A 11 años del bestial asesinato de una joven madre, que salía con su hermana y otra compañera de trabajo del casino White House, en San Antonio de Escazú, el padre de las hermanas, Carlos Marín, insiste en que la justicia falló y sigue fallando.
El 29 de octubre del 2008, además de abusar de las tres mujeres, mataron a una de ellas, Yerlin Marín, y dispararon a las otras dos que, fortuitamente, lograron sobrevivir y hundir en un juicio a sus dos captores.
Las dos sobrevivientes Arelis Marín y Angie Peraza lograron rehacer su vida, están casadas y sacan adelante a sus familias.
Los homicidas fueron condenados a 372 años de cárcel, casi un año después de los hechos, en la sala 12 de los Tribunales de Justicia de San José.
El caso ocurrió cuando había mucha tensión en el país, porque le precedieron otros tres homicidios múltiples contra trabajadores y estudiantes. No eran ajustes de cuentas por drogas o venganzas y se temía que los mismos delincuentes estuvieran cometiendo asesinatos en serie.
A algunas personas les robaban celulares, pero en otros casos las pertenencias aparecían intactas y la Policía estaba desconcertada, pues al parecer mataban por puro gusto y para abusar sexualmente de las mujeres.
Con la captura y sentencia de los dos asesinos del caso conocido como White House, cesaron ese tipo de asesinatos y ese modo de operar. Sin embargo, los crímenes de otras seis personas quedaron impunes.
Según relata don Carlos Marín, el apoyo psicológico y el fuerte apego religioso ayudaron a su esposa, Iris Salazar, y a su hija Arelis a asimilar lo ocurrido.
Arelis ahora tiene 39 años, concluyó sus estudios y trabaja como enfermera. Es madre de dos adolescentes. El día del ataque ella recibió dos balazos, uno en el cuello y otro en la cadera izquierda.
En tanto, Angie Peraza tiene 36 años. Ella recibió un disparo que le hizo perder la vista en el ojo derecho, así como parte de los sentidos del gusto y el olfato. Gracias a una operación le pudieron reconstruir su ojo. Tiene un negocio en la zona sur y es madre de dos hijas.
Ambas sobrevivieron porque sus captores las creyeron muertas.
Lo que no sobrevivió fue Yerlin Marín, madre de un niño de seis años. Su cuerpo fue hallado en Escobal de San Antonio de Belén y tenía un disparo en la cabeza.
El inglés les permitió trabajar en el casino
Las hermanas Marín habían vivido siete años en Estados Unidos, donde aprendieron inglés. Cuando Arelis regresó al país andaba buscando trabajo, vio un anuncio y se fue al Hotel White House, donde la contrataron.
“La señora se enamoró de ella, la puso a buscar los uniformes de las muchachas. Era muy querida por los clientes y los empresarios. Cuando vino Yerlin, ella (Arelis) la metió al White House. Ambas le ayudaban con el idioma a las otras muchachas del casino, para las propinas”, recordó don Carlos.
Dijo que Arelis se caracteriza por ser muy servicial y en aquella época acostumbraba viajar al trabajo en su carro. A veces trasladaba a otras compañeras, por eso ese día Angie iba con ellas.
Arelis tenía más de un año de trabajar en el casino y Yerlin unos ocho meses. Cuando los delincuentes las sorprendieron en el carro, en San Antonio de Escazú, y las obligaron a bajarse, no se percataron de que ellas dejaron en el Toyota la mayoría de sus pertenencias.
La única que bajó la cartera fue Yerlin. Ahí tenía una tarjeta con $100 que los tipos robaron para irse con ellas a un motel en Heredia, pero antes dejaron baleada en el camino a Angie.
"Los muertos los pone el pueblo”
En una entrevista con La Nación, don Carlos Marín, taxista de oficio, y abuelo de tres menores, uno de Yerlin y dos de Arelis, reconoce que su familia es la que lo sosiega cada vez que tiene pensamientos de venganza contra quienes mataron a su hija.
