Decenas de erupciones emitidas por el volcán Turrialba desde que retomó su actividad, en el 2012, dejan ver que en la actualidad el cráter activo es más ancho y profundo.
Así lo reconocieron los vulcanólogos Javier Pacheco y Mauricio Mora, del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) y la Red Sismológica Nacional (RSN), respectivamente.
Pacheco expresó que después de cada erupción hay derrumbes y muchos cambios morfológicos por la misma actividad del volcán.
Como el cráter activo se va ensanchando, la distancia con el cráter central se acortó, sin embargo, como este último se encuentra apagado es difícil que ambas bocas se unan, acotó Pacheco.
Para Mauricio Mora, el cráter activo muestra mayor profundidad y hay erosión en las paredes. "Todavía no tenemos cuantificado el aumento en la profundidad. Hemos hecho sobrevuelos con un dron sobre el cráter, en coordinación con el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme), pero todavía no está terminado".
La idea es ver los cambios generados por las últimas erupciones, acotó.
Otra variación tiene que ver con el incremento en la cantidad de ceniza que está depositada en los alrededores del cráter.
Mora expresó que la acumulación de ceniza no ha llegado todavía a los niveles alcanzados en el proceso eruptivo de 1864-1865, que es uno de los escenarios que esperan para el presente ciclo de actividad.
Añadió que esas mediciones son difíciles, porque las lluvias arrastran por el cauce de los ríos gran cantidad del material que queda cerca del cráter, sin embargo, pese al sesgo, se realizan estudios de volumen.
"La columna eruptiva no es solo de material sólido, es también gas y conforme se eleva se alimenta de aire. Parte del crecimiento de la columna surge por el calentamiento que tiene el aire que la penetra y que arrastra el material sólido".
Javier Pacheco afirmó que no se ven cambios significativos en la composición de la ceniza, el material juvenil es de un 8% a un 10%.
En cuanto a las lluvias, los científicos estiman que será muy poca la influencia de las precipitaciones en la actividad volcánica.
"En este momento la condición del Turrialba no necesariamente parece responder a si entra o no agua en el sistema".
Sin embargo, uno de los aspectos favorables de las lluvias tiene que ver con el arrastre de la ceniza por el cauce de los ríos hacia el Caribe lo que evita acumulaciones de material en la cima, explicó Mora.
Este miércoles la señal sísmica del volcán era débil. La erupción más reciente fue la mañana del 2 de agosto.
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Las últimas erupciones han sido menos explosivas y no denotan una interacción con agua.
El volcán puede mantenerse así por semanas o meses. Desde octubre del año pasado ha mantenido una actividad sostenida, sin presentar grandes periodos de calma y es de esperar que pueda seguir así. Desde el punto de vista sísmico no se ven cambios sustanciales, según coinciden los científicos.