Ingrid, Tamara, Sandra, Meribeth y Miriam. Estos son los nombres de las mujeres que fueron asesinadas, este mes, por sus parejas o exparejas sentimentales, según las investigaciones preliminares de las autoridades. La dolorosa cifra representa la quinta parte de los femicidios registrados en el país en todo el 2024 y el número eleva las alertas de todos los cuerpos policiales.
Enero se convierte así en uno de los meses más mortíferos registrados en las estadísticas del Observatorio de Violencia de Género contra las Mujeres y Acceso a la Justicia del Poder Judicial, que solo contabiliza otro mes con cinco fallecidas, hasta enero del 2020.
Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), manifestó que han notado un lamentable patrón, pues cuando un femicidio genera impacto mediático, se suelen cometer otros en un corto plazo.
Esta dolorosa seguidilla empezó el 1.° de enero, cuando Ingrid Fernández murió a puñaladas a manos de su compañero sentimental en Guararí de Heredia. Desde entonces, Osmar Machado Gómez está en fuga y las autoridades ya coordinan una alerta internacional, pues se presume que está escondido en Nicaragua.
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El viernes pasado, se conoció la muerte de Tamara Centeno, de apenas 20 años y con cuatro meses de gestación. Se sospecha que su esposo, un estadounidense de 60 años, apellidado Mariondo, es el responsable de asfixiarla con una bolsa en la cabeza, luego de que ella le confirmara que estaba embarazada.
Luego, en cuestión de 13 horas, entre las 6 p. m. de este domingo y las 7 a. m. del lunes, mataron a tres mujeres más. Meribeth Mondragón, de 35 años, fue agredida con arma blanca en múltiples ocasiones en San Rafael de Heredia. El principal sospechoso de matarla a puñaladas es su pareja, un sujeto de apellido Oviedo, de 38 años, con antecedentes de agresión doméstica.
En la madrugada de este lunes se descubrió el cadáver de Sandra Oporta, ultimada por su expareja en Santa Rosa de Pocosol, en San Carlos. El hombre alega que discutió con la mujer, que ella quiso agredirlo con arma blanca y que entonces él la asfixió en defensa propia.
Por último, a las 7:12 a. m. se descubrió el cadáver de Miriam Lizinia Fernández Hernández, de 32 años, en Alto Catarata de Cahuita, cantón de Talamanca. El único implicado es su pareja, apellidada Núñez, quien había intentado matarla en dos ocasiones anteriores, según relató su padre a La Nación.
Salvo el homicida de Ingrid, todos están capturados. Precisamente, Randall Zúñiga destacó que en la mayoría de los casos se ha logrado detener a los sospechosos, gracias al protocolo de atención de femicidios, que les ha permitido incluso capturarlos antes de encontrar el cuerpo.
El director recordó la necesidad de dotar de recursos a las fuerzas policiales para investigar estos y todos los homicidios que ocurren en Costa Rica. “Si no se hace algo diferente esto va a seguir igual, y vamos a terminar el año otra vez con casi 900 homicidios”, lamentó en declaraciones a Telenoticias.
Mario Zamora, ministro de Seguridad Pública, argumentó que los femicidios, al ocurrir en recintos privados fuera del ámbito del patrullaje policial, “impiden su control y la violencia intrafamiliar lo potencia”.
Por último, Marlon Cubillo, director de Fuerza Pública, urgió a los ciudadanos a denunciar ante la mínima sospecha de violencia y aseguró que estos incidentes son “prioritarios” para ese cuerpo policial.
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Relaciones impropias, violencia física, ira... elementos detrás de los femicidios
La criminóloga Lauren Gordon lamenta que, en menos de un mes, se hayan registrado cinco femicidios. Afirma que, en dos de los casos (Tamara Centeno y Sandra Oporta), se trata de mujeres veinteañeras que se ven involucradas en relaciones impropias y de poder que las someten.
Sostiene que, a esa edad, no tienen claro lo que quieren para el resto de sus vidas, y que deberían estar participando en actividades educativas y deportivas, disfrutando de su juventud y evitando relaciones formalizadas en las que ni siquiera tienen la oportunidad de elegir libremente a la persona que realmente desean.
Gordon señala que la forma como asesinaron a las cinco mujeres refleja un alto nivel de ira, lo cual evidencia, en algunos casos, que no era la primera vez que ellas sufrían violencia de tal magnitud.
“Parece que las víctimas ya habían pasado por un proceso previo de violencia en el que, probablemente, eran objeto recurrente de golpes, maltrato, violencia física, sexual, psicológica y patrimonial”, expresó.
Según ella, no se está logrando transmitir la educación adecuada, ya que las mujeres deben aprender que, si un hombre las ignora, las empuja o las golpea, eventualmente podría llegar a matarlas.
El estrés que enfrentan muchas personas, sumado a la falta de capacidad para manejar emociones y controlar situaciones, lleva a que algunos individuos, que crecieron sin ningún tipo de límites, actúen de manera descontrolada.
Gordon menciona que, en lugar de pedir la pena de muerte, como se observa en redes sociales, la reflexión debería centrarse en por qué no educamos a nuestros hijos e hijas para evitar la agresión.
Finalmente, indicó que existe una gran carencia en el control de impulsos y la gestión de la ira, ya que, cuando alguien comete un asesinato, lo último en lo que piensa es en las consecuencias legales que enfrentará. La jurisprudencia es necesaria, pero no suficiente, concluyó.
Esta información fue elaborada con la colaboración de Yiren Altamirano, Fátima Jiménez y Yeryis Salas