En la escuela que hay en un precario de Tejarcillos de Alajuelita, algunos niños transitan tranquilos por los pasillos del centro educativo, pero hay otros que viven con la zozobra de que algún maleante les cobre un “peaje” de ¢200 diarios.
Si los pequeños pagan el monto, saben que, al menos por ese día, no tendrán problemas con esa pandilla y podrán caminar en paz. Por el contrario, si se resisten, su vida está en peligro.
Entonces, sus familiares deben correr para conseguir el dinero, lo cual es una tarea complicada en un barrio donde los hogares en pobreza extrema alcanzan el 4% y los hogares en pobreza representan un 17%, según el Índice de Desarrollo Cantonal, elaborado en el 2013.
Las autoridades de la zona reconocieron que esta situación se comenzó a dar a finales de abril y se incrementó a mediados de mayo, días antes de que mataran a un taxista informal por no pagar ese “peaje”. Agregaron que realizan un trabajo policial para contener el problema.
“Nadie tiene por qué cobrarle a alguien por transitar. Estamos en un país de libre tránsito”, enfatizó Érick Calderón, subdirector regional de la Fuerza Pública de San José.
Añadió que, además, conseguir ¢200 cada día significa un problema para gran parte de esos vecinos. “Quizás para otro sector de la población no es un gran monto, pero acá, la mayoría de personas son de muy bajos recursos”, enfatizó.
Los vecinos, por su parte, aseguraron que temen mucho por lo que puede pasar, ya que, pese a que la Policía está más presente, esos malhechores “siguen rondando”.
La banda. La Policía tiene plenamente identificados a los encargados de estos cobros ilegales.
Se trata de una organización conformada por diez personas, entre las cuales hay adolescentes y otras que recién alcanzaron la mayoría de edad, según detalló Calderón. Todos viven en el precario Los Pinos, que está a escasos metros de la escuela.
Ellos son liderados por un sujeto que es conocido de las autoridades por realizar estos cobros en otros cantones de San José.
“Conocemos cuál es la ruta que ha seguido este hombre e intentamos adelantarnos a sus acciones. Pero, por razones de investigación, no puedo dar muchos detalles”, añadió el subjefe.
Calderón sí detalló el modo de operar este individuo. Según narró, el hombre primero hace una labor de “inteligencia” para escoger un barrio.
El sitio para operar debe ciertas condiciones: un máximo de dos accesos; que el autobús no ingrese, por lo que los vecinos deben entrar caminando; y que no exista alumbrado público.
Tejarcillos de Alajuelita cumple con todo lo anterior.
“En resumen, esas características deben ayudar a que los transeúntes deban pasar sí o sí por donde cobran”, acotó Calderón.
Una vez instalado en la zona, el líder comienza a reclutar jóvenes con requisitos como que consuman droga, que sean violentos y que no estudien.
“Los miembros son personas muy de calle, que han tenido una infancia complicada y que tiene valores mínimos. Conforme pasa el tiempo, van desarrollando una posición de agresividad.
”Ellos, como son tan jóvenes, absorben conocimientos como una esponja. Entonces, como andan con gente que tiene más tiempo en este negocio, aprenden a golpear cuando se debe, a gritar cuando se debe. Copian patrones”, apuntó Calderón.
El tema de que sean adictos es importante porque les pueden pagar con pequeñas dosis de droga “y saldrán contentos”.
Conformada la organización, cada quien tiene una función: unos se dedican a hacer los cobros a lugareños, otros a los escolares y otros a los comerciantes.
En cada sitio, la pandilla trabaja entre quince días y un mes y tiene una especie de tarifario por cobrar. En Alajuelita, por ejemplo, es de unos ¢1.000 diarios a peatones, ¢2.000 diarios a los taxistas informales, y de ¢20.000 quincenales o mensuales a los comerciantes.
Después, el líder se marcha y levanta una nueva organización en otro lugar.
Modo de operar. La violencia es el método que menos utilizan este tipo de bandas dedicadas a la extorsión. El policía comentó que lo que más hacen es intimidar psicológicamente, debido a que las víctimas suelen conocer a los extorsionadores.
