Randall Picado, director regional de Fuerza Pública, explica la realidad de los barrios del sur, muchos de los cuales amparan a organizaciones criminales a las que no les pueden dar el mínimo respiro.
– ¿Cuáles zonas capitalinas son de las más vigiladas?
– Tenemos prioridad en la Veinticinco de Julio y María Reina, donde con el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) se hacen operativos constantes, igual que en los Hatillos 8 y 5 y Sagrada Familia, lugares donde operan varias estructuras criminales.
“Cerca de La Carbonera, en Paso Ancho, hace tiempo que no ocurría nada tan grave, pasó a ser de las zonas más tranquilas”.
– Sin embargo, ahí fue la muerte del colegial
– Sí. Al darse la alerta, la noche del 24 de febrero, por parte del 9-1-1, las unidades llegaron al sitio a custodiar, pero a la vez, el Grupo de Apoyo Operacional (GAO), los Linces y las Fuerzas de Tarea, hicieron un segundo y un tercer anillo perimetral.
“Como tenemos una inteligencia muy fuerte ahí, sabemos cuáles son las estructuras rivales, porque incluso tenemos personal vestido de civil en la zona.
“Los mandos superiores inmediatamente se dijeron, ya sabemos quiénes pueden ser los responsables, y de inmediato los motorizados del GAO hicieron los cierres en las zonas donde ese grupo suele moverse, y justamente vieron pasar el carro sospechoso”.
– ¿Qué saben de los detenidos?
– Ya los conocíamos, pues se les ha capturado en varias ocasiones, sabíamos quiénes eran y se montó la persecución donde, luego de una balacera, se logró su detención.
“Ya sabíamos que uno de ellos le maneja el vehículo a uno de los jefes narcos de la zona, a otro se le conoce como El Guapo, a otro como Cara Cortada y al de la tobillera también lo habíamos detenido varias veces”.
– ¿Qué le llama la atención de este caso?
– Me pregunto qué hacen los padres de familia de ellos, porque entre los detenidos iban jóvenes, de 18 y 21 años, manejando fusiles AK-47 y AR-15, que son armas de guerra.
“¿Qué responsabilidad va a tener un muchacho de esos, sin idea del valor de la vida, con una AK-47 en la mano?.
“La detención no fue por azar. Hay que ‘leer el partido’, ver cómo se mueven, tener información, intervenirlos, identificar placas y tener a los del GAO viendo perfiles y pasándolos a la unidad de inteligencia”.
– ¿Qué beneficio dejan estas capturas?
– Hay varias estructuras criminales que hemos tenido bajo control y eso repercute en la disminución de delitos contra la vida y contra la propiedad. En lo que va del año, son 42 menos que en igual periodo del 2020, porque tenemos una fuerte intervención. Los homicidios también han disminuido en San José en los últimos cuatro años.
– ¿Cuáles bandas predominan en los barrios del sur?
– Ahí las bandas se manejan por apellidos. Ya la Policía las tiene identificadas por rostros, conoce sus carros, les ha quitado armas y drogas. Conoce las casas, las motos y cómo operan.
– ¿Por qué siguen ahí ?
– Nosotros hemos desarticulado varias estructuras criminales.Ya no están los Crespi, el Gordo Leo, Tío y todos esos que están presos y que casi todos los días generaban homicidios, pero al quedar esos vacíos, surgen nuevas bandas.
“Tienen todo un tejido en la comunidad, gente que los apoya, familiares, casas de refugio, carros. Hay un montón de calles en esas barriadas y en todas tienen grupos de apoyo, que de inmediato les comunican si ven un operativo policial”.
– ¿Cómo cambia el abordaje?
En la era de la tecnología a ellos los alertan por mensajes o llamadas, de igual forma, usan el waze para detectar dónde están las patrullas, por eso la Policía debe usar frecuencias que no son las normales, usar carros diferentes, hacer contrainteligencia y a menudo alternar con personal de estupefacientes del OIJ.
– ¿Qué pasa en los barrios del sur al caer la noche?
– En esos barrios la gente se acuesta tarde, los padres dejan permanecer a los menores en las esquinas, junto a mucha gente que consume licor.
“Es lo mismo que si usted va a Pavas o a la Carpio a las 10 de la noche de un viernes, o a Alajuelita y León XIII, todos los chiquitos están en la calle”.
– ¿Cuáles son los principales delitos?
– Como en todos los barrios urbano marginales del sur de San José, los principales delitos son venta y consumo de crack y marihuana, agresiones domésticas, escándalos, indigencia y pleitos de grupos de muchachos en las esquinas.
– ¿Qué nos dice de la zona donde mataron al colegial ?
– Tres días antes de ese homicidio el OIJ ya había intervenido una casa a los 10 metros, donde decomisó una AK-47. También, 15 días antes se detuvo a cuatro personas con carros robados y armas.
“Cerca de ahí, en la Veinticinco de Julio, poco antes se le quitaron a la misma agrupación de ese vecindario dos armas y dos kilos de marihuana”.
– ¿Por qué las bandas reclutan jóvenes ?
– Las bandas ponen a los menores a disparar, porque saben que las leyes son un poco más laxas con ellos. La mayoría tiene problemas de adicción.
“Se proveen principalmente de muchachos muy jóvenes, muchos menores de edad, a los que les gusta disparar y viven sin control de los padres.
“Son desertores del sistema educativo, estań en las esquinas, con patrones de consumo de países desarrollados, quieren el mejor celular, las mejores tenis, la mejor chiquilla del barrio, entonces muchos de ellos se enrolan en bandas que asaltan, venden droga y por cualquier deuda balean a otros.
“Muchas bandas acuden a los menores por considerarlos más temerarios”.
– ¿Cómo procede la Policía con ellos ?
– Hay un trabajo conjunto con la Fiscalía Penal Juvenil y establecimos objetivos, porque los menores no están exentos de enfrentar la ley.
“Nuestro deber es presentar menores de edad y mayores que son sorprendidos delinquiendo, los jueces son los que deciden su pena, con base en lo que acusa la Fiscalía”.
– ¿Hay en esos barrios un pacto de silencio ?
– Sí. Cuando se interviene sale toda una turba y a veces apedrean las patrullas. Son barrios complicados policialmente. Ahí predomina el silencio. Todo el mundo vio quién disparó, la placa del carro y otros detalles, pero nadie dice nada.
– ¿Cuán desgastante es la lucha?
– Ese tipo de intervención nos obliga a veces a parar una patrulla las 24 horas frente a la casa de un narco. Así tenemos varios lugares, porque en el momento en que salgamos puede haber una balacera, donde pueden herir colateralmente a un menor o una señora que pase.
– ¿Hay barrios tomados por el hampa?
– Nosotros entramos a todos los barrios. Antes a La Tabla, en San Rafael Abajo, no se podía entrar porque había una varilla y barreras. Ahora ahí hay patrullas las 24 horas, lo mismo en Cañada del Sur. Esa gente nos tiene pánico, saben que somos policías profesionales y todos los días se les decomisa droga y se les detiene.
– ¿Entonces por qué persiste el problema?
– Porque no solo es un asunto policial. Urge un abordaje que integre, empleo, deportes, educación, cultura, y más espacios. La Policía solo hace contención con la presencia en sitios y ciertos programas con las comunidades.
– ¿Usted fue jefe regional en Alajuela, ve esto parecido?
– Allá es menos, porque en todo el mundo las capitales, las fronteras y los puertos son de lo más complicado.
En Alajuela se habla del Infiernillo y el Erizo, pero en San José se multiplican las zonas problemáticas. La capital es diferente, por eso también tiene mucho más policías.