Al pensar en un temblor fuerte o un terremoto, la mayoría de personas no se imagina el devastador efecto que los deslizamientos producto del sismo pueden originar de inmediato o con posterioridad.
Los grandes desprendimientos de masas también pueden surgir por lluvias extremas o por la mezcla de precipitaciones y sismos, como ocurrió la madrugada del pasado 26 de agosto, cuando 25 millones de metros cúbicos cayeron de la ladera noroeste del volcán Irazú, dos días después de un temblor de magnitud 6, ocurrido en Jacó.
De acuerdo con el vulcanólogo Paulo Ruiz, de la Red Sismológica Nacional (RSN), la tecnología más moderna, con escáneres láser, permite crear modelos de los deslizamientos que pueden acontecer en casos de un terremoto, lluvias extremas u otras causas.
Precisamente, desde hace tres meses, los especialistas ticos están trabajando con científicos de las universidades de Indiana y Rutgers (en Nueva Jersey), Estados Unidos, para mejorar dicha herramienta y aplicarla en la quebrada orografía de nuestro país.
“Eso permite determinar cuáles son las zonas más expuestas a deslizamientos, para que en esos sectores se realicen observaciones más detalladas y los municipios y autoridades lo tomen en cuenta al dar permisos para construcciones”, afirmó el científico.
Imán de datos
El sistema obtiene los datos al colocar un escáner láser en la parte de abajo de un avión o helicóptero, para ir captando información del suelo.
Está diseñado para obviar o extrapolar las edificaciones y estructuras, con el fin de usar los millones de puntos superficiales que capta cada segundo, como si fuera un poderoso imán.
Con esa información se pueden elaborar mapas de riesgos, como los que ya hicieron para varias municipalidades del país y para la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
La tecnología usada se denomina Lidar por sus siglas en inglés (Laser Imaging Detection and Ranging) y permite generar modelos de elevación digital. Comprende el análisis de datos geológicos, trabajo de campo y uso de las imágenes de alta definición.
Analiza factores como el tipo de roca y su capacidad para correrse, la elevación de las pendientes y cuán propensas son a los deslizamientos, la humedad del suelo y el impacto que un sismo pueda generar según la distancia a que se esté del epicentro.
Ese modelo fue el que permitió confeccionar el catálogo con más de 4.800 deslizamientos generados por el terremoto de Cinchona.
Suelos frágiles
Unos 4.600 desprendimientos de tierra dejaron millonarias pérdidas y muerte en el 2009
FUENTE: Paulo Ruiz/RSN || INFOGRAFÍA/ LA NACIÓN.
De igual manera, el sistema se puede aplicar a terremotos pasados para tener una idea de lo ocurrido. Digitando dónde fue el epicentro, cuál fue la magnitud y a qué profundidad surgió, se alimenta el modelo con esa información y se obtienen respuestas que antes, por falta de tecnología, era imposible saber.
Fue así como se supo que antes del terremoto de Cinchona hubo otros cinco que generaron deslizamientos en la zona del Poás, por ejemplo uno ocurrido en Sarchí en 1912.
Gracias al modelo se determinó que la mayor afectación en ese cantón alajuelense se debió al material que bajó por los ríos Anonos y Sarchí hasta el centro de esa ciudad.
Perfeccionan la herramienta
Según Ruiz, la idea a corto plazo es que el modelo pueda superarse y brindar datos probabilísticos y no solo de susceptibilidad, como ocurre ahora.
Actualmente revela las zonas más susceptibles a tener deslizamientos por un terremoto específico, según las condiciones del terreno, pero la idea es perfeccionarlo mediante un plan de mejora que comenzó en julio con las universidades de Indiana y Rutgers, en Estados Unidos".
Esas casas de estudio tienen tecnología para brindar probabilidades de deslizamientos a partir de los datos recabados y otros con los que se alimenta el sistema, tales como fallas sísmicas y terremotos históricos.
La Universidad de Indiana ya desarrolló un modelo probabilístico a nivel mundial, junto con el Servicio Geológico de Estados Unidos, entonces “estamos aprendiendo cuáles son los parámetros que ellos utilizan y los estamos adaptando a las condiciones locales”, dijo Ruiz.
