La actividad del volcán Turrialba, que fue casi imperceptible durante el primer mes de este 2019, aumentó este viernes con una moderada columna de ceniza que superó un kilómetro y medio de altura desde la base del cráter.
Así lo consignaron los científicos Mauricio Mora, de la Red Sismológica Nacional (RSN) y Eliécer Duarte, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori).
La actividad comenzó a las 6:40 a. m. con una columna que se elevó a unos 1.500 metros sobre la altura del cráter y que se mantuvo por aproximadamente 15 minutos.
Duarte la calificó como robusta y dijo que su color grisáceo se debe a que tiene menos contenido de vapor de agua, ya que durante la estación seca se evapora menos agua pues los sistemas hidrotermales de las capas internas van perdiendo líquido.
Como el viento en la cima no era muy fuerte, la mayoría del material cayó alrededor del cráter.
“Este año el volcán no ha lanzado balísticos ni efusiones de gas caliente con ceniza o piroclastos. Las erupciones han sido pasivas y no hay reportes de caída de ceniza ni olor a azufre”, acotó.
Luego de la erupción el coloso retornó a la calma. Los sismógrafos han detectado movimientos propios de la actividad o temblores vulcano tectónicos que son parte de la normalidad de un volcán activo.
A inicios de este año, las autoridades científicas y de la Comisión Nacional de Emergencias, junto con el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) expresaron que como la actividad en ese coloso tiende a la baja, se espera que en el transcurso de este año se pueda reabrir de forma controlada el ingreso de turistas a ciertas zonas del Parque Nacional que actualmente están vedadas.
LEA MÁS: Volcán Turrialba podría abrir sus puertas al turismo este año
Un total de siete refugios o estructuras de hierro para proteger ante eventuales erupciones al personal autorizado y que servirían a futuro para turistas, son el primer paso de esa iniciativa que busca reabrir esa área protegida.