Él no los perdona.
Dice que lo han llamado para pedirle dinero a cambio de matar a los asesinos, pero él afronta una situación económica difícil, pues no tiene pensión y sufrió una caída que lo obliga a usar bordón. Su taxi mayoritariamente lo conduce otra persona, por lo que él apenas tiene ingresos para sobrellevar los gastos de la casa.
“La justicia del país ha fallado al soltar antes de cumplir la sentencia a delincuentes, que luego asaltan para comprar drogas”, dijo.
Es culpa de quienes defienden los derechos humanos, pero no ponen los muertos. Por eso el país está en epidemia de homicidios, indicó.
“Uno no está para enterrar un hijo, es mentira que con el tiempo se olvida”, afirmó.
En relación con Cristian Mora, uno de los que mató a su hija, Marín dice que antes del crimen de Yerlin un juez había escrito a la Fiscalía para que no lo dejaran libre, porque era muy peligroso, pero lo liberaron porque tenía arraigo domiciliar.
“No se puede liberar por arraigo a un tipo que haya disparado a una persona o la haya violado o asaltado, eso es inhumano”, agregó.
A don Carlos Marín la justicia le sigue debiendo
A sus 72 años, don Carlos Marín recuerda perfectamente la mañana del 29 de octubre del 2008, cuando le avisaron que sus hijas, que trabajaban en horario nocturno y habían salido el día antes, no llegaron a la casa.
Poco después se enteró de que ambas habían vivido una pesadilla, que una de ellas estaba muerta y la otra grave en un hospital.
“A mi hija Yerlin me la mató la Justicia”, sostuvo. Lamenta que aún en la actualidad, personas que han estado en prisión, salgan libres con algún beneficio y reincidan asesinando mujeres. Particularmente se refirió el caso de Eva Morera Ulloa, otra joven madre, ultimada por un exconvicto el 1.° de noviembre pasado.
La afirmación de Marín se basa en que los homicidas de su hija, Yerlin Marín Salazar, de 24 años, tenían unas 20 pasadas a los juzgados por múltiples delitos y, sin embargo, estaban libres.
Otras seis muertes que sucedieron poco antes de la de su hija, ocurrieron con un modo de operar muy parecido y aunque nunca se esclarecieron los casos, la Policía Judicial no descartó que fueran perpetradas por los mismos asesinos: Cristian Manuel Mora Cantillano, que en ese tiempo tenía 26 años y Juan Carlos Mena Jiménez, que tenía 28, ambos vecinos de Pavas.
Incluso el 31 de octubre del 2008, cuando los capturaron, la Policía encontró en una de las casas allanadas el teléfono celular de Pamela Chaves Umaña, tibaseña de 22 años, ultimada dos meses antes del caso del White House, cuando departía con Rolando Orozco Alpízar, de 24 años, quien también fue asesinado. Ambos eran universitarios.
El cuerpo de ella apareció por el motel Nube Blanca en Pavas y el de Rolando al costado norte de la pista del aeropuerto Tobías Bolaños.
“A esas personas (los homicidas) las investigábamos por la muerte de algunas parejas”, afirmó esa vez el director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), Jorge Rojas.
El Fiscal General de entonces, Francisco Dall’ Anese Ruiz, dijo que “si se hubiera contado con la plataforma de información policial, a lo mejor la última víctima (Yerlin) estaría viva. Esas personas hubieran estado detenidas hace tiempo”, posición que coincide con la del padre Yerlin.
Tres casos quedaron en misterio
Con la captura de los asesinos de Yerlin Marín quedaron en suspenso al menos tres casos de homicidios dobles cometidos de forma similar
FUENTE: OIJ Y ARCHIVO NACIÓN. || J.C. / LA NACIÓN.
Plataforma de datos
Dall’ Anese hacía referencia a una plataforma de información policial que pudiera ser consultada, en tiempo real, por los diferentes cuerpos policiales.
