“No pienso que ellos estaban en el lugar en que no debían estar. Ellos estaban en el lugar que tenían que estar, porque de ahí Dios se los llevó. Era el momento, era el día, era la hora de ellos. De ahí Dios los recogió. Me entiende era el momento de ellos. Era el tiempo de ellos”.
Esas fueron las palabras brindadas por Odilia del Carmen Cascante Rivera, madre de César Mauricio Quesada Cascante, abuela de Daniel Mauricio Quesada Villarevia y suegra de Claudia Alina Villarevia Rivera, tres de las seis personas asesinadas el domingo anterior del distrito Brunka de Buenos Aires, Puntarenas. Ella brindó estas breves declaraciones al medio regional TV Sur Noticias, poco después de los actos religiosos para sepultar a César y Claudia, que se realizaron en el salón comunal de Rivas de Pérez Zeledón.
“Todo está en manos de Dios porque lo único que mi corazón tienen es alabanza para Dios. En medio de este dolor, lo alabo y lo bendigo”, añadió esta ama de casa de 61 años. Por su parte, su esposo, Eladio Quesada Ramírez, de 65 años, manifestó al mismo medio televisivo: “Nosotros hablamos con Dios y le dijimos: ‘Diosito usted nos lo regaló, nosotros se los devolvemos y pasanos la fuerza de ellos tres a nosotros para poder salir’, porque sin ese poder de Dios no hubiéramos soportado esto”.
Eladio Quesada anunció que el sepelio de su nieto Daniel Mauricio se realizará este jueves, pero a él, por circunstancias especiales, lo cremarán y llevarán las cenizas para depositarlas junto a sus padres. “Lo vamos a traer en una cajita y lo vamos a poner en la bóveda para que estén los tres juntitos”, agregó.
La familia fue asesinada el domingo en la mañana en la propiedad del estadounidense Stephen Paul Sandusky, a donde fueron para ayudarlo a arreglar un tractor, puesto que César Mauricio y su hijo Daniel tienen un taller de reparación de maquinaria en la comunidad de La Bonita de Rivas. En el hecho también mataron al estadounidense, así como a Susan Anyelic Zúñiga Rodríguez y Willy Alfredo Borbón Muñoz, una pareja que era amiga de la familia Quesada Villarevia.
Paralelamente, trascendió que agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) continuaron con el proceso de levantamiento de evidencias en el sitio de la masacre, una finca de 104 hectáreas propiedad de Sandusky, la cual se ingresa por Llano Bonito en el distrito Brunka pero que según el Registro Nacional, se encuentra en el distrito de Volcán, ambos del cantón de Buenos Aires. De nuevo la Policía Judicial se mantuvo hermética en suministrar adelantos de los hallazgos y de posibles sospechosos.
Para las autoridades judiciales el móvil de este asesinato múltiple fue el robo pues en la vivienda del estadounidense había “bastantes signos de registro”, así como una ventana quebrada y varios artículos que, en apariencia, iban a ser sustraídos porque estaban listos, entre estos una máquina de soldar, una motoguadaña y varios insumos agrícolas. Esa misma hipótesis es compartida por varios exinvestigadores del OIJ, quienes a su vez se mostraron sorprendidos por la violencia ejercida por varios individuos, hasta ahora desconocidos, en contra de los cuatro hombres y las dos mujeres.
Advirtieron que la crueldad que se observa en la escena, como quemar al menos dos cuerpos luego de rociarles algún líquido acelerante, entre otros aspectos, está fuera del perfil de la mayoría de delincuentes costarricenses dedicados a delitos contra la propiedad. Al respecto, dijeron que este tipo de delincuentes tienen como objetivo principal apoderarse de los bienes materiales, pero en caso de que encontrar resistencia de las víctimas, las matan a balazos o los hieren con arma blanca, pero pocas veces queman los cuerpos. Sin embargo, enfatizaron que en el país sí hay hampones con personalidades muy violentas, pero son los menos.
Los exinvestigadores consultadas fueron claros en decir que estas apreciaciones las hacían con fundamento en los pocos datos que sobre el hecho han salido a la luz pública en los medios de comunicación. “Por supuesto que el OIJ tiene ya más elementos, como el tipo de arma que usaron, la posible hora de muerte y no sabemos qué pudieron encontrar ahí. También ya tienen que haber hecho un rastreo de las llamadas telefónicas de todas los celulares de las víctimas y buscaron posibles videos en casas de vecinos, aunque sean casas alejadas del sitio del suceso”, dijo uno de los consultados.
Además de encontrar indicios de un posible robo en la vivienda, en las últimas semanas había trascendido en la zona de que el estadounidense había vendido la propiedad. Lo cierto es que la finca está en venta en $1,8 millones (¢1,188 millones al tipo de cambio actual). La propuesta todavía está vigente en el sitio digital Chirripó Bienes Raíces, y la subieron desde el pasado 26 de abril.
El empresario José Quesada, vecino de Pérez Zeledón y quien dijo ser amigo del estadounidense en una entrevista que concedió al medio digital AmeliaRueda.com dijo que Sandusky quería vender la finca para trasladarse a vivir a Estados Unidos, pues allá se encuentran sus dos hijos estudiando.