El científico les está aportando datos topográficos y geológicos locales, así como catálogos de deslizamientos de terremotos anteriores e informes sobre la red vial nacional, la cual podría ser de las más impactadas en un movimiento telúrico.
Cada vez que ocurre un terremoto importante, en la página de servicios geológicos de Estados Unidos se puede revisar el modelo, 20 minutos después del sismo. Ahí se destaca la probabilidad de que en la zona afectada surjan deslizamientos.
“Eso es súper importante para la infraestructura, principalmente carreteras, porque con Cinchona nos dimos cuenta de que se cortan las rutas de acceso que sirven para llevar la ayuda a las comunidades más afectadas", acotó Ruiz.
En el 2013 varios geólogos aplicaron el sistema Lidar para los cerros de Escazú, Santa Ana, Mora y Aserrí en San José, así como en Coris de Cartago.
Se determinó que Pacacua en Mora y Peña Negra, en la zona de El Rodeo, cantón de Mora, San José, son de alta susceptibilidad por sismos.
En cuanto a las lluvias, el modelo indica que las partes altas de algunos cerros escazuceños, al igual que otros de Desamparados, Alajuelita y Santa Ana tienen propensión a desprendimientos importantes.
El cambio de uso de suelos forestales en partes altas, para sembrar café o para ganado, también tiende a aumentar la probabilidad de derrumbes, según el estudio.
Modelo previsor
Paulo Ruiz aplicó su modelo a la zona del volcán Poás, y determinó que ante un sismo de magnitud similar, las estaciones de generación eléctrica públicas y privadas de la zona estarían en riesgo.
También saldrían muy afectadas las rutas nacionales como la 126, ubicada cerca de la catarata de La Paz y otras cercanas al coloso alajuelense.
Para el científico, las casas de máquinas de los proyectos generadores de energía deberían ser subterráneas, para reducir el riesgo, como sucede en otros países.
Tanto el modelo de susceptibilidad como el mapa geológico, brindan información para planificar mejor el uso del suelo y así poder determinar cuáles actividades se pueden desarrollar en un sector específico y cuáles no.
Ladera del Irazú es inestable
Sobre el deslizamiento de 25 millones de metros cúbicos ocurrido en el Irazú el 26 de agosto pasado, Ruiz afirmó que todavía falta que caiga material, pues la pendiente no alcanzó su ángulo de reposo, es decir, sigue casi vertical.
Lo anterior, aunado a la cantidad de agua que corre por la cima, revela que se trata de un sitio que sigue siendo inestable.
Aunque en esa zona no han aplicado el modelo Lidar, a simple vista Ruiz concluye que falta material por caer y que se puede aplicar el escaneo láser ajustado a las condiciones locales, "con parámetros mecánicos de los materiales y un estudio geotécnico de estabilidad de taludes”, acotó.
Aunque las grandes caídas de materiales ocurren generalmente en las partes más altas, las lluvias pueden trasladarlos hasta poblados al pie de las montañas en forma de avalanchas y los daños en zonas poblados pueden ser catastróficos, como ocurrió en Calle Lajas de Escazú en el 2010 o en Taras y zonas cercanas de Cartago en 1963, meses después de la última fase eruptiva del Irazú.
Cinchona ejemplificó el peligro
El terremoto de Cinchona, en enero del 2009, generó más de 4.600 deslizamientos de distintos tamaños que resultaron devastadores.
La mayoría de las 25 muertes que dejó se debieron al movimiento de grandes masas de tierra, incluso lejos del epicentro, que estuvo cuatro kilómetros hacia el suroeste de Cinchona, en Sarapiquí de Alajuela, a una profundidad de siete kilómetros.
La caída de materiales dejó daños en carreteras, plantas de generación eléctricas, casas y otras estructuras, así como represamientos en los ríos que se tornaron achocolatadas por muchos días las aguas en la catarata La Paz.
Cinchona fue declarada inhabitable, debido a los grandes desprendimientos de tierra, que aún se pueden observar en ese pueblo fantasma.