Hace más de 150 días que la familia de Juliana Diermissen Noel espera respuestas sobre la muerte de esta madre de tres hijos, quien fue asesinada en el barrio Palermo de Cariari, en Pococí.
Los indicios de cabello y rastros de sangre, junto con el hallazgo de una fosa en el patio de la casa de alquiler donde vivía con su pareja sentimental, Fernando Ramírez Mejía, llevan a la Policía a sospechar que la mujer, de 39 años, fue ultimada por él con un arma blanca y luego enterrada. Esto, debido a que desde el 31 de octubre del año pasado, la familia perdió todo contacto con ella.
La única luz de esperanza para la familia es que el sospechoso del crimen fue capturado el miércoles pasado en Orotina, Alajuela, después de casi cinco meses en fuga.
La madre de Juliana, doña Luz Dania, se enteró de la detención del sujeto cuando una amiga, desde Golfito, la llamó para informarle de que lo había visto en las noticias. Además, un agente del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) que lleva el caso contactó a Yuri Diermissen Noel, otra de sus hijas, para comunicarle que habían capturado al sospechoso en Orotina.
Le informaron de que el hombre vestía como un indigente, pero que ya lo tenían bajo custodia y que se había verificado su identidad. Al parecer, se estaba llevando a cabo un operativo en la zona cuando lo avistaron, se confirmó su identidad como Fernando Ramírez, de 45 años, y procedieron a su arresto.
“Cuando supe de la captura comencé a temblar, se me doblaron las rodillas, sentí algo raro, pero me pude contener y se me quitó”, expresó esta madre de 57 años.
Añadió que planea acudir personalmente al despacho encargado del caso este lunes para obtener más detalles y avanzar en el proceso judicial. Para ella, la captura representa un paso hacia la justicia y solicita a los jueces que impongan la condena que merece el responsable. “Eso no se le hace a nadie, él no tuvo la valentía de enfrentar lo que hizo y prefirió fugarse y esconder el cuerpo”.
A doña Luz le habría gustado que el cuerpo de su hija apareciera primero y espera que el sospechoso revele a la Policía dónde lo dejó, ya que anhela darle una sepultura adecuada y tener un lugar donde pueda llevarle flores.
“Ya no tengo esperanzas de que esté viva. Tengo una foto de Juliana cuando tenía 14 años y parece que me está viendo. La tengo en mi cuarto y es mi consuelo”, compartió la madre.
Verla en sueños
En cuanto a su situación emocional, doña Luz reveló que días atrás soñó que Juliana le daba una dirección donde se encontraba y le aseguraba que estaba bien. Aunque en el sueño le repetía la dirección, al despertar no pudo recordarla. Luego de eso fue a la catedral de San José, le pagó una misa y a menudo la recuerda en sus oraciones.
Mientras tanto, las cuatro hermanas y el hermano de Juliana intentan seguir adelante con sus actividades diarias, aunque la tristeza por su ausencia persiste.
“Ayer estaba viendo fotos de ella, recordando a mi chiquita que era muy buena y muy humilde, y que no merecía nada de esto”, compartió la madre en una entrevista anterior con La Nación.
Los tres hijos de Juliana viven con el padre en Guadalupe. La abuela prefiere no abordar el tema con ellos, ya que es demasiado doloroso.
Aferrada a la prueba de ADN
Aunque el rastro de Juliana se perdió desde finales de octubre del año pasado, fue el 20 de noviembre cuando las autoridades policiales descubrieron el aparente feminicidio. Ese día, los vecinos informaron al hermano del propietario de la casa donde vivía la pareja sobre un intento de incendio en la propiedad y sobre la extraña desaparición de ambos.
Cuando los agentes entraron a la vivienda y rociaron luminol, el químico permitió detectar residuos de sangre que no se ven a simple vista. Posteriormente, los especialistas detectaron también algunas hebras de cabello.
Fue a partir de ahí que la Policía determinó que posiblemente Ramírez, oriundo de Puntarenas, habría ultimado a Juliana. La primera hipótesis es que la descuartizó para enterrarla en el patio. Empero, se cree que habría regresado a la casa para quemar los restos y luego llevárselos a un lugar que se desconoce.
Juliana, era ama de casa, había estudiado únicamente la educación primaria en una escuela de Heredia. Se unió a su primera pareja a los 19 años, de quien se separó años después y vivía sola, hasta que conoció a Ramírez por redes sociales. Vivieron juntos unos tres meses, aproximadamente.
Doña Luz la describió como una muchacha humilde, sin vicios y muy dedicada al hogar.
La mamá de Juliana confirmó que el martes 2 de abril estarían listas la pruebas de ADN que comparan la sangre hallada en el sitio y la de Yuri, la hija de ella, a la que tomaron muestras.
También dijo que al sujeto ahora le podrán tomar muestras de sangre, a ver si en el sitio había quedado sangre de él, pues al parecer se hirió cuando quemó partes del cuerpo en la casa donde vivían.
Doña Luz reitera que a menudo enciende velitas y le pide a Dios que el sospechoso le diga a la Policía dónde está Juliana. Más allá de algún odio, lo que siente es mucho dolor. No quiere amargarse su corazón y lo que espera es que la justicia caiga sobre el sospechoso y que los restos de su hija por fin aparezcan.