Calderón citó un ejemplo: “Un vecino va caminando, cuando se encuentra con el maleante. Este se acerca de forma amigable y le dice que si le presta algo de plata. Si el afectado le dice que no, el maleante le responde: “¿Cómo que no? Si yo sé que usted siempre tiene plata. vea su billetera”. Entonces, el afectado le reafirma que no le dará dinero.
”El extorsionador le dice: “Bueno, entonces paso por su casa mañana para que me dé lo que me va a prestar”. Así se maneja”.
Calderón explicó que siempre buscan que la víctima les entregue el dinero de una vez. Pero, cuando no lo logran, otros miembros abordan al afectado u n día después y le indican que vienen a retirar el dinero que le prometió a su amigo. “Si en esta segunda visita, se vuelve a negar, los sujetos ya comienzan a decirle que sería una lástima que le pase algo a sus familiares ”, detalló.
Después de que los miembros obtienen el dinero, se lo entregan al líder, quien comprará armas y drogas.
Las autoridades indicaron que unos integrantes hacen la advertencia del “peaje” y otros realizan el cobro debido a que se trata de una estructura bien organizada.
Acciones. Después de que, el 14 de mayo, fue asesinado del taxista informal, quien había denunciado el cobro ilegal, la Policía comenzó a trabajar en la zona para evitar más tragedias. En lugar de una patrulla, ahora hay tres y hay unos diez policías.
Además, han realizado entrevistas personales en 200 casas y comercios de la zona para poder establecer un perfil aún más claro de los atacantes. En esos encuentros, les dicen a los vecinos que, en caso de extorsión, deben poner la denuncia y que pueden pedir protección.
También hacen operativos de rutina en los cuales han decomisado droga, vehículos y han detenido a dos personas que tenían orden de captura.
Por su parte, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) comunicó que, del 2011 a abril del 2016, recibió 13 denuncias por extorsión en Alajuelita. Mientras que, en ese mismo periodo en todo el país, hubo 937.
Se solicitó una entrevista con un representante de la Policía Judicial, pero, al cierre de edición, no respondieron.
Negociante: ‘La gente buena que hay en Tejarcillos tiene miedo’
En Tejarcillos de Alajuelita casi nadie habla de los cobros ilegales. Si un policía se les acerca y les pregunta que cómo está todo, los vecinos o comerciantes les bajan la mirada, se ponen inquietos, voltean a ver a su alrededor y le responden: “Muy bien, oficial”.
Sin embargo, un negociante de la zona, cuya identidad no se revela por temor a represalias, admitió que el ambiente está “denso, lleno de miedo y preocupaciones”.
Dijo que pese a que la Fuerza Pública tiene mucha más presencia, los ladrones “siguen sueltos y rondando por ahí” y, en algún momento, volverán a atacar.
“Esos ladrones se calman un poco porque ven a las autoridades haciendo patrullajes y esas cosas, pero después vuelven a hacernos daño. Sabemos que la Fuerza Pública no estará aquí permanentemente. La gente buena que hay en Tejarcillos tiene mucho miedo”, lamentó.
Según dijo este comerciante, a él no le cobraron ningún “peaje”, pero sí conoce a dueños de locales que han sido víctimas de esta banda. “Les cobraban bastante dinero (sin detallar cuánto) y ellos estaban atemorizados, porque les amenazaban a la familia y es una situación que no se la deseo a nadie. Yo, por ejemplo, siento que en algún momento van a venir a mí a pedirme algo y ¿qué hago si eso pasa?”, apuntó.
De hecho, agregó, algunos propietarios trabajaban únicamente para pagar ese “peaje”. “La plata no les estaba alcanzado para lo demás”, expresó.
Contó que eso mismo le ocurrió a varios taxistas y transeúntes. “Yo veía cuando un maleante se le acercaba sospechosamente a un vecino y el pobre hacía una cara de terror y uno sin poder meterse a defenderlo porque lo matan”, manifestó.