“Sentimos mucho susto, desesperación y consternación por la cantidad de balas que se dispararon en el momento. Teníamos dos clientes almorzando acá y otro estuvo grabando un video, pero bajamos las cortinas y nos tiramos al piso para que no pasara a más, de hecho en los alrededores del local se ve que en las paredes pegaron las balas y realmente uno sabe lo peligroso que es una bala perdida”. De esa forma recordó Katherine Barquero, quien labora en un restaurante cercano al sitio donde se registró una balacera el miércoles anterior, los minutos de angustia que vivió junto a sus compañeras.
Menciona que aunque es frecuente ver asaltos o conflictos entre indigentes en la zona, una situación de ese tipo nunca se había visto, por lo que agradece a Dios que los hechos no se agravaran y que nadie más resultara afectado, tomando en cuenta que se trata de un sector donde transitan muchísimas personas a diario.
Barquero también criticó a quienes en lugar de alejarse del lugar, corrieron detrás de la Policía para grabar videos y tomar fotografías, ya que cree que se expusieron demasiado. “La seguridad es lo primordial. Considero que fue irresponsable que estuvieran grabando videos, eso no se debería realizar”, agregó.
Precisamente, Daniel Calderón Rodríguez, director general de la Fuerza Pública, reconoció que debe trabajarse en una cultura, donde las personas entiendan que cuando hay armas de fuego de por medio el riesgo es muy alto. “Una escena como la del miércoles es compleja porque no fue estática, pero vamos a seguir trabajando en la línea de lo que se puede seguir haciendo a nivel interno y también en crear esa cultura con las personas”.
Con el jefe policial coincidió Marcelo Solano Ortiz, director de la Policía Municipal de San José, quien cree que “la pericia de los policías y la suerte evitó una tragedia mayor”, pero reconoce que debe fortalecerse la educación para que en estos hechos las personas resguarden su vida y no corran detrás de los oficiales, como ocurrió.
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‘Uno no sabe cómo va a reaccionar una persona’
Otra comerciante josefina que prefirió mantener su identidad en reserva, pero cuyo local queda muy cerca de donde Johnny Fernández Moreno detuvo su vehículo para pedir ayuda a la Policía ante la situación que estaba afrontando con su hijo, Luis Diego Fernández Valverde, recordó que ella no sabía muy bien lo que estaba pasando, pero sí vio que había un joven con un arma de fuego.
“El carro estaba estacionado en el semáforo y nosotros nos asomamos a ver qué estaba pasando. Realmente el muchacho se apuntaba en la cabeza con el arma (de fuego), al mismo tiempo gritaba, discutía con la persona que estaba a la par de él y fue cuando el señor que iba manejando empezó a pedir ayuda y una pareja de oficiales se estacionó y empezó a pedir apoyo, cuando se dijo que estaban armados todo el mundo se preocupó por la situación.
“Lo único que acatamos fue a bajar las cortinas y permanecer aquí adentro (en la tienda). Afuera había muchos oficiales corriendo, hablando, apuntando con el arma, todo fue muy rápido y lo preocupante de todo y el miedo que sentíamos era que no sabíamos si el muchacho se iba a bajar del carro y de un momento a otro iba a empezar a disparar, porque en un momento como esos no se sabe cómo va a reaccionar la persona, no sabíamos exactamente lo que estaba pasando, fue un momento angustioso. Él sí se apuntaba demasiado con el arma (de fuego) en la cabeza, estaba decidido a acabar con su vida, honestamente eso era lo que parecía y al mismo tiempo también apuntaba al señor porque sí logramos ver que era así.
“En medio de toda esa angustia, uno mantenía la distancia, pero al mismo tiempo quería saber qué pasaba, cuando el señor logró salir del carro el muchacho se pasó al lado del volante para tratar de arrancar el carro y en ese mismo momento, tal vez de la angustia de todo, empezaron las balas y solo nos tiramos al piso y esperamos a que pasara todo lo que ocurrió”, relató esta mujer, quien al igual que Barquero, no recuerda algo similar en el corazón de la capital.
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Finalmente, un hombre de apellido García rememoró que en medio de los hechos se escucharon muchas sirenas, se vieron muchos policías corriendo y ellos mejor optaron por cerrar el establecimiento comercial que tenían, porque la gente quiso ingresar al escuchar los disparos.” A uno lo asustan esas cosas porque no se viven, pero uno sabe que eso pasa”, dijo.
Luis Diego Fernández, de 31 años, murió luego de recibir tres disparos en el pecho, según el reporte del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), que recolectó 26 indicios balísticos en el lugar y decomisó nueve armas de fuego a oficiales de Fuerza Pública y tres a uniformados de la Policía Municipal de San José.
De momento, la hipótesis es que hubo un intercambio de disparos entre Fernández y los policías, pero expertos en criminología criticaron el manejo de la escena, la existencia de líneas de disparos cruzadas, la falta de aislamiento de la escena, la carencia de liderazgo y la ausencia de estrategias para bajar la tensión emocional en el sitio.
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