“Ella (María Fernanda) era muy trabajadora, le gustaba ser independiente y también era muy dedicada a sus hijos y a su hogar (...). Todo Tilarán y las personas que la conocimos la vamos a recordar alegre, feliz y bondadosa, ella era una persona que era súper bondadosa y si alguien necesitaba algo y ella estaba ahí, buscaba la forma de ayudar, incluso solía tener algún consejo o chiste si uno estaba triste o malhumorado, buscaba la forma de que uno se sintiera bien, era una persona feliz y vinieron a apagarle la sonrisa”.
Así describió Rosibel Gutiérrez Oviedo a su sobrina, María Fernanda Quesada Gutiérrez, la mujer de 28 años asesinada a puñaladas el pasado 3 de marzo por la noche en la Garita Nueva de Tamarindo, en Santa Cruz, Guanacaste. Seis días han pasado desde el feminicidio de la joven madre y tanto su tía como el resto de la familia buscan asimilar lo sucedido.
El proceso ha sido difícil, pero el pedido de justicia es latente, por lo que esperan que el esposo de Quesada, quien figura como el único sospechoso del asesinato, sea sentenciado a una ejemplar pena de prisión por los hechos.
“Para nosotros en estos momentos todo es como un sueño del que no hemos despertado, es como que nada fuera real, no hemos aceptado lo que está pasando (...), pero la justicia se la dejamos a Dios y a la Policía. Sé que él va a tener su merecido, por eso lo único que pido es que lo castiguen lo máximo que se pueda, ella era una madre cariñosa y era una mujer excelente, ella no merecía eso, lo amaba y él se aprovechó de todo eso para hacer lo que hizo”, explicó doña Rosibel.
Desde el sábado anterior el hombre, de apellidos Rovira Vargas, descuenta seis meses de prisión preventiva por orden del Juzgado Penal de Santa Cruz, que acogió la solicitud de medida cautelar hecha por la Fiscalía Adjunta de la zona por el feminicidio.
Este sujeto, de 40 años, violó las medidas de protección con las que contaba María Fernanda desde diciembre anterior y cometió el crimen. Sin embargo, no era la primera vez que, en apariencia, ocurría esto, ya que el Ministerio Público lo investigaba dentro del expediente 22–000105–0777–VD por el presunto delito de incumplimiento de dichas medidas, impuestas por el Juzgado de Contravención de Carrillo como parte de la causa 21–000841–1585–VD.
Paralelamente, los dos hijos de Quesada, de 2 y 9 años, fueron ubicados con recursos familiares por la Unidad Regional de Atención Inmediata de la Región Chorotega del Patronato Nacional de la Infancia (PANI). El menor de los pequeños, fruto de la relación de la muchacha con Rovira, está con sus abuelos maternos y el mayor, producto de otra relación que tuvo la joven, está con su papá.
“Se inició el Proceso Especial de Protección para garantizar la atención integral (acciones en el nivel psicosocial y legal) de ambos niños”, indicó el PANI, que agregó que en la familia no existían antecedentes de agresiones a los menores.
Aplicada
Doña Rosibel también destacó los deseos de superación de María Fernanda, quien hacía jabones y los vendía a hoteles de Tamarindo por encargo. Además, durante la pandemia sacó cursos en línea para aprender a hacer las uñas y eso, dijo su tía, la tenía muy feliz.
“Ella se ponía muy contenta y me decía: ‘Tía vieras que contenta que estoy’ y me ofreció enseñarme a hacer lo que ella sabía si yo quería aprender, era una persona súper especial”, describió Gutiérrez.
Quesada creció en Tilarán, en medio de una familia unida que compartía cada vez que podía, y aunque ella y su mamá se fueron a Santa Cruz, la familia siguió compartiendo cada vez que se podía en diversas reuniones en ambos cantones guanacastecos.
En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, varias mujeres guanacastecas se lanzaron a las calles para pedir justicia por el feminicidio de María Fernanda, según consignó en sus redes sociales el periódico La Voz de Guanacaste.
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