El joven asesinado de al menos 15 balazos la noche del domingo en una solitaria parada de bus sobre la ruta 27, en Santa Ana, tenía orden de captura por no haberse presentando a un juicio en el cual figuraba como sospechoso por el homicidio de su propia hija de dos meses.
El fallecido se llamaba Joshua Caleb Mora Artavia, de 19 años, quien era vecino de Lomas del Río de Pavas, en San José.
El muchacho fue declarado en rebeldía por el Tribunal Penal de Pavas, por no presentarse al debate. Caso contrario a su expareja y madre de la bebé, Charlotte Soto Céspedes, quien también era imputada y resultó condenada a 30 años de cárcel el pasado 20 de junio.
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El caso por el cual los padres de la niña fueron procesados ocurrió el 12 de marzo del 2015. Ese día, Mora y Soto llevaron a la menor hasta la clínica de Pavas y de ahí fue trasladada en condición delicada al Hospital Nacional de Niños, donde, a pesar de que la intervinieron de emergencia, perdió la vida al día siguiente.
Cuando fue atendida por los médicos, se detectó el síndrome del niño agredido, pues la niña presentaba fracturas en el cráneo y costillas, así como una hemorragia intracraneal. Por esa situación, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) detuvo a los padres en el centro médico.
"La Fiscalía logró acreditar que estas (lesiones) causaron su deceso, y fueron el resultado de las agresiones a las que fue sometida en repetidas ocasiones", informó la Fiscalía en un comunicado de prensa el día de la condena de la mujer.
Cuando la hija de ambos murió, Mora era menor de edad, y se encontraba en libertad con medidas cautelares por decisión de un juez, pese a que la Fiscalía Penal Juvenil había solicitado prisión preventiva.
"Dichas medidas no privativas de libertad vencieron y, en dos ocasiones, el imputado no se presentó a la audiencia para la prórroga, por lo que había sido declarado como rebelde", informó la oficina de prensa de la Fiscalía este martes, ante una consulta de La Nación.
La Policía Judicial investiga el motivo por el cual Mora fue asesinado a las 11 p. m. del domingo en la parada de bus sobre la ruta 27, así como los sospechosos de perpetrar el crimen.
Lo que sí tienen claro las autoridades es que el caso corresponde a una venganza, pues no creen que se trate de un asalto por la alevosía que hay en el homicidio. El cuerpo de Mora presentaba 18 orificios de bala entre el pecho y la cabeza. Algunos corresponden a heridas de entrada y salida, pues en la escena se encontraron 15 casquillos de pistola 9 milímetros.
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"La cantidad de disparos es para el aseguramiento de la muerte de la persona. No tenemos la más mínima duda de que son ajustes de cuentas donde se aseguran la muerte de la víctima", manifestó ayer (lunes) el jefe de la sección de Homicidios del OIJ, Álvaro González.
Además de ser buscado por el homicidio de su hija, Mora Artavia tenía antecedentes policiales por robo agravado y agresión con arma de fuego.