Solo hay calle para ingresar y salir del barrio San Vicente, en el distrito de San Rafael de La Unión, Cartago. El resto de accesos son puros trillos, por los cuales un carro no puede pasar; por ahí únicamente se transita a pie.
De ese encierro en el que está San Vicente están bien enterados los miembros de bandas narco, que poco a poco han ido tomando control de la zona, a punta de balaceras, principalmente, en las noches.
Como si no fuera suficiente tener a su favor un único camino, también sacan provecho de la la ubicación, pues al tratarse de una montaña, vigilan desde lo alto a todo el que ingresa.
"La zona está encerrada, porque el único acceso decente que hay es por el que estamos pasando; el único por el que puede pasar la Policía es por este y eso es un grave problema que tenemos", comenta Abraham Güix, jefe policial de La Unión.
Con esta primera advertencia comienza un recorrido que hizo un equipo de La Nación el 16 de noviembre, por el caserío que cinco días antes fue escenario del homicidio de una mujer.
Según los policías, cuando aquí entra una patrulla hay quienes suenan una campana o sirena para alertar a los ocupantes de los búnkeres. El objetivo es que recojan la mercancía y huyan.
"No hay movimiento que se haga acá abajo que no sea visto y analizado por la gente allá arriba (en el centro de San Vicente) y eso nos complica aún más la labor", reconoce Güix.
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El principal problema que ha identificado la Fuerza Pública es el narcomenudeo. Las autoridades dicen que hay tres bandas identificadas.
Wálter Umaña, jefe de la delegación del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) de La Unión, confirmó que en San Vicente opera al menos uno de estos grupos.
Según dijo, son unos 15 jóvenes que están en “guerra” con bandas de Tres Ríos y San Diego, también comunidades de ese cantón.
La disputa, dice, los llevó a tomar medidas, entre ellas vigilar a los vehículos que no son de la zona y atacar a cualquiera que se vinculó a los grupos contrarios. Esta situación podría explicar el móvil del crimen de la mujer.
El OIJ sospecha que el carro en el cual ella viajaba podría haber estado ligado a uno de los grupos enemigos.
Otra medida que han tomado los presuntos narcos son los disparos al aire cada noche. Con ellos, se hacen sentir.
Tranquilidad solo con luz de día
El ingreso se inició a las 3:40 p. m. cuando comenzó el avance del vehículo "encapsulado" por dos patrullas: una delante y la otra atrás.
"Ahí generalmente tiran piedras a los carros y pueden lanzar balazos al aire para asustar", dijeron los policías.
"Así que la orden es clara: ‘Si hay algún incidente, hay que abandonar la zona. Y aquí no hay ni un 'pero' que valga", aclaró el jefe de la Policía.
Al inicio solo se ven casas humildes y uno que otro rancho. No hay mucha gente en la calle.
"Aquí uno viene de día y hasta dan ganas de comprarse un lote, se ve tranquilo y es que de día, no hay problema. La cosa cuando se caldea es en la noche", afirmó Güix.
Al llegar a una conocida pulpería a menos de cinco minutos de la entrada, la situación cambia. Según los oficiales ese es un punto problemático para ellos, pues es un centro de reunión de presuntos delincuentes, sobre todo, en las noches.
Muy cerca hay una casa que ha sido intervenida en varias ocasiones. Fuera de la vivienda hay algunas personas sentadas, una de las cuales saca un un aparato parecido a un radio de comunicación y pasa un mensaje cuando los tres vehículos pasan en frente.
No se sabe a quién le habla ni qué le comunica, pero está claro que la presencia policial les incomoda. "Todos estos son viejos conocidos", señala el policía.
De hecho, el OIJ ha detenido durante este año a 12 personas vinculadas con la venta de drogas en San Vicente, pero todas fueron puestas en libertad.
“Eson los mismos que ahora nos generan problemas”, dijo el jefe de la delegación.
Tras unos diez minutos se llega al sito donde la madrugada del sábado 11 asesinaron a Flor Mayela Angulo Rosales, de 27 años. Nadie quiere hablar del tema por miedo.
“La gente sí tiene que saber quiénes lo hicieron”, indica Güix.
El inicio de la extorsión
Además del grave problema que genera el narcomenudeo en la zona, los vecinos apuntan a otra problemática: la extorsión.
Un lugareño, cuya identidad se reserva por razones de seguridad, dice que desde la segunda semana de noviembre hay un grupo de entre cinco y diez jóvenes que piden dinero a cambio de "no joderle la vida a uno".
Según cuenta él y otros vecinos, los delincuentes se paran en la entrada de San Vicente, principalmente en la noche, y, quien quiera pasar, debe pagar, al menos ¢1.000.
"Son jovencillos de aquí, uno los conoce y lo que hacen, según ellos para que uno no los reconozca, es que se tiran un abrigo encima. Pero uno sabe quienes son, son personas que se vieron crecer aquí.
"Lo que sí estamos seguros es de que no vamos a permitir que se nos haga esto. El pueblo está molesto y está unido", indica uno de los pobladores.
Otro vecino asegura que, pese a que hay personas que no están dispuestas a pagar, otras que acceden por miedo.
“Nosotros no tenemos conocimento de que eso exista. Para nada. Sabemos del narcotráfico, pero nada más. Hemos tenido acercamientos con la comunidad pero nadie hace referencia a la extorsión”, apunta.
En ese sentido, Umaña, jefe del OIJ, coincidió con Güix. Él aseguró que no existe ni "una sola denuncia" por este delito y que los informantes en la zona también lo descartan.
"Lo que hacemos es motivar a esas personas a denunciar. Lo pueden hacer de forma anónima, pero es importante que lo hagan. Sin eso, nosotros, como policía represiva, no podemos actuar", expresó.
De momento, por la falta de esas denuncias, lo más que puede hacer la Fuerza Pública son incursiones casi a diario.
Sobre el tema se hicieron intentos de conversar con el alcalde de La Unión, Luis Carlos Villalobos, pero no fue posible.
Grupo liga carro a banda enemiga y mata a acompañante
Flor Mayela Angulo Rosales, de 27 años, salió de su casa con una amiga el viernes 10 de noviembre por la noche. Fueron a un bar cercano a San Vicente de San Rafael de La Unión.
En ese local se encontraron con un mecánico conocido, con quien se quedaron conversando un rato, pero luego trasladarse a otro local.
Ya en la madrugada, el mecánico ofreció llevar a las dos amigas a sus casas. La última fue Angulo.
No obstante, cuando se dirigía a la casa de Angulo Rosales, dos pistoleros que viajaban en una moto los interceptaron y les dispararon. Asesinan a la mujer e hieren levemente al chofer del auto.
Esta muerte, para el OIJ, se produce por una lucha narco de territorios y no por el cobro de peaje, versión que circuló al principio.
La presunción de Umaña es que miembros de la banda de San Vicente habrían disparado contra ellos dos porque ligó al mecánico con las bandas de Tres Ríos y San Diego.
Entonces, agregó, los narcos de San Vicente balearon el carro porque presumieron que él llegó a vender droga.
Esto no lo hacen necesariamente porque él sea parte de los grupos criminales, sino porque, en algún momento, él les arregló algún carro.
"No tenemos reporte que indique que el señor está ligado con esas organizaciones. Es solo que él dio un servicio más a alguien y por ello lo ligan a estas bandas.