La ruta que conecta Caldera de Esparza con el cantón de Puntarenas, donde las fuertes olas del Pacífico ocasionalmente sobrepasan la carretera, es objeto de una nueva intervención en la que la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) invierte ¢600 millones para cubrir los costos. El año pasado se había invertido una parte y en esta segunda fase son ¢307 millones adicionales.
Las obras se llevan a cabo en colaboración entre la CNE y el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), quienes instalan 10.000 toneladas adicionales de rocas entre la vía y la costa. Esta intervención ampliará la cobertura en 40 metros, alcanzando un total de 125 metros lineales.
Eso se debe a que las fuertes olas en esta área y el aumento del nivel del mar asociado al fenómeno de El Niño, así como al calentamiento global, generan incursiones repetidas del agua marina que dañan los soportes de la ruta más crucial de ese tramo en el Pacífico central.
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Por esta carretera transitan a diario todos los vehículos que se dirigen desde la ruta 27 hacia Puntarenas y Guanacaste, y viceversa.
Según la CNE, este trabajo servirá como medida paliativa para proteger la carretera mientras se realiza una intervención integral.
En julio del año anterior, se llevó a cabo la primera fase de esta obra con la instalación de 12.500 toneladas de rocas, de las que cada una pesa entre 5 y 7 toneladas. Sin embargo, era imperativo finalizar estas labores, ya que la fuerza de las olas amenazaba con debilitar el muro y volver a afectar la vía, así como la escuela y viviendas al otro lado, donde aún residen algunas familias que no tienen otro lugar para donde irse y llevan más de 25 años ahí.
Para el oceanógrafo del Centro de Investigación en Ciencias del Mar y Limnología (CIMAR), Omar Lizano, no hay duda de que esas rocas son necesarias porque sin ellas el mar arrasa la carretera, pero lo ideal es levantar en ese sitio un rompeolas con espigones como los de la punta de Puntarenas, que se introducen en la costa; sin embargo, en Caldera la playa perdió el equilibrio y carece de arena lo que dificulta y encarece un trabajo permanente.
“Con el nivel del mar no hay estructura que aguante y eso lo vemos en varios puntos del Pacífico”, agregó el oceanógrafo, quien afirma que lo ideal es inyectar arena a los espigones para devolver el equilibrio a la playa, como se hizo en el hotel Fiesta.
Es necesario hacer una base de cemento sobre la que se construye una estructura perpendicular pero, según Lizano, eso cuesta mucho dinero y por eso las autoridades buscan resolverlo con esas rocas que llevan al sitio a esperar a ver que hace el mar con ellas.
No habrá cierre vial
Las obras en Caldera se están llevando a cabo con la asesoría de la División Marítimo-Portuaria del MOPT. Se estima que concluirán en el primer trimestre de este año, siempre y cuando el comportamiento marítimo permita que las obras continúen con normalidad.
Según la CNE, el tráfico en la carretera no se verá afectado, ya que solo se prevé regulación cuando la marea crezca o se presente algún oleaje especial. La CNE, en conjunto con el comité municipal de emergencias de Esparza, ha tomado medidas interinstitucionales para brindar apoyo a la escuela y viviendas cercanas, así como a las personas que transitan por la vía.
La CNE ya ha dictado algunas charlas en Caldera para instar a la comunidad a integrar un comité comunal de emergencias, con el objetivo de estar preparados y responder de manera adecuada ante cualquier eventualidad.
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