A menos de tres meses para que termine el año, aún persisten muchas dudas sobre la fecha en que se instalará la fase fría del Fenómeno El Niño Oscilación del Sur (ENOS), conocida como La Niña y que, normalmente, provoca un incremento en las lluvias en diversas partes del país.
El más reciente pronóstico climático estacional, elaborado por el Instituto Meteorológico Nacional (IMN), revela que todavía se sigue en fase de vigilancia del Fenómeno La Niña, es decir no se ha llegado al nivel de advertencia, que precede el anuncio de consolidación. Será hasta finales de 2024 o incluso a inicios del 2025, cuando se declare el fin de la fase neutra del ENOS en la que hemos estado desde julio. En algunas publicaciones internacionales comentan sobre el impacto en el clima debido a este posible retraso.
La importancia de esto radica en las repercusiones que genera La Niña en el clima, las cuales afectan aspectos tan variados como la recarga de acuíferos, la generación eléctrica, las cosechas agrícolas, la pesca, la cantidad de incendios forestales y el número e intensidad de los ciclones tropicales, entre otros.
Inicialmente se preveía la llegada de La Niña para agosto; sin embargo, al retrasarse, diversos organismos climáticos comenzaron a recalcular el número de ciclones de la presente temporada en el Atlántico. El IMN, que inicialmente estimaba entre 18 y 21 ciclones, ahora prevé entre 15 y 18.
Al cierre de setiembre, se habían formado 11 ciclones, mientras que en igual periodo del año pasado eran 17. El más reciente de la temporada actual es Kirk, que el 30 de setiembre se formó como tormenta tropical muy lejos del Caribe. Aunque este 1.° de octubre alcanzó la categoría de huracán, no se prevé ningún efecto sobre el continente, pues se dirige al norte por mar abierto. Para el jueves se espera que se forme un nuevo ciclón en el Atlántico que sería la tormenta tropical Leslie y que tampoco se prevé que nos afecte.
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Niña débil podría extenderse hasta marzo
En julio, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), de Estados Unidos, otorgaba un 80% de probabilidades de que La Niña se mantuviera para el último trimestre de este año; sin embargo, en su más reciente informe, publicado el 30 de setiembre, la probabilidad bajó al 71 %. Esa entidad sostiene que La Niña será débil y de corta duración. La Organización Meteorológica Mundial, con sede en Suiza, estima un 60% de probabilidades de que el fenómeno surja en diciembre.
La Niña genera un incremento en las precipitaciones en el litoral Pacífico y el Valle Central de nuestro país, así como un déficit en el Caribe y la zona norte.
Daniel Poleo, coordinador del Departamento de Desarrollo del IMN, expresó que tanto la fase fría del ENOS como la cálida, suelen percibirse muy cerca de la Navidad, de ahí nació el término Fenómeno de El Niño.
La Niña surge cuando las aguas del océano Pacífico ecuatorial, central y oriental se enfrían entre 0,5 y un grado Celsius; mientras que, cuando la temperatura aumenta en esa misma proporción, se genera la fase cálida, o El Niño. Este último tiende a secar las regiones donde llueve durante La Niña y generar aguaceros en aquellas zonas que La Niña seca.
Según Poleo, una cosa es la declaratoria que los organismos internacionales como la NOAA hacen de La Niña y otra el comienzo del disturbio climático en el océano.
Como el enfriamiento de las aguas ha tardado más, la fecha se va posponiendo, pero generalmente, cuando se hace el anuncio, el fenómeno ya lleva varios meses gestándose. Esto ocurre porque se deben observar los cambios en la temperatura oceánica al menos durante tres meses, para realizar la declaratoria con mayor certeza. A su juicio, posiblemente la transición se inicie este mes, pero será el año entrante cuando se anuncie la consolidación.
Así las cosas, la presente temporada de huracanes, que finaliza el 30 de noviembre, no tendría el estímulo lluvioso que aporta La Niña; por ello, se prevén menos ciclones de los inicialmente calculados, especialmente porque en octubre y noviembre su formación tiende a disminuir.
La influencia de La Niña en el clima se manifestaría a inicios del próximo año y podría repercutir en una menor cantidad de empujes y frentes fríos, así como menos precipitaciones de lo normal en el segundo pico lluvioso del Caribe, que suele ocurrir en diciembre y enero.
Algunos embalses, como la planta del Reventazón en Siquirres o el lago Arenal, entre San Carlos y Tilarán, dependen de esas lluvias para optimizar su nivel de cara a la estación seca.
Sin embargo, aún existe mucha incertidumbre debido a los cambios sin precedentes observados como consecuencia del calentamiento global.