El Organismo de Investigación Judicial (OIJ) confirmó el hallazgo del cuerpo de una anciana en una fosa cubierta de concreto, en la ciudadela La Carpio, en La Uruca.
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La víctima fue identificada como Vilma Ledezma Garita, de 85 años, quien estaba desaparecida desde el 23 de diciembre.
Mientras, el principal sospechoso de este homicidio es el esposo de la señora, quien es unos 35 años menor que la ella. Se sabe que es nicaragüense y que estaba casado con la víctima desde hace unos seis años; sin embargo, su paradero actual se desconoce.
El cadáver estaba en un hoyo de tres metros de profundidad, que se había cavado en uno de los cuartos de la propiedad de Ledezma, confirmó el OIJ.
La búsqueda comenzó el 10 de enero, cuando un inquilino de ella contó a las autoridades que el hombre había contratado a unos vecinos para hacer un hueco profundo dentro de la vivienda y que, diez días después, la señora desapareció.
Según el OIJ, ante la sospecha de que el cuerpo hubiese sido enterrado en esa casa, la mantuvieron bajo custodia de la Fuerza Pública, mientras obtenían la autorización de un juez para ingresar a la propiedad.
Cuando los agentes entraron a las 6 a. m. de este martes, un perro rastreador dio positivo para rastros humanos, por lo que investigadores de Inspecciones Oculares y de Recolección de Indicios llegaron al sitio.
Después de una larga jornada, los especialistas hallaron el cuerpo.
Lo que se conoce del caso
Los vecinos de la víctima contaron que doña Vilma tenía cerca de seis años de estar casada con ese hombre, 35 años menor.
Sin embargo, uno de los inquilinos de la adulta mayor, quien prefirió no ser identificado, detalló que la relación era “tóxica”.
“Él la maltrataba, era una relación complicada. Nunca vi que le pegara, pero él le gritaba y la trataba muy mal, era muy grosero”, recordó.
De hecho, dijo, él casi no le permitía relacionarse con otras personas. “Ahí el que mandaba era él y el que hablaba también”.
Ese mismo arrendatario recordó que diez días antes de que la señora se desapareciera, él ingresó a la propiedad y observó que, en uno de los cuartos, varios muchachos de La Carpio estaban haciendo un hoyo.
“Apenas vi eso, pregunté que para qué era, me parecía muy raro. Intenté preguntarle a la señora, pero cuando quise hacerlo el esposo salió y no me dejó hablar con ella. Siempre era así, no la dejaba hacer nada y la única vez que pudimos hablar, ella me dijo que le tenía miedo a él, aunque insistía en que ella podía dominarlo.
“Pero ese día del hueco, el esposo me hizo gestos como de que no preguntara de más y yo me fui”, apuntó.
El 23 de diciembre fue la última vez que él la vio. “Estaba en el patio, sentada en una silla. Callada”.
Al día siguiente, ya Ledezma no estaba y, cuando el inquilino le preguntó al esposo, él le respondió que se había ido de la zona.
Desde ese momento, el arrendatario buscó la verdad y, al no tener mayores pistas, denunció la situación que hoy termina con el hallazgo.