Uno de los dos hombres que fueron asesinados la tarde del domingo en Pavas era el líder de una banda dedicada a cobrar “peajes” a taxistas informales en esa misma zona.
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Se trata de Max Enrique Murillo Calderón, de 30 años, y quien había sido detenido en febrero del 2016 por ser responsable de cobrar ¢4.000 semanales a cada pirata para dejarlo trabajar.
Murillo fue acribillado a balazos cuando viajaba en motocicleta en compañía de Daniel Alberto González Molina, de 26 años. Este último también falleció.
El doble homicidio se perpetró a eso de las 5:15 p. m. de este domingo en Villa Esperanza de Pavas, cuando las víctimas transitaban por ese sitio, según informó el Organismo de Investigación Judicial (OIJ).
Al parecer, en un momento dado, otros dos motociclistas los interceptaron, sacaron unas pistolas y les comenzaron a disparar. Una vez que los dejaron heridos, huyeron del lugar.
González, quien es primo del jugador de la Selección Nacional Bryan Ruiz, presentaba múltiples impactos de bala en todo el cuerpo, por lo que falleció inmediatamente.
Mientras que Murillo fue llevado a la estación de Bomberos de Pavas en un vehículo particular para recibir atención por parte de los paramédicos. Ese vehículo, color gris y marca Toyota Yaris, quedó custodiado por la Fuerza Pública.
No obstante, pese a los esfuerzos de los socorristas, Murillo falleció producto de los cinco balazos que tenía.
En medio de la balacera, también resultó herido un menor, de 11 años, y su mamá, de apellidos Torres Salas, de 27.
El niño presentaba un roce de bala en el abdomen, mientras que la madre fue trasladada por un balazo en su brazo izquierdo.
Entre cobros ilegales y drogas
La Policía Judicial informó de que Murillo era un reconocido líder de un grupo criminal, lo que lo convirtió en el único objetivo de los pistoleros.
David Corrales, jefe de la Sección de Homicidios del OIJ, indicó que este doble homicidio se trata de un ajuste de cuentas por narcotráfico. “Es una rencilla de bandas del sector y el blanco era Max Murillo”, afirmó.
Más allá de líos por drogas, Murillo era conocido por manejar una banda, denominada Grupo de Max, la cual funcionaba aproximadamente desde el 2015 y en la cual también trabajaba un hermano del cabecilla.
Para ese momento, se tenían cinco denuncias, pero se estimaba que el total de taxistas informales afectados rondaba los 100.
Según dijeron las autoridades, Murillo, junto con otros dos sujetos, llegaban hasta las diversas paradas de piratas para comunicarles que para poder trabajar sin problemas, debían pagar un tributo ilegal.
Quien se negaba era objeto de amenazas con armas de fuego y luego recibía golpizas; también disparaban contra el vehículo.
El el 2016, cuando fue capturado, el director del OIJ explicó que esta banda tenía un nivel de organización “aceptable”, pues les decomisaron cuadernos en los cuales se llevaba “una contabilidad incipiente”.
“Ahí había nombres o apodos de las personas. Los montos que deben cancelar, los periodos que deben pagar; llevan un control”, agregó.