La madre de Marisol Rodríguez Cordero, doña Berthilda Cordero, de 65 años, presenció el momento en que la expareja de su hija le quitó la vida a golpes y con un arma blanca en la Colonia Puntarenas de Upala, en Alajuela.
El ataque ocurrió este lunes a las 8:05 a. m. cuando el sujeto, de apellidos Solera Anchía, de 28 años, irrumpió en la vivienda de Marisol, de 40 años, con quien compartía una hija de un año y siete meses, y la atacó en el corredor, donde ella tenía un salón de belleza.
A pesar de que los unía su hija menor, Solera y Rodríguez estaban separados. Según Johana Huete, hermana de la víctima, Marisol había acudido a instancias judiciales apenas hace cinco días para pedir que el sujeto no se le acercara. Para Huete, de 33 años, esta fue una de las razones del feminicidio. “Ya no lo aguantaba, la acosaba y la buscaba mucho”, mencionó.
“Cuando Solera llegó a la casa le dijo: ‘Usted sabía que esto iba a pasar’, y la golpeó con una piedra hasta matarla”, relató Huete, según el testimonio de su madre. Doña Berthilda, a pesar de sus limitaciones físicas, intentó proteger a su hija, pero Solera la empujó, le arrancó una uña y le dijo que no se metiera.
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La señora Berthilda había estado con Marisol desde el fin de semana para acompañarla y planeaba regresar a su casa —también en Upala pero en otra comunidad— el domingo. Sin embargo, Marisol le pidió que se quedara hasta el lunes.
El hijo adolescente de la estilista, de 17 años, y fruto de una relación anterior, decidió quedarse con su padre durante el fin de semana y cuando regresó a su casa la mañana del lunes, se encontró con la impactante escena.
Cuando el muchacho llegó, “(Solera) la estaba matando. Entonces mi sobrino intentó intervenir, pero el hombre lo agarró y lo intentó ahorcar. No sé cómo lo soltó”, mencionó Huete. “Cuando vio que ella prácticamente estaba muerta, agarró la moto y se fue”, agregó.
El sujeto permaneció fugitivo durante cuatro horas, hasta que oficiales de la Fuerza Pública lo detuvieron en Santa Rosa, donde estaba escondido dentro de una piñera.
Mario Zamora, ministro de Seguridad Pública, confirmó que la cooperación de los vecinos fue vital para localizar al sospechoso. “Este es un acto de responsabilidad ciudadana, de contribuir el esclarecimiento de casos donde se vulnera el derecho a la vida”, declaró.
Además del golpe con la piedra, Marisol sufrió heridas con un arma blanca en los brazos, según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ). Aún con signos vitales, fue trasladada en un vehículo particular al Hospital de Upala, donde falleció poco después de su ingreso.
En el momento del ataque, otra hija de Rodríguez, de 9 años, estaba en la escuela y la bebé que compartía con su agresor estaba dormida. Según Johana, al oír el ataque contra su madre, la pequeña despertó y comenzó a llorar.
Controlador y obsesivo
Huete recordó que cuando su hermana y su excuñado estaban juntos, él era controlador y obsesivo. “Si él decía una cosa, ella tenía que hacerlo”, indicó. No obstante, aclaró que nunca vio ni supo de agresiones físicas previas.
Marisol tenía otro hijo de 23 años, quien recientemente la convirtió en abuela. Se dedicaba a su salón de belleza y estudiaba educación para cumplir su sueño de ser maestra.
Llegó a Costa Rica a los 12 años proveniente de Nicaragua, donde nació el 29 de marzo de 1984. Su hermana la describió como servicial, atenta, cariñosa y platicadora. En sus redes sociales, Marisol se mostraba como una madre orgullosa de sus hijos y compartía frecuentemente sus logros.
Conoció a Solera cuando él trabajaba en la construcción de la casa de doña Berthilda. Poco después de iniciar una relación, tuvieron una hija y en enero de 2023 anunciaron su compromiso en redes sociales.
Sin embargo, el matrimonio nunca se consumó y, tras meses de problemas, se separaron. Solera se fue a vivir a su propia casa en la comunidad de Santa Rosa de Upala, pero visitaba a su hija algunos días a la semana, hasta que fue notificado de la orden de restricción.
Para la tarde del lunes, la familia de Marisol aún no sabía cuándo podrían tener el cuerpo de la mujer para organizar sus honras fúnebres. Según Johana, sus sobrinos de 9 y 17 años quedarán al cuidado de su padre, pero la custodia de la bebé aún está por definirse, pues el Patronato Nacional de la Infancia (PANI) valora otorgarla a su tía paterna o a su hermano mayor.
Picos de violencia
En un reciente reportaje sobre femicidios publicado por La Nación, la jefa de la Secretaría Técnica de Género y Acceso a la Justicia del Poder Judicial, Jeannette Arias, explicó que existen dos momentos en los que una mujer está altamente expuesta a un femicidio: cuando desea terminar la relación con el agresor o cuando el hombre es notificado de algún procedimiento legal.
“En esos momentos es cuando más deberían acercarse al sistema para tener protección. A nivel mundial, en estas circunstancias hay picos de violencia”, manifestó.
Arias destacó que todas las mujeres asesinadas por sus parejas vivían en un ciclo de violencia que usualmente comienza con violencia psicológica y luego escala hasta la violencia física, que termina en femicidio. “Son luces rojas que las mujeres deben ver, que la violencia va incrementando y que deben romper el silencio y acudir a las autoridades, eso es fundamental”, mencionó.
La experta también enfatizó que la violencia contra la mujer no solo afecta a las mujeres, sino también a sus familias, especialmente a sus hijos. “Los niños se vuelven testigos no solo del femicidio, sino también de la violencia desde el inicio hasta su final”, añadió.
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Colaboró en esta información Arianna Villalobos.