El administrador de empresas Edgar Roberto Rivera Araya apenas había cobrado el primer mes de su pensión, cuando cuatro hombres lo atacaron violentamente y lo asesinaron para robarle los bienes que tenía en su casa en Brasilito de Cabo Velas, Guanacaste, donde pretendía disfrutar de esta nueva etapa de su vida.
Así lo explicó Rodrigo Rivera, primo hermano del fallecido, quien indicó que Edgar laboró como profesional del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, Estados Unidos, y su afán era retornar a nuestro país apenas obtuviera su pensión, por lo que adquirió una vivienda dentro de un condominio, en la que fue sorprendido el sábado anterior por cuatro sujetos que lo apuñalaron para asaltarlo.
Don Edgar, de 65 años, era casado y padre de tres hijos y aunque nació en San José, había vivido en Guanacaste, por lo que al regresar a esa provincia se integró al comité de Salud de la comunidad, donde ayudaba en proyectos de desarrollo. También estaba interesado en la promoción del hidrógeno como energía alternativa y trabajaba en paralelo con las iniciativas que en ese ámbito impulsa el astronauta Franklin Chang.
El fallecido había estudiado Agronomía, luego se graduó en el Instituto Costarricense de Administración de Empresas (INCAE) y optó por el trabajo en el BID, donde laboró por muchos años. Su casa la había adquirido años atrás y la tuvo alquilada mientras le llegaba la hora de pensionarse y volver al país.
Edgar Roberto era deportista, practicaba el sóftbol y le apasionaba el béisbol. Era seguidor de los Nationals, recordó su primo.
Cámaras los captaron
Según las cámaras de seguridad del condominio, al menos cuatro sujetos serían los responsables de ultimarlo cuando abrió la puerta de su vivienda, al regresar de un restaurante donde fue a cenar, en Brasilito, cuando fue visto con vida por última vez.
El cuerpo fue hallado por un vecino al que le pareció extraño ver la puerta abierta la mañana del sábado y al asomarse vio un rastro de sangre. Cuando la Policía y los cuerpos de socorro llegaron, vieron que yacía desangrado en el cuarto de pilas.
Edgar Roberto estaba solo porque su esposa labora como economista del Banco Mundial en Washington y sus hijos también viven allá. La idea era preparar todo acá para vivir pronto con su esposa, que también está por pensionarse.
“Era el primo con el que mejor relación tenía”, dijo Rodrigo, quien confirmó que el motivo del asesinato sería el robo, pues dos de los sospechosos fueron capturados por la Policía en Tamarindo, cuando tuvieron un accidente luego de que el Toyota de la víctima, en el que huían, derrapó y cayó a una zanja.
Se detuvo a un hombre de apellidos Mantilla Montano, nicaragüense indocumentado, de 36 años, quien al parecer tenía antecedentes por delitos similares.
La Fiscalía Adjunta de Santa Cruz informó que la causa se tramita en el expediente 22-000941-800-PE, por homicidio calificado. Como principal sospechoso figura Mantilla Montano. Al otro hombre, apellidado Cortés López, de 19 años, se le investiga por el delito de favorecimiento real, es decir es sospechoso de colaborar con la desaparición o alteración de rastros y pruebas para asegurar la acción delictiva.
En contra de Mantilla Montano la Fiscalía gestionó prisión preventiva por cuatro meses, solicitud que fue acogida por el Juzgado Penal. Por su parte, en contra de Cortés López se ordenaron las medidas cautelares de mantener domicilio fijo y firmar cada 15 días en la Fiscalía de Santa Cruz.
Otros dos sospechosos siguen en fuga. Además del carro, la Policía Judicial recuperó varios bienes robados en la vivienda del fallecido.
El primo hermano de la víctima afirmó sentirse indignado por los “cobardes” que, por unas cuantas cosas materiales, ultimaron a su pariente, dejando a su anciano padre, a su esposa, a sus hijos y a toda la familia marcada por tan deplorable acción.
Este miércoles la familia realizó los funerales en la capilla Don Bosco, en San José, provincia de donde Edgar Roberto era oriundo.
Ya no es igual
“Un hombre bueno, generoso, amigo leal, estudioso, querido por quienes lo conocieron, trabajó y planeó su retiro por años y quiso hacerlo en su amado país, cerca del mar que tanto le gustaba. Le preocupaba el estado de nuestro país y descubrió, de manera trágica, que ya no es el mismo lugar ni el ambiente en que crecimos”. Así lo describió su primo Rodrigo.
Los vecinos de Huacas, Brasilito, Tamarindo y otros lugares de Guanacaste expresaron su dolor a la familia y lamentaron el deterioro de la seguridad en la zona. Lo atribuyen en gran parte a que en los últimos años han proliferado las ventas de drogas y hay poca vigilancia. “Es una barbaridad vivir tan expuestos a ese tipo de hechos, incluso viviendo en condominios”, agregó Rivera Fournier.
En lo que va de este año, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) registra 274 asesinatos, nueve más que en igual periodo del año pasado. En Guanacaste han ocurrido 43, mientras que el año pasado eran 37 a esta fecha.
Uno de los casos más recientes de Santa Cruz sucedió en el distrito de Tamarindo el 26 de marzo, cuando Eder Gabriel Espinoza Villegas, de 30 años, fue ultimado a balazos.