Marisol Rodríguez Cordero, de 40 años, fue asesinada la mañana de este lunes en Colonia Puntarenas, Upala, Alajuela, presuntamente a manos de su pareja y padre de su hija, de un año.
Según el Ministerio de Seguridad Pública (MSP), el crimen ocurrió a las 8:05 a. m. cerca del establecimiento comercial Súper Compro. El presunto femicida, un hombre de apellido Solera y 28 años, habría apuñalado a la mujer y golpeado en la frente con una piedra antes de huir en una motocicleta negra.
La víctima fue trasladada de urgencia al Hospital de Upala, donde fue declarada sin vida a su ingreso. El MSP informó que el sujeto fue detenido al mediodía en la comunidad de Santa Rosa de Upala, a 10 kilómetros de donde presuntamente cometió el ataque, luego de tres horas de patrullajes y controles en carreteras.
De acuerdo con datos del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), Rodríguez era de origen nicaragüense y costarricense por naturalización. Vivía en Colonia Puntarenas y hace tan solo un año y siete meses tuvo una hija con Solera.
La mujer, además, tenía otros dos hijos menores de edad, uno de 17 años y otra de 9. Además, hace poco tiempo se convirtió en abuela gracias a su hijo mayor de edad.
El femicidio de Rodríguez es el tercero ocurrido en lo que va del 2024. En febrero, Nadia Peraza, de 21 años, fue asesinada presuntamente por su pareja y padre de su hija de 2 años. El sujeto, de apellido Buzano, luego de matarla, aparentemente la descuartizó y colocó sus restos en bolsas dentro de un refrigerador desconectado. Actualmente, permanece en prisión preventiva mientras avanza la investigación.
En abril, Kimberly Araya, de 33 años, fue asesinada también presuntamente por su pareja y padre de sus tres hijos, un hombre de apellidos Pérez Mena. Luego de matarla, según las investigaciones, el sujeto arrojó su cuerpo a un cerro del Zurquí.
Según profesionales en psicología, cuando un menor enfrenta el asesinato de su madre, ya de por sí un evento devastador, el dolor se intensifica si el responsable es su propio padre. Esta doble pérdida, tanto de la figura materna como de la imagen paterna, deja una huella profunda en la vida de niños y adolescentes.