
Mientras tanto, la madre de Carolina se comunicó con la madre de Padilla, quien aseguró que su hijo había estado todo el día con ella, en casa de una tía en San José. Sin embargo, los videos del centro comercial mostraban claramente a Padilla y Carolina juntos esa mañana.
El hallazgo
La búsqueda culminó el 31 de diciembre a las 6 p. m., cuando el cuerpo de Carolina fue encontrado en un trillo a 300 metros del Centro Recreativo Santuario La Fuente, en Belén. Presentaba signos de asfixia. Rolando supo del hallazgo mientras daba su declaración a un agente judicial.
Ese mismo día, Padilla fue detenido en su vivienda durante un allanamiento. Las autoridades informaron que en el lugar se encontraron elementos cruciales para el avance de la investigación. Este jueves, el Ministerio Público confirmó que el sospechoso permanecerá en prisión preventiva durante seis meses, mientras continúan las pesquisas por el femicidio.
Según amigas de Carolina, Padilla ya la había amenazado antes, pero la familia se enteró de esto después de su muerte. “Pensé que algo iba a pasar, pero no que llegaría a tanto. Creí que tendría que intervenir porque él la molestaba mucho, pero jamás imaginé que la mataría”, confesó Rolando.
El hermano de la víctima cree que el enojo de Padilla hacia Carolina surgió porque la familia de ella le impedía convivir con el menor. Según explicó, esta decisión se basaba en la irresponsabilidad de Padilla en la crianza y en el hecho de que, supuestamente, vendía contenido de índole sexual, una situación que generaba gran preocupación en la familia.
“La familia de él es conflictiva y él es un enfermo. Jamás le habríamos permitido que se llevara al bebé”, aseguró Mora.
El hijo de Carolina, de cuatro años, aún no comprende lo sucedido. Ha visto el altar con la foto de su madre, pero solo observa la imagen y sigue con su rutina. Para él, su tío Rolando es la figura paterna.
“Yo soy su papá. Desde que mi hermana estaba embarazada, yo la acompañaba y le hablaba al bebé. Él sentía mi calor desde el vientre y hasta hoy somos inseparables”, compartió Rolando.
El padre de Carolina, de 80 años, y su madre, de 74, están profundamente afectados por la pérdida. Rolando confesó que, en su caso, el dolor es insoportable, pero debe ser fuerte por su sobrino. “A veces lloro frente a él y es él quien me consuela, me abraza y hasta me limpia las lágrimas”, relató.
Ahora, Rolando asume la crianza del pequeño en honor a su hermana. También busca justicia para que el responsable de su muerte reciba la condena más alta posible. “Prometo por tu memoria que te amaré por siempre y que esto no quedará así”, escribió en redes sociales.
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