Carlos Alberto Barboza y a su primo Jorge Humberto Barboza fueron brutalmente asesinados entre la noche del 6 de enero y la madrugada del viernes 7 en el bar Dude´s, situado 75 metros al oeste de la Universidad Nacional en Heredia. Los sospechosos del crimen ni siquiera se tomaron la molestia de sacar los cuerpos del local comercial, sino que cavaron una fosa en el sótano y ahí los enterraron.
Para la criminóloga Lauren Gordon, esto refleja conductas psicopáticas por parte de los presuntos asesinos de los primos Barboza, pues una simple riña escaló a tal nivel de violencia que los mataron a golpes y puñaladas.
Según su análisis, se trató de un grupo de jóvenes que se envalentonó al sentirse respaldado por sus pares. Llama la atención que, después del doble asesinato, continuaran con su vida con total normalidad mientras cavaban una fosa para enterrar a sus víctimas, pues incluso pidieron comida exprés mientras preparaban el sitio para ocultar los cuerpos.
Sin empatía alguna, los homicidas jamás consideraron reconocer su error y entregarse. En su lugar, idearon un plan para esconder los cuerpos, creyéndose más inteligentes que las autoridades al cavar un hueco, enterrarlos y pensar que con eso evadirían la justicia, explicó Gordon.
Aunque no puede afirmarse que este sea el caso, estos comportamientos suelen manifestarse en personas con antecedentes o que han estado involucradas en situaciones delictivas graves, posiblemente desde que eran menores de edad, resumió en entrevista con La Nación.
Según Gordon, el hecho de que la expareja de un tercer hombre, quien acompañaba a los fallecidos, estuviera en el bar pudo haber sido el detonante de la mortal riña. Precisamente, las investigaciones preliminares revelan que ese encuentro desató una discusión con el dueño del establecimiento, quien estaba acompañado de varios amigos.
En personas tan jóvenes como las involucradas en este caso, con edades entre 19 y 26 años, el mal manejo de la ira, el escaso control de los impulsos y el efecto de grupo pueden generar una peligrosa sensación de poder, asegura Gordon.
La especialista interpreta que los agresores, al parecer, no tuvieron la capacidad de resolver la situación de manera racional, ni contaban con restricciones morales o valores que les impidieran cometer un crimen. Carencias de socialización les habrían impedido desarrollar empatía ante el dolor ajeno.
Bares por la libre
El asesinato y posterior sepultura de dos primos en el bar Dude’s, debe llamar la atención de los municipios sobre la forma en que operan muchos de esos locales, afirmó la criminóloga.
A su juicio, no es posible que actualmente existan bares donde no se respetan horarios, que operan a puertas cerradas y sigan funcionando a pesar de denuncias por excesos, como ocurrió en ese local. Sus propios empleados y el administrador están entre los sospechosos de los asesinatos.
Para ella, acudir a ciertos bares en la actualidad es un riesgo, pues si un cliente se sienta junto a alguien que se dedica al narcomenudeo, corre un gran peligro. A veces, quienes administran estos establecimientos también comercializan sustancias ilícitas, lo que aumenta el riesgo. “No todos los lugares son iguales, pero hay que saber muy bien adónde nos estamos metiendo y con quién”, advirtió.
Búsqueda y vigilancia
Los primeros en buscar a Carlos y a Jorge fueron sus familiares, quienes perdieron contacto con ellos el jueves 6 de enero y, tras no obtener noticias, esperaron hasta el sábado para presentar la denuncia ante el OIJ.
Ambos fallecidos eran padres de familia, Carlos Alberto, estaba dedicado al comercio de forma ambulante y Jorge al transporte de mercaderías en un camión.
Gordon considera fundamental que todas las municipalidades cuenten con cámaras de vigilancia para esclarecer casos como este. En este crimen, el funcionamiento de estos dispositivos fue clave para que la Policía determinara que las víctimas ingresaron al bar, pero nunca salieron.
El año pasado, hubo 15 desapariciones en las que el OIJ presume que las víctimas fallecieron. En ocasiones, estos casos pueden estar relacionados con parejas o exparejas, como ocurrió con Nancy Jiménez, de 35 años, una joven madre que sigue desaparecida desde el domingo 24 de marzo de 2024 en La Fortuna de San Carlos.
En otros casos, el crimen organizado está detrás de las desapariciones. Los cuerpos suelen ser enterrados en predios al aire libre o lanzados a ríos en zonas remotas, donde no hay cámaras, testigos, ni forma de determinar el sitio exacto.
Aumento de crímenes múltiples
En los primeros 44 días de 2025, el OIJ ha registrado ocho crímenes múltiples en el país: dos triples y seis dobles, como el ocurrido en el bar de Heredia.
En el mismo período del año pasado, la situación era similar, con nueve casos: uno cuádruple, uno triple y siete dobles. En 2023, a esta altura del año, se habían registrado nueve crímenes, todos dobles.
La diferencia es notable en comparación con el 2022, cuando, en el mismo lapso, solo hubo tres casos (dos dobles y uno triple), y con el 2021, cuando se registraron únicamente dos (uno doble y uno triple).
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