“Viera que yo estoy muy tranquila. El dolor no va a pasar nunca, hay que aprender a vivir con esto, tengo que aprender a vivir con la ausencia de ella”.
Con esta frase Ivannia María Mora Zúñiga resumió el sufrimiento que lleva dentro desde hace dos años, luego del asesinato de su hija, Stephannye Paola Castro Mora, de 28 años.
Todo inició el 7 de noviembre del 2018, cuando se encontraba en su casa, en la urbanización Las Vegas, en Buenos Aires de Puntarenas y recibió una llamada telefónica que le cambió su vida.
Ese día, le confirmaron que unos restos humanos localizados en Bebedero de San Antonio de Escazú, San José, pertenecían a la joven.
La noticia puso fin a siete días de incertidumbre sobre el paradero de la muchacha, ya que el último contacto entre madre e hija fue el 1.° de noviembre de aquel año, cuando a las 3 p. m. Stephannye le anunció a su madre que tomaría un bus hacia su casa, en Buenos Aires de Puntarenas. Lo haría a las 6 p. m. porque ya no quería estar más en San José.
La muchacha nunca llegó y por ello, con autorización de doña Ivannia, una amiga interpuso la denuncia por desaparición ante el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) al día siguiente.
Casi una semana después, el hallazgo resultó macabro. Aquel 7 de noviembre un perro que caminaba con un brazo humano en el hocico llamó la atención de un baqueano y, tras un rastreo por la zona, agentes judiciales dieron con el resto del cuerpo, el cual había sido desmembrado.
Hoy, a casi dos años del atroz crimen, la investigación permanece en “fase de recolección y análisis de prueba” y, a pesar del tiempo transcurrido, no hay detenidos, confirmó la Fiscalía de Pavas, que lleva el caso dentro del expediente 18-031949-0042-PE.
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Justicia divina
Ante esto, Ivannia Mora asegura sentirse tranquila y cree que la justicia divina hará que él o los responsables paguen.
“Soy de las personas que piensa que así el responsable se repudra en la cárcel, nada me va a devolver a mi hija, por lo que creo mucho y tengo fe plena en la justicia divina. Sí me gustaría que los agarren para que no hagan más daño (a los sospechosos), pero ni me pongo a pensar en eso porque lo que hace uno es llenarse de más ira, más decepción y más tristeza y nada voy a remediar con eso”, manifestó Mora.
La última vez que esta mujer de 46 años tuvo información del caso fue a finales del 2019 y, aunque entre sus planes estaba venir a San José para saber si existe alguna novedad, la pandemia por covid–19, que desde marzo afecta a Costa Rica, la hizo aplazar el viaje.
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Mora sabe que el OIJ tiene a un hombre de nacionalidad salvadoreña identificado como sospechoso; no obstante, se presume que él abandonó territorio nacional días después del crimen.
Por ello, hay una alerta emitida a la Policía Internacional (Interpol), para que en caso de que lo ubiquen tramiten su extradición al país.
“Desde el año pasado no sé absolutamente nada y no me han dicho nada (...). Ellos hablan de un ajuste de cuentas por drogas, pero yo solo sabía de ella de la puerta de la casa para adentro, de lo que ella hacía fuera de acá no, porque ella era muy hermética”, aseguró Mora.
En agosto del 2019, el OIJ confirmó esa versión, así como el hecho de que el foráneo se encontraba en fuga.
Se presume que Castro vivía en una casa de barrio México, en San José, con el sospechoso y otras dos personas. Asimismo, se cree que existían diferencias entre el extranjero y la muchacha, situación que habría generado el crimen.
El Ministerio Público, por su parte, dijo que “debido a que se trata de un caso que está en una etapa que es privada, no es posible brindar más detalles, en apego al artículo 295 del Código Procesal Penal”.
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Amante de la música y los viajes
Doña Ivannia considera que su hija Stephannye Paola, quien trabajó como oficial de seguridad, disfrutó su vida a plenitud y se esforzó por ser una excelente persona con quienes amaba.
Para ella, fue una hija excepcional, que siempre la respetó y le manifestó amor a diario, incluso, sin estar en la casa.
Por ello, todos los días el primer mensaje en el celular de Mora era de su hija, quien se mantenía en constante comunicación con ella.
"Era un excelente ser humano, eso lo digo yo y lo dice mucha gente allegada a nosotras que saben realmente lo que era ella, la clase de ser humano que era.
“A Stephannye le encantaba bailar, la música, viajar, la naturaleza, los ríos y le fascinaba la playa. Gracias a Dios ella tuvo una vida, me parece a mí, en la que siempre fue e hizo lo que le dio la gana. Disfrutó a plenitud su vida”, recordó.
Agregó que a la joven nunca le importó la opinión de los demás referente a su orientación sexual, pese a que en algunos momentos sufrió de discriminación.
Poco después del crimen, se manejó la hipótesis de que este tuviera relación con que Castro era gay, pero esa versión fue descartada por la Policía Judicial.
Por otra parte, Mora afirmó que ella nunca sintió que su hija se fuera de la casa por completo, ya que cuando se movilizaba por trabajo a otro sitio, un tiempo después, regresaba.
“Estuvo en la frontera (Paso Canoas), Uvita, Jacó, Dominical y San José, pero ella iba y venía, no puedo decir que ella se instalaba en un solo lugar, iba donde le dieran trabajo, luego regresaba y después se volvía a ir”, manifestó Mora, quien vio a su hija por última vez con vida en agosto del 2018, tres meses antes de que fuese hallada sin vida y desmembrada.
Kattia Patricia Mora Zúñiga, tía de Stephannye, reiteró que su sobrina era muy buena muchacha y que, independientemente de eso, nadie merece una muerte así.
“Para uno es muy triste la situación porque fue un ser humano lo que mataron, no un animal. Ella fue una hija, una sobrina, una nieta y, ante todo, un ser humano (...). Nadie merece una muerte tan horrible”, concluyó Mora.
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