Desde allí, se podían revisar bases de datos y expedientes, a fin de conocer los antecedentes y relación con otros casos de sospechosos de diversos delitos, para evitar dejar libres a personas de alto potencial delictivo.
Sin embargo esa plataforma se incluyó en la Ley Contra la Delincuencia Organizada (N.° 8754), que la Asamblea Legislativa aprobó nueve meses después de que se cometió el último de los asesinatos.
El actual ministro de Seguridad, Michael Soto, afirma que ese instrumento, administrado por el OIJ, ha sido muy útil principalmente para la Policía de Control de Drogas (PCD) y Guardacostas, mientras que Francisco Dall’ Anese (ahora abogado penalista) dice que todavía falta sacarle mejor provecho.
Añade que muchos de los casos que resuelve el OIJ se deben a las correlaciones que genera esa plataforma y que también ayuda en casos de narco y de crimen organizado.
El director de la Policía de Tránsito, German Marín, afirmó que ellos no alimentan la base de datos, pero sí la pueden consultar.
Urge interconexión
“El problema es que no han querido hacerla bien. La plataforma que hizo el OIJ es de juguete. Las Policías siguen sin estar interconectadas, porque no tiene la robustez que prevé la ley y que serviría para prevención y represión de delitos”, indicó el exfiscal general Francisco Dall’ Anese.
Estima que si todas las Policías realizan sus trabajos e informes en una sola plantilla y toda la información llega a un solo servidor, con los poderosos sistemas de software existentes, se establecen las coincidencias y se podrían girar alertas, dijo.
Los analistas podrían tener así un mejor diagnóstico de las asociaciones criminales para combatir delitos como la legitimación de capitales y otros.
A manera de ejemplo, dijo que en estos momentos un fiscal o un oficial del OIJ pueden llamar a un testigo para tomarle una declaración, y resulta que en el escritorio de al lado, ese mismo testigo es imputado en otra causa, pero no hay forma de saberlo.
Ni siquiera se tiene una alerta para que cuando se digita el nombre y el número de cédula aparezca algo en la pantalla que diga que esa persona es buscada en algún tribunal.
“Mientras el proceso siga así, la Policía va a trabajar con las uñas, pues el secreto es reducir el tiempo de reacción frente a la criminalidad”, indicó.
Sobre el caso del White House, recordó que dichosamente los sujetos dejaron muchos rastros y eso permitió resolver el caso rápido, gracias al trabajo del OIJ.
Dall’ Anese estima que a corto plazo es fundamental mejorar la capacidad de los cuerpos policiales a efecto de que los delincuentes sean atrapados, “porque cuando la Policía da un buen golpe, bajan los delitos, pues la gente siente que los van a atrapar”, puntualizó.
Homicidas están en La Reforma
A Juan Carlos Mena Jiménez, quien tiene 39 años, y fue el gatillero, el Tribunal lo condenó por :
Homicidio calificado (35 años)
Coautor de dos tentativas de homicidio calificado (70 años)
Coautor de robo agravado (12 años)
Coautor de privación de libertad agravada (10 años)
Cómplice de tres delitos de violación simple (36 años)
Violación simple (16 años)
Total 179 años
Fecha de cumplimiento de la pena: 22/11/2057
Cumplimiento con descuento: 13/02/2049
Derecho a solicitud de ejecución condicional: 11/09/2032
Mena se casó por segunda vez en La Reforma el 25/11/2018
A Cristian Mora Cantillano, quien tiene 38 años y era el chofer del carro en el caso White House lo condenaron por:
Abuso Sexual (6 años)
Tres delitos de violación simple (48 años)
Coautor de dos tentativas de homicidio calificado (70 años)
Coautor de homicidio calificado (35 años)
Coautor de robo agravado (12 años)
Coautor de privación de libertad agravada (10 años)
Complicidad de violación simple (12 años)
Total 195 años
Fecha de cumplimiento: 18/02/2058
Cumplimiento con descuento: 01/04/2049
Derecho a solicitud de ejecución condicional: 27/